La actuación mexicana no se puede medir únicamente por el desenlace en penales ante Brasil. Si bien la selección nacional no accedió al partido por el oro, las muestras de futbol no dejaron de aparecer en la mayoría del plantel; sí, la ilusión del metal dorado se apagó pero la de proyectar futbolistas a futuro sigue más vigente que nunca.
Ya se ha mencionado en múltiples ocasiones que este conjunto tiene estrellas, jugadores tocados por algo especial. Se ha hablado de Alexis Vega, Diego Lainez, Sebastián Córdova y Luis Romo como los pilares del equipo y la luz que ilumina al oscurantismo del futbol mexicano. Sin embargo, hay otras luces que también merecen ser vistas, jugadores con una calidad y proyección digna de representantes Olímpicos.
Johan Vásquez
Las miradas usualmente se ponen en las zonas ofensivas, el reconocimiento para un defensor requiere de actuaciones no solo buenas, sino excelentes. Fijar los ojos en un defensor central es un ejercicio poco común en las dinámicas actuales, sin embargo, Johan Vásquez demostró en Tokio 2020 que debe ser visto.
El central, perteneciente a los Pumas, demostró en el torneo Olímpico que puede enfrentarse a delanteros de todo estilo y contrarrestarlos. Entre sus virtudes más sobresalientes resalta el correcto manejo y transito de balón para iniciar jugadas desde el fondo, algo esencial en los defensores modernos; lectura para anticipar a los delanteros, sea en juego aéreo o terrestre; la velocidad para retrasar jugadas o vencer en los mano a mano; fuerza física para aguantar embates de nueves poderosos y plurifuncionalidad para jugar, incluso, de lateral.
Con sus 1.85 metros se perfila para ser el heredero de la zaga mexicana, la cual, debido a su más reciente crisis, podría acelerar el cambio generacional. Hoy, los problemas en el primer sector de la mayor, benefician a Vázquez, pues no descabellado verlo como el defensa titular ante el bajo rendimiento de los jerárquicos. Incluso, esto lo podría catapultar a un futbol del viejo continente.
Eduardo Aguirre
Fallar un penal no define todo lo que representó “el mudo” en los Juegos Olímpicos, aunque es un golpe del cual deberá reponerse rápido para continuar con su despunte como ariete mexicano. El papel que desempeñó Eduardo Aguirre como jugador de recambio lo cumplió tan bien que se llegó a cuestionar si su juego debía ser no solo desde el banquillo, sino desde el parado principal. Ni siquiera concluyó los 90 minutos, pero en su cuenta acumuló dos anotaciones.
México actualmente enfrenta un problema grave, la falta de delanteros centro. Raúl Jiménez, quien cruzaba su mejor momento, sufrió una aparatosa lesión que le hizo dejar el mando de la ofensiva azteca. Ante ello, la búsqueda por un nueve continúa. Rogelio Funes Mori, Henry Martin son las opciones más próximas, pero luego de sus actuaciones y efectividad en Tokio 2020, colarse como uno de dos no es algo alejado.
El jugar bien de espaldas, los movimientos agresivos atrás de los centrales, su potente y veloz disparo, su agresividad y fortaleza para resistir el embate de los defensores y su ubicación en el área en los momentos indicados lo vuelven un jugador completo. Si trabaja en sus debilidades como el juego aéreo o la correcta activación de sus compañeros, se puede convertir en un serio contendiente por la plaza de punta mexicano.
Jorge Sánchez
El futbolista del América ha sido constantemente señalado por múltiples razones, pero al hacer un análisis más consistente Jorge Sánchez, es uno de los jugadores que mayor proyección tiene. Los gustos podrán discutir su presencia en las alineaciones, pero si algo es cierto es que contribuye al juego y el sistema planteado por el estratega.
El lateral, naturalmente derecho, disputó casi todos los juegos, solo se perdió la semifinal contra Brasil por acumulación de tarjetas amarillas; sin embargo, sus actuaciones le hicieron volverse titular indiscutible y una herramienta de utilidad para Jaime Lozano. Cuando se lesionó el lateral izquierdo, Erik Aguirre, Sánchez pasó a cubrir esta posición, pues tiene la capacidad y conocimiento de jugar por ambas bandas; esta polivalencia, sumada a su velocidad y fortaleza física, lo ha llevado a estar en el radar de clubes como el Everton o Tottenham, de Inglaterra.
Ciertamente, aún tiene carencias notables en su juego en conjunto, su pase una vez llegando a línea final (no hay que olvidar que es un lateral de profundidad a la ofensiva) o su cobertura una vez desarticulada la línea defensiva, pero con 23 años tiene tiempo suficiente para corregir, consolidarse y volverse referente.
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