Al principio acompañaba moviendo su brazo derecho con un gesto acompasado al ritmo de la música. Un poco porque no sabía la letra de la canción y otro porque tal vez le generaba pudor entonar un tema que lo tiene como uno de los principales protagonistas. Hasta que en un momento, cuando eran las 4.15 de la mañana y el vuelo charter 1971 de Aerolíneas Argentinas surcaba el cielo brasileño, Lionel Messi se sumó al coro festivo para cantar el nuevo hit de la selección argentina.
“¿Qué te pasa, brazuca? Todavía seguís esperando...
¿Qué te pasa, brazuca? En la favela están todos llorando...
Van pasando los años, te acordás del Mundial del 50...
Están todos cagados, tenés miedo que pase de vuelta...
Porque Messi tiene puesta la corona, ohoh...
Y la magia de su zurda que enamora, ohoh...
Para colmo te acordás de Maradona...
Sé que te duele, que te lastima; pero esta Copa, es de Argentina...”.
A su lado, Sergio Agüero batía palmas y sonreía como para ser la cara de una publicidad televisiva. “Leo recién se aprendió bien la letra a la madrugada”, dice entre risas uno de los integrantes de la delegación que el sábado vivió su noche soñada: Argentina se consagró campeón de América después de 28 años sin títulos y nada menos que ante Brasil, su clásico rival, y en el Maracaná, uno de los estadios más emblemáticos del mundo.
Para el plantel, que se mostró muy unido ya desde antes del comienzo de la competencia, fue el mejor de los desahogos: se sacó un gran peso de encima a menos de un año y medio para el Mundial de Qatar 2022. “Todos lo vivieron con mucha alegría y emoción. No paraban de abrazarse entre ellos durante toda la noche. En la cancha, en el vestuario, en el avión. Fue muy lindo lo que se vivió”, comenta uno de los dirigentes que convivió con ellos durante toda la Copa América.
La alegría desbordante no distinguió entre titulares y suplentes: todos se sintieron importantes y priorizaron la búsqueda del objetivo y la celebración por el logro consumado. “Agüero, que es un goleador de primer nivel mundial, estaba tan contento como Messi y jugó muy poco durante toda la Copa. Eso habla muy bien del Kun y de lo bien que está el grupo”, asegura uno de los integrantes del cuerpo técnico que comanda Lionel Scaloni.
Recién alrededor de las 6 de la mañana la euforia le dio paso a la calma y al sosiego de un plantel que al asomar los primeros rayos de sol se quedó sin batería tras vivir una noche que Messi y compañía supieron desear con todo su corazón. “En un momento parecía que no íbamos a parar de festejar, pero llegó un punto en el que el cansancio empezó a hacerse sentir y de a poquito nos empezamos a dormir. Pero no dormimos más de una hora, hora y media adentro del avión”, comenta a Infobae uno de los campeones y enseguida pide disculpas al interrumpir el diálogo porque dice querer “disfrutar un poco de la familia después de más de 45 días de concentración y sin ver a los seres queridos”.
En efecto, el plantel, el cuerpo técnico, los dirigentes y los distintos auxiliares que estuvieron con la delegación pasaron más de un mes y medio sin ver a sus familiares más que por videollamadas. Emiliano Martínez y Lucas Martínez Quarta fueron padres durante la competencia y recién ahora podrán conocer personalmente a sus hijos: para el arquero es su segundo hijo y para el Chino, el tercero. De hecho, Dibu fue el primero en abandonar el predio de la AFA tras llegar desde Brasil: recogió enseguida sus pertenencias, saludó a sus compañeros y se fue rápidamente al aeropuerto de Ezeiza para tomar el vuelo de regreso a Birmingham, donde conocerá a la beba que nació cuatro días antes de su consagratoria noche en la semifinal ante Colombia, cuando atajó tres penales en la definición desde los doce pasos.
Los festejos, que se iniciaron en el campo de juego, se extendieron sobre el césped durante poco más de una hora y luego se trasladaron al vestuario visitante del Maracaná, donde el plantel permaneció por más de dos horas. Allí, Nicolás Otamendi fue el encargado de abrir las puertas de la intimidad de los campeones: en un vivo de Instagram, mostró los festejos que tanto anhelaba Messi, quien se dio el gusto de gritar campeón recién en su quinta final con la Selección Mayor. Desde el Maracaná se fueron directo a El Galeao, el aeropuerto internacional de Río de Janeiro.
