Sebastián Sosa, reflexivo: su “locura” en los partidos, el liderazgo de Riquelme en Boca y la pregunta de su pareja cuando se compró la Ferrari

La personalidad extrovertida que el arquero de Independiente expone en el campo de juego convive con un hombre que mide cada palabra para declarar. La asistencia psicológica que pregona, el rol del dinero en su vida y el paso por el vestuario del Xeneize

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Sebastián Sosa, el arquero de Independiente que muestra su otro lado (Foto: Matias Napoli - Prensa Independiente)
Sebastián Sosa, el arquero de Independiente que muestra su otro lado (Foto: Matias Napoli - Prensa Independiente)

Sebastián Sosa grita, abre sus ojos como si estuviera extasiado. Se arroja sobre cada pelota como si fuese un héroe de película que salvará a sus compañeros de la bomba que está a punto de estallar. Se mueve en cada penal de lado a lado y desafía al rival que se prepara para patear. Parece enloquecer cada vez que el pitazo del árbitro suena en un partido. Alimenta ese mote de loco que lo persigue como un apodo. Dentro de ese hombre que está encerrado en la jaula del área grande parecen convivir una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. La chispa que enciende la mecha del explosivo es una pelota de fútbol.

La cámara se enciende para la entrevista con Infobae y del otro lado hay un hombre que se permite desnudar sus miedos y sus deseos. Un tipo reflexivo, consciente del impacto que pueden tener las declaraciones de un jugador de Independiente en un sociedad futbolizada. Que mide hasta dónde contar, cómo hacerlo y se toma segundos de respiro antes de que las emociones puedan dominar sus palabras públicas. Que no dudará en apretar el botón del cassette futbolero cuando crea conveniente gambetear un tema con elegancia y tampoco tendrá problemas en saltarse al heavy metal cuando tiene ganas de enviarle un mensaje a la cúpula de la selección uruguaya.

Sosa es ese arquero que a los 34 años puede jactarse de haberse filtrado en el núcleo duro de Juan Román Riquelme en el vestuario de Boca hace ya una década y también el que se viraliza en las redes sociales cuando llega a entrenar a Villa Domínico en una espectacular Ferrari California. El que insiste en pedir explicaciones por no haber sido convocado nunca para defender los colores de su país y el que se abre para contar que perdió el cabello por las secuelas del coronavirus y decidió hacer un tratamiento capilar porque “no aceptaba la imagen que veía”.

— Tuviste coronavirus y padeciste con los síntomas, ¿Cuál fue tu experiencia?

— La primera vez que tuve la pasé mal. Honestamente, fueron momentos difíciles. Me tocó estar en México aislado 14 días en la habitación de un hotel y uno piensa en muchas cosas. Se empiezan a generar ciertas preocupaciones en la cabeza y empezás a pensar hasta quizá lo peor. Agregado a que tuve casi todos los síntomas: dolor de cuerpo, fiebre, pérdida de olfato, de gusto. Y síntomas también particulares, porque tuve dolores de cuerpo por cansancio físico o pretemporada, pero nunca ese tipo de dolencias como durante en ese período cuando estaba transitando el COVID-19. Fueron momentos muy difíciles en esa oportunidad. Creo que producto de eso, producto del nerviosismo, la ansiedad, el estrés, me provocó la pérdida del cabello. Como lo he comprobado y he visto, no es solo mi caso particular, sino que es una posible secuela que deja el COVID precisamente. Después la segunda vez que me lo agarré fue en Argentina y estaba con la familia en mi casa. Los tres lo tuvimos al mismo tiempo. Es otra manera de sobrellevarlo. No tuve ningún síntoma en la segunda oportunidad, por ahí fue un poco más tranquilo todo.

— ¿Qué te dijeron los médicos sobre el tema de la caída del pelo?

— En el caso mío fue una pérdida general, total. No sólo el pelo de la cabeza, sino de todo el cuerpo: cejas, pestañas, todo... Ya hace por ahí ocho meses de esto y me ha dado pocas señales de querer volver. Por eso uno también busca la manera. En lo personal, la verdad alguno por ahí te puede llegar a decir: “Te queda bien pelado”. Pero internamente no estaba convencido, no aceptaba la imagen que veía de mí y por eso busqué las alternativas que eran posibles. Aprovechando las vacaciones hice ese tratamiento que venía averiguando desde hace tiempo, por suerte lo pudimos hacer. Mi núcleo de familiares y amigos sabían que no estaba cómodo ni feliz con la imagen que veía de mí. Por eso busqué alternativas, no soy un tipo que se queda en el conformismo. Soy un tipo que trata de buscar soluciones a lo que yo considero un problema. Quizá para otro no es un problema, pero no me sentía cómodo.

