Los cuerpos de los deportistas Olímpicos son sometidos a máximas pruebas de rendimiento durante las competencias. Las cualidades de los atletas se ponen cada vez más aprueba conforme la evolución de la exigencia deportiva. Esto, en ocasiones, provoca momentos de tensión y da pie a accidentes o lesiones muy aparatosas. En la constante búsqueda de gloria, algunos atletas llevan al extremo su cuerpo, obteniendo únicamente consecuencias negativas y desgracias Olímpicas.
Las prácticas de los diferentes participes de los juegos, requieren una enorme estabilidad física y mental. Un error en un momento crítico puede traer consigo desenlaces terribles, incluso poniendo en riesgo la vida de los atletas. A lo largo de las olimpiadas estos sucesos ocurren de manera más constante de la que se esperaría, al final de cuentas los descuidos y errores son parte del ser humano.
Uno de los casos más extremos que se han suscitado en los Juegos Olímpicos ocurrió en el año 1912. La justa disputada en Estocolmo se preparaba para la prueba de maratón, una de las más populares en esos días. Sin embargo, el calor durante el día de la competencia llegó a temperaturas poco aceptables y ante la negativa por parte de el Comité Olímpico de posponerla prueba, los deportistas tuvieron que llevar sus cuerpos al máximo para terminar el recorrido. Uno de los corredores, Francisco Lázaro, no logró llegar a la meta y cayó abatido en el kilometro 30. El portugués perdió la vida debido a un desequilibrio electrolítico.
En Londres 2012 la representante de Nueva Zelanda en Hockey sobre césped, Katie Glynn, sufrió un accidente provocado por otra jugadora durante uno de los partidos de la fase de grupos. La rival holandesa no pudo evitar que en una jugada disputada, su palo golpeara firmemente en el cráneo de Glynn, ocasionando que no pudiera mantenerse de pie y cayera al piso. El color rojo se hizo presente en la cancha cuando al levantarse, su cabeza quedara cubierta casi por completo de sangre. Por difícil que parezca, el espíritu deportivo y deseo de triunfo pudieron más que su lesión, y Katie regresó al encuentro únicamente con vendas arropando su cabeza.
Aunque pudiera pensarse que el ciclismo supone un riesgo minúsculo en sus competencias, la realidad es que pueden aparecer diversos factores que ponen en peligro la integridad física del atleta. Eso se vio reflejado durante Rio 2016 cuando la ciclista holandesa Annemiek Van Vleuten encaminó su bicicleta fuera de la ruta provocando que la parte delantera se cruzara con las ruedas. Esto llevo a la deportista a caer en una zanja al costado de la carretera. Annemiek fue llevada al hospital con heridas graves en su torso, piernas y brazos.
Durante Pekín 2008, Janos Branyai no logró acomodar de la forma correcta su brazo derecho cuando intentaba levantar un peso de 326.3 libras, lo que causó que se rompiera los ligamentos en la zona del codo. Además, el nacido en Hungría, no logró acomodar la caída de la barra y todo el peso cayó sobre su espalda. Su lesión necesitó tres semanas de estancia en el hospital para posteriormente iniciar su proceso de reinserción a su deporte.
El gimnasta francés, Samir Ait Said, provocó el lamento de todo el graderío durante Rio 2016. El atleta cayó de manera errónea después de un salto por los aires. Su pierna no soportó la fuerza y velocidad del aterrizaje y, junto con el peso de su cuerpo, provocaron que sufriera una fractura. Cuando los asistentes médicos lo llevaron fuera del inmueble, los espectadores intentaron darle ánimos con una ovación de pie.
Para los próximos juegos en Tokio 2020, los deportistas se han preparado durante todo el proceso de cuatro años para llegar en la mayor plenitud física posible. El objetivo de los atletas es conseguir la tan anhelada presea dorada, pero, en segunda instancia, también buscaran no cometer errores que puedan provocar lesiones tan terribles como las que se han presentado en las anteriores justas veraniegas.
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