Para llegar al concurso de taekwondo de los Juegos Olímpicos, la mexicana Briseida Acosta debió vencer a María Espinoza, triple medallista mundial y olímpica, lo cual le permite asumir que tiene con qué para ganar con una presea en Tokio.
Acosta, subcampeona mundial en el 2013 y bronce en los Mundiales del año pasado, atraviesa a los 27 años el mejor momento de su vida; lleva una década en el alto nivel, pero la sombra de Espinoza le impidió crecer, lo cual pretende hacer a partir de ahora.
En el 2010, a los 19 años, la peleadora se dio a conocer con el subtítulo en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur y tres años más tarde fue la segunda mejor del mundo en su división, a partir de lo cual se convirtió en una piedra en el zapato de Espinoza, la mejor deportista mexicana de la historia.
Eliminar a la heroína del taekwondo en el selectivo para los Juegos Panamericanos, ganar la justa continental y hacerse del bronce en el Mundial han sido los golpes de Acosta en los dos últimos años y ahora aparece como una apuesta cierta de México en la división de + de 67 kilogramos del torneo de taekwondo.
Desde que llegó de manera oficial a los Juegos Olímpicos, en Sydney 2000, el taekwondo es el deporte en el que México más brilló con dos medallas de oro, dos de plata y tres de bronce. Acosta y el subcampeón mundial Carlos Sansores, en +80 kilos, serán los representantes del país.
Ambos serán candidatos a medallas en una justa atípica, con interrogantes sobre la forma deportiva de los favoritos como consecuencia de la pandemia. Sansores fue la sorpresa de los Mundiales de Manchester hace dos años al alcanzar la final que perdió con el cubano Rafael Alba Castillo, favorito para ganar el oro en Tokio.
Con un estilo sobrio, Sansores mantiene la capacidad de sorpresa en los torneos internacionales; se comporta con humildad y eso, unido a su nivel técnico, será algo a su favor en un torneo con la calidad concentrada en el que un error marcará diferencia, pero también lo puede hacer mantenerse concentrado como suele pasar con el mexicano.
Si bien taekwondo, saltos, tiro con arco, softbol y fútbol son deportes en los que México tiene razones para la esperanzas, el béisbol pinta como la interrogante que puede darle al país una presea.
La competición de béisbol será con solo seis equipos: Japón, primero del ránking mundial, Corea, tercero, Estados Unidos, cuarto, México, quinto, República Dominicana, séptimo, e Israel, vigésimo cuarto. Los mexicanos sufrieron hace unas semanas la destitución del manejador Juan Gabriel Castro, quien protestó por la falta de apoyo en la preparación y está por ver si eso no causó grietas en el grupo. Una de las preguntas es si el nuevo manager, Benjamín Gil, podrá mantener la armonía.
De la mano de Castro, México eliminó a Estados Unidos en el Premier 12 y se clasificó a Tokio, en la mejor actuación internacional del béisbol del país en la historia.
Gil contará con un cuerpo de lanzadores liderado por el zurdo Oliver Pérez, quien ganó 73 juegos en Grandes Ligas, y Héctor Velázquez, de los Astros de Houston, y una ofensiva encabezada por Adrián González, con 317 cuadrangulares en Grandes Ligas y con figuras de calidad como Brandon Laird, tercera base de los Marines de Chiba Lotte japonés, y Joey Meneses, de los Medias Rojas de Boston.
En el Premier México le ofreció gran resistencia a Japón y Corea y venció a Estados Unidos y República Dominicana, lo cual significa que puede tutear a los otros candidatos a medalla. Si muestra su clase ante esos cuatro y no subestima al enigmático Israel, con refuerzos extranjeros, puede ser la sorpresa de la competición.
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