Sosa no pasa desapercibido. Sus extrovertidos modos de vivir los partidos en la cancha se conjugaron en el último tiempo también con algunos detalles personales que exceden al fútbol como el gigantesco tatuaje de un león en su nuca tras perder el pelo y la llegada a la práctica con un lujoso Cavallino Rampante que lo viralizaron más de una cuenta en las redes sociales. “Es uno de los autos que me traje de México. Tuvimos la posibilidad de traer un contenedor y dentro de él pusimos los artículos personales, incluidos los autos. Los autos son algo que siempre me han gustado. Me apasionan. Y en la medida que uno pueda darse el gusto... Obviamente todo con medida y dentro de un marco de poder sostener lo que uno se propone. Estoy contento de poder haber cumplido con ese sueño de tener el auto que siempre había querido tener”, dice con ciertos tintes de declaración futbolera post partido.

La Ferrari que trajo desde México y se hizo viral cuando la llevó al entrenamiento de Independiente
La Ferrari que trajo desde México y se hizo viral cuando la llevó al entrenamiento de Independiente

— Se te ve un tipo que exterioriza sus enojos, sus alegrías y emociones, ¿es difícil convivir con la presión del futbolista?

— No, la única presión que tengo hoy día es la de vestir esta camiseta. Más que presión, responsabilidad para mí y mis compañeros. Sabemos de la importancia que tiene jugar en esta institución, en un equipo grande. Quizás por ahí el puesto de arquero es un poco más tenso por decirlo de alguna manera o se vive con mayor responsabilidad. Un error o cualquier tipo de falla puede significar mucho en lo que es un partido o un campeonato. Uno más que presión tiene ciertas responsabilidades que a lo largo del tiempo ha aprendido a manejarlas, a llevarlas de buena manera. Gracias a Dios considero humildemente que lo he hecho bien y me fue bien en lo personal.

— Durante tu paso por Vélez contaste que te apoyabas en un psicólogo, una herramienta que el futbolista parece reacio a utilizar, ¿fue un momento puntual o seguiste haciéndolo?

— Creo que es muy importante. No solo en la carrera del futbolista, en cualquier ámbito es importante. En mi caso soy un convencido de que hay que estar preparado desde todo punto de vista. Uno se entrena desde lo físico, pero también lo psicológico y mental hay que entrenarlo. Hay que prepararse de la mejor manera posible en todos los sentidos. Cuando surgió en Vélez la posibilidad aquella que teníamos a disposición, creo que fue de gran ayuda, fue de las primeras experiencias que tuve con un psicólogo deportivo. En este último tiempo estuve con Andrea Fernández, una gran coach deportiva, que a mí en lo personal me ayudó muchísimo. Es una gran contención para el futbolista. Pasan muchas cosas dentro de la cabeza del futbolista. Hoy todos saben que esto es en base a resultados, no solo de ganar o perder, sino resultados individuales, de poder rendir. Hay cuestiones que son difíciles de sobrellevar, de entenderlas. A veces hay ciertos bajones, las cosas no salen y uno se empieza a sumergir en un mundo que, de repente, no podés vivir tranquilamente. Uno empieza en una burbuja, se carga de cosas negativas, empieza a autoflagelarse, a preguntarse “¿por qué a mí?”. Son cosas que pasan en la cabeza del futbolista. Hoy es todo muy resultadista, uno quiere rendir de la mejor manera posible y hay que entender que a veces no se puede. Uno no es una máquina, trata de hacer lo mejor siempre, se entrena para dar lo mejor, pero a veces está expuesto a tener malos resultados.

— ¿Cuál fue el momento en el que decidiste buscar ayuda?

— Yo soy muy autoexigente conmigo en el día a día, en cada entrenamiento. Eso hace que a la hora de jugar a un partido y no llegar al rendimiento que creo merecer por lo que entrené en la semana, me sienta frustrado. No querés equivocarte, cometer errores, querés atajarlas todas. Porque así me preparo durante la semana, para tratar de llegar al día del partido de la mejor manera y hacer un partido con cero fallas. Es ahí cuando empiezan y pueden empezar a aparecer ese tipo de bajones. Cuando los rendimientos no son los deseados, los que uno pretende. Uno sabe que a partir de no estar bien pueden suceder cosas, que a final de cuentas pueden ser negativas para el desarrollo de tu carrera. Hoy quizás estoy con una edad que puedo entender otro tipo de situaciones y aceptarlas. Pero de todas formas, hablando de mi caso particular, soy muy autoexigente conmigo mismo. A la hora de un partido quiero que las cosas salgan bien porque hice todo desde el entrenamiento, desde el cuidado, desde la alimentación, el descanso, para que las cosas salgan bien. Cuando no salen, no encontrás explicación. Ahí es uno de los mejores momentos para que pueda aparecer esa persona, llámese coach deportivo o psicólogo deportivo. Para que te encamine nuevamente, te haga ver otras realidades. Porque uno llega a un momento en el que empieza a ver todo malo. Ese es el mejor momento.

— Una de las anécdotas más impactantes que contó Maravilla Martínez fue que terminaba las peleas y se encerraba en el baño para descargar en llanto toda la presión, la autoexigencia, ¿vos cómo descargas todo eso?