El capitán de Argentina solo interrumpió los festejos un instante antes de que despegara el avión desde Río de Janeiro para recordarle vía Whatsapp dos cosas a su mujer, Antonella Roccuzzo: que alrededor de las 8.30 iban a llegar al aeropuerto de Ezeiza y que al mediodía tomaría un vuelo privado para reencontrarse en Rosario con ella y con el resto de su familia, y que se quedara tranquila porque está todo listo para que este martes se vayan de vacaciones a Miami hasta el 27 de este mes, cuando irán a Barcelona para que firme su nuevo contrato con el equipo catalán.
En el campo de juego y en el vestuario, los jugadores aprovecharon para inmortalizar varios momentos. Messi, por caso, se sacó una foto a solas con su viejo amigo “Kun” Agüero; otra con Angel Di María, Agüero y Nicolás Otamendi, los históricos de la Selección; otra con “Dibu” Martínez, el arquero al que él mismo definió como una “bestia” y otra con Pablo Aimar, su ídolo de la infancia y hoy ayudante de campo de Lionel Scaloni al igual que Roberto Ayala y Walter Samuel.
Messi fue, por lejos, el más solicitado a la hora de las fotos: es que todos los integrantes de la delegación quisieron tener ese testimonio, con la Copa América o con la medalla de los campeones, junto al mejor futbolista del mundo, “el mejor de todos los tiempos” según la frase de Scaloni que seguramente alimentará más de un debate televisivo y radial.
Los siete campeones que visten o supieron vestir la camiseta de River (Franco Armani, Gonzalo Montiel, Lucas Martínez Quarta, Germán Pezzella, Guido Rodríguez, Exequiel Palacios y Julián Alvarez) posaron juntos en una foto que el club de Núñez publicó en sus redes sociales.
“Que de la mano, Scaloneta, todos la vuelta vamos a dar”, fue el mimo que el plantel le regaló a Scaloni al readaptar la clásica canción que habitualmente menciona a Leo Messi en su letra. El técnico y sus colaboradores fueron los más tranquilos al momento de los festejos: prefirieron celebrar de un modo más mesurado, corriéndose del centro de la escena y dejándole el protagonismo central a los futbolistas.
Durante el vuelo, el otro momento de calma se vivió en la cena, demorada por cierto: ocurrió en plena madrugada. En el vestuario solo comieron algunas frutas y cereales, por lo que todos esperaron ansiosos la hora del pollo con arroz y de las ensaladas. La cena arriba del avión solo se vio interrumpida cuando “Papu” Gómez comenzó a cantar el clásico “dale campeón, dale campeón” y todos acompañaron el canto durante algunos segundos para luego seguir comiendo.
Por falta de tiempo, el plantel dijo que no cuando desde la AFA les sugirieron la posibilidad de visitar la Quinta de Olivos o la Casa Rosada para saludar al presidente, Alberto Fernández. Futbolero e hincha de Argentinos Juniors, el presidente subió una foto del festejo del gol de Di María a su cuenta de Instagram con el siguiente texto: “Quiero felicitar y abrazar a nuestro inmenso plantel por llevar al país a lo más alto. El pueblo argentino siempre recordará que, en tiempos de dolor, sembraron la ilusión y nos dieron una enorme alegría. ¡VAMOS ARGENTINA! Orgullo”, escribió el Presidente, a lo que “Papu” Gómez le respondió con su estilo desenfadado y desprovisto de protocolos: “Daleeeee Beto querido”.
Al llegar a Ezeiza, todos se tuvieron que hisopar en el aeropuerto -tal como indican las medidas sanitarias gubernamentales- y luego los volvieron a testear en el predio de la AFA. Ni siquiera esos “trámites” perturbaron el humor de un grupo que fue recibido por muchos hinchas en la autopista Ricchieri y que se encontró con una lluvia de papelitos celestes y blancos al arribar a la concentración en la que amasaron ese sueño que al cabo se concretó y que marcará un antes y un después en la historia del clásico más importante de Sudamérica.
SEGUIR LEYENDO: