Las horas pasan y la expectativa aumenta. Cada vez falta menos para el duelo que animarán Brasil y Argentina en la final de la Copa América que se llevará a cabo en el mítico Maracaná.
Todavía no hay definiciones sobre los protagonistas que saldrán a la cancha y las dudas en los entrenadores se irán disipando con el transcurso de los días. Pero el enfrentamiento entre Neymar y Lionel Messi es una certeza que alimenta el entusiasmo popular.
Así lo vivió Nene, una de las figuras del Fluminense, quien se acercó hasta el CT Carlos Castilho para mantener un diálogo con el mejor jugador del mundo y tomarse unas fotos. Él es uno de los tantos millones de admiradores del astro rosarino y según publicó la cuenta oficial del equipo carioca, ambos futbolistas estuvieron hablando sobre diversas técnicas en la ejecución de los tiros libres.
Lo llamativo es que la delegación argentina mantiene una burbuja sanitaria estricta y todos los integrantes se mantienen aislados al resto de las personas que no forman parte del plantel que buscará terminar con la sequía de los 28 años sin títulos.
Sin embargo, como el predio pertenece al Fluminense y los jugadores del conjunto local también conservan un aislamiento preventivo con hisopados permanentes, el riesgo a un posible contagio de coronavirus se desvanece.
Nene es una de las figuras paulistas del elenco de Río de Janeiro que surgió del Palmeiras y tras un breve paso por el Santos emigró hacia España donde jugó en el Mallorca, Celta de Vigo, Alavés y Espanyol de Cataluña. También defendió la camiseta del PSG, Mónaco, West Ham y antes de regresar a su país partió hacia Qatar para incorporarse al Al Gharafa. Una temporada le bastó para volver a Brasil y jugar en el Vasco da Gama y San Pablo antes de sumarse al Flu.
En las inmediaciones del estadio, el significado de un nuevo Maracanazo como el propiciado por Uruguay en el Mundial de 1950, cuando se impuso por 2 a 1 ante un estadio “explotado” de gente y un favoritismo aún mayor para el dueño de casa, también “cotizaría en bolsa” para Argentina en general pero, y muy especialmente, para Messi en particular.
Y si de Uruguay se trata, será justamente un árbitro de ese país, Esteban Ostojich, el encargado de controlar el encuentro del sábado entre los de Lionel Scaloni y los de Tite, mientras que el brasileño Raphael Claus estará a cargo el viernes del encuentro por el tercer puesto entre Perú y Colombia.
El duelo entre Argentina y Brasil es, por su sola mención, el clásico que retumba en el mundo entero y genera la máxima atención del planeta futbolístico, aunque en esta oportunidad lo que lo rodea tiene una implicancia mayor que muchos anteriores, porque entre tantas otras cosas es insoslayable que se vaya a jugar sin público, sin un Maracaná colmado como ocurriría si no estuviera la pandemia de coronavirus de por medio.
Claro que sin la pandemia tampoco sería Brasil el organizador de esta 47ma. edición de Copa América, sino que los anfitriones habrían sido Argentina y Colombia, con este último país como sede de la final en Barranquilla.
Y justamente esa final se habría jugado el próximo domingo y no el sábado, porque a ambas zonas de la fase de grupos se tendrían que haber sumado los seleccionados de Qatar, organizador del próximo Mundial de 2022, y Australia, que se iba a integrar a la de Argentina.
Pero los cambios que se fueron sucediendo de un día para otro fueron dejando a la organización primero sin Colombia, a raíz de los problemas sociales y políticos que atravesaba ese país, y luego a Argentina, que por una semana quedó como único organizador, a raíz de la pandemia, hasta que de última surgió inesperadamente Brasil para repetir su condición de anfitrión como dos años atrás, en 2019. En esa ocasión, el local fue campeón como en cada una de las cuatro ediciones anteriores en las que también le tocó ser organizador.
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