En múltiples ocasiones, el mundo de los deportes no ha sido del todo acogedor con las mujeres, sobre todo si se contraponen a las características físicas e interculturales a las que históricamente se han visto sometidas.
Bajo diversos estatus que imperan en las sociedades, Caster Semenya ha tenido que correr por más de 10 años en contra de ellos. Fue en el Campeonato Mundial de Atletismo de Berlín en 2009, cuando a la edad de 18 años se convirtió en la campeona después de barrer con la carrera de los 800 metros. Después de haber ganado dicho título, su aspecto varonil y musculado llevó al atleta a convertirse en el tema de debate para las autoridades deportivas. Incluso, la atleta italiana Elisa Cusina llegó a declarar que “esta gente no debería correr con nosotras. Para mí, ella no es una mujer. Es un hombre”.
La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) publicó que le había pedido un test de verificación de sexo a la corredora, ya que las pruebas previas al Campeonato Mundial habían arrojado que existía una cantidad de testosterona tres veces superior a lo considerado “normal” en una mujer. La doble medallista olímpica tuvo que someterse a análisis médicos y hormonales.
El 11 de septiembre de 2009, el periódico británico The Daily Telegraph publicó que, basado en informes de la IAAF que la propia organización no confirmó, Semenya presentaba una anomalía cromosómica. La deportista nació con órganos sexuales internos distintos, sin útero, con testículos internos y su tasa de testosterona natural era elevada.
A pesar de que los resultados fueron publicados, sin tener en cuenta la privacidad de la atleta, la IAAF la retiró de las competencias y fue hasta julio del 2010 cuando la misma organización le permitió volver, debido a que fue aceptada la conclusión de la comisión médica que decretaba que Semenya podía competir como mujer.
El Comité Olímpico Internacional y la Agencia Mundial Antidopaje tomaron medidas con respecto a este caso y redactaron una norma destinada a los atletas. A las mujeres con características de hombre les obligaron a someterse a un tratamiento que rebajara sus niveles de testosterona. La norma se basó en estudios hormonales.
Caster registra niveles de testosterona mayores a 10 nanomoles por litro en la sangre, en los hombres va de nueve a 38 nanomoles por litro y, regularmente, en las mujeres se estima de 0.5 a 2.4 nanomoles por litro.
En 2011, la corredora Olímpica intentó reconquistar su título en el Campeonato Mundial, sin embargo, finalizó en la segunda posición por detrás de la atleta rusa Maria Sávinova. Un año más tarde, en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Semenya llegó nuevamente en el segundo lugar por detrás de la rusa, pero el problema llegó para la sudafricana cuando cayó en depresión por su resultado. Además se volvió a convertir en un foco de atención por su aspecto físico. Para el 2017 se le adjudicó la medalla de oro por una sanción de dopaje a Sávinova.
Para el 2016 retomó el protagonismo de su especialidad y en el campeonato africano ganó las pruebas de 800 y 1500 metros. Se proclamó campeona en los 800 m en los Juegos Olímpicos de Río 2016 por primera vez en pruebas de pista.
Dos años más tarde se mantuvo invicta en la prueba de los 800 m y se colgó la medalla de oro de los Juegos de la Mancomunidad de Gold Coast.
Fue en abril de ese mismo año en el que la IAAF dio a conocer nuevos criterios sobre la elegibilidad para la competición de las mujeres con niveles altos de testosterona y quienes los superan, como en el caso de Semenya, no podrían competir en carreras de medio fondo. El límite de testosterona se fijó en cinco nanomoles por litro de sangre. No obstante, las atletas en estas circunstancias deben someterse al tratamiento con hormonas para rebajarla y de no hacerlo, no podrán competir.
La corredora sudafricana no estará en Tokio 2020 al no haber logrado la marca necesaria para clasificarse en los 5,000 metros, que es la distancia a la que optaba por no poder correr en los 800 metros por la normativa sobre la testosterona.
Semenya se ha convertido en un símbolo de liberación sexual en Sudáfrica y está casada con una mujer de nombre Violet.
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