Los Juegos Olímpicos de México 1968 son recordados no solo por atravesar un momento de tragedia en cuanto a las revueltas sociales y los movimientos estudiantiles de la época. También en lo deportivo se establecieron nuevas marcas y se batieron récords que se creían difíciles de alcanzar. Aquellas olimpiadas fueron las primeras en jugarse en territorio latinoamericano. De esa manera la nación mexicana haría una importante inversión de capital para sacar a flote la competencia internacional y albergar una de las mejores justas que se recuerden.
Las dudas fueron las primeras en llegar debido a la altura que tenía la Ciudad de México. Se dieron las primeras olimpiadas en las que se rebasaban los 2000 metros de altura. Posterior a ello las incógnitas se fueron disolviendo, pues se batieron 22 récords olímpicos a lo largo de la competencia en los llamados “Juegos de la Paz”.
<b>Mexicanos en lo alto</b>
En la inauguración se observó cómo la primera mujer encendía el podio olímpico. La mexicana Enriqueta Basilio se encargó de prender la llama con la que inició la competición. Otro mexicano puso el nombre de su país en lo alto. Pues Felipe “El tibio” Muñoz conquistó por primera vez el oro para México en natación durante la prueba de los 200 metros estilo pecho. Actualmente es la única presea dorada que se tiene en esa disciplina.
<b>Tecnología en Competencias</b>
Aquellos Juegos Olímpicos fueron los primeros en ser transmitidos por televisión a color y vía satélite a todo el mundo.
Ya en las disciplinas deportivas, México fue un país vanguardista en tema de tecnología. Se utilizaron por primera vez los sistemas electrónicos para calificar y evaluar deportes como: natación, atletismo, canotaje, ciclismo, remo. En el tema de la natación aparecieron los paneles eléctricos, capaces para que el nadador presionara con sus manos al llegar a la meta y su tiempo se trasladara y registrara en las pantallas del evento. Algo que hoy en día parece normal pero que cambió los cronómetros manuales que evidentemente eran menos precisos.
De ese modo el poder femenino también se hizo notar. La nadadora estadounidense Debbie Meyer estableció nuevas cifras en los 200, 400 y 800 metros de estilo libre. En los 200 metros hizo un tiempo de 2.10´5 minutos, en los 400 realizó 4.31´8 minutos. Ya en los 800 hizo 9.24 minutos.
<b>Atletismo</b>
En el atletismo, en la prueba de los 100 metros varonil se bajó el récord de los 10 segundos. El estadounidense James Hines estableció una marca de 9.95 segundos en la final del deporte de velocidad. Una prueba en la que por primera vez todos los finalistas eran de raza negra. De la misma manera se corrió por primera vez en tartán, una superficie que absorbe de mejor manera la pisada del corredor. Su tiempo lo romperían hasta 1983, con Calvin Smith y los 9.93 segundos.
Otro norteamericano impuso una nueva cifra. El atleta Bob Beamon registró “el salto del siglo”. Con 8.90 metros impuso el récord en salto de longitud. Los jueces se quedaron absortos al ver tal desempeño, pues el registro anterior era inferior por 50 centímetros. La marca fue abolida en 1991, cuando Mike Powell puso como nuevo récord los 8.95 metros en el Mundial de Atletismo de Tokio.
En el salto de altura, Dick Fosbury, estableció un nuevo mecanismo para saltar. El modo consistía en lo que hoy comúnmente se usa. Corrió hacia la barra, levantó su brazo derecho y saltó de espaldas a la marca para que de esa manera fuera más fácil llegar y superar los 2.24 metros que asentó. También rompió récord olímpico que batieron diez años después en 1971.
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