— No soy de explotar y he aprendido a lo largo del tiempo con este tipo de ayudas a aceptar la realidad que toca. Sea buena o mala. No son culpables las personas que te rodean. A veces uno llega a casa caliente, fastidioso y se la agarra con el primero que encuentra. Ese primero que encuentra capaz que es tu mujer o tu hija y no tienen la culpa de nada. Son los que están siempre bancando, te apoyan y te sacan adelante. Pero uno a veces no ve esa realidad, no entiende esas cosas, y es importante que haya una ayuda en lo psicológico para hacerte entender que las cosas que sucedieron adentro de la cancha tienen que quedar ahí. El día de mañana, prepararse de la mejor manera y no agarrarse con el que no tiene nada que ver.

— Hablás desde un costado reflexivo, medido, ¿Entonces el papel de “loco” es un envase que inventaste?

— No, lo vivo muy intenso. Cada entrenamiento, cada partido, con mucha intensidad. Es mi manera de vivir el fútbol. Cuando termina el entrenamiento o el partido uno baja los decibeles y vuelve a tierra. Se tranquiliza un poco. Pero adentro de la cancha me vuelvo un poco loco...

"No estaba cómodo ni feliz con la imagen que veía de mí" (FotoBaires)
"No estaba cómodo ni feliz con la imagen que veía de mí" (FotoBaires)

— Estuviste en un vestuario que, visto desde afuera, tenía a uno de los líderes más interesantes que hubo en el fútbol argentino reciente que es Juan Román Riquelme, ¿de qué manera ejerce el liderazgo?

— Todos sabemos lo que era dentro de una cancha. Esos tipos que te resolvían partidos cuando las cosas no se veían por ningún lado. Con su trayectoria, con la manera de ser. Creo que en mi caso particular siempre me trató de gran forma desde el primer día que llegué. Incorporándome al grupo rápidamente. Involucrándose con temas también personales. Son cosas que hasta el día de hoy estoy agradecido a Juan, porque si bien fue sólo un año el que estuvimos juntos, fue una linda relación, una amistad que perdura hasta hoy. Mantenemos ese contacto y ese vínculo.

— ¿Fuiste a comer los famosos asados a Torcuato?

— Sí...

— ¿Es buen asador?

— En aquellas oportunidades tocaba la parrilla, pero para picar algo que ponía el asador a la orden. No sé ahora cómo estará. Ahora está con más tiempo, se supone...

— Los vestuarios de los equipos grandes siempre están en la lupa del periodismo y aquel de Boca especialmente se vivió para afuera con cierta tensión, ¿Ustedes lo vivían así adentro?

— No, me tocó estar en muchos vestuarios y no ha habido nada fuera de lo normal. Lógicamente, como todo ámbito de trabajo, tenés un compañero con el que te llevás mejor que otro. Grupitos de compañeros que compartís más cosas, pero siempre hubo buena armonía, buena relación. No tengo nada para comentar o decir, porque estuvo siempre todo dentro de los parámetros normales. Mas allá que se decía una u otra cosa, la vida que llevamos ese año donde estuve fue tranquila y la pasamos muy bien.

— ¿Pero por qué genera tanta atracción la figura de Riquelme?

— Por todo lo que decía. Es un ícono de fútbol. Da gusto y orgullo poder compartir con una persona así. Con alguien que ha sido muy importante en el fútbol argentino, pero que también trascendió fronteras y fue importante en el plano internacional. Sin saber que iba a compartir con él, para mí era un ídolo. Tener la posibilidad de compartir un vestuario con un ídolo, es mucha cosa para uno y estoy contento de haber podido de compartir ese año con ellos.

— Hablaste de un gesto puntual que tuvo él con vos...

— Son temas personales, pero siempre agradecido por cómo se comportó conmigo desde el primer día que llegué.

Llegó a Boca en 2011 desde Peñarol y luego jugó en Vélez, Rosario Central y en el fútbol mexicano (FotoBaires)
Llegó a Boca en 2011 desde Peñarol y luego jugó en Vélez, Rosario Central y en el fútbol mexicano (FotoBaires)

— Hace poco te quejaste porque no te citaron a la selección de Uruguay, ¿Qué autocríticas haces vos? ¿Lo entendés?

— No, no lo entiendo. Y por eso me gustaría saber, preguntar. Capaz que está el que te dice: “¿Qué te comiste? ¿Te comiste el cuento? ¿Cómo no lo entendés?”. No lo entendés porque no diste algo o no le gustás, lógico. Pero creo que deportivamente hice mucho para poder tener esa oportunidad. Sin compararme con ninguno de los 15 arqueros que han citado a lo largo de estos 10 años. Creo que tuve muy buenos momentos y lamentablemente no llegó esa oportunidad. Quién saber por qué y quizás algún día pueda llegar a tener la respuesta de primera mano. Por ahí escuchas o alguien viene y te comenta, pero la realidad es que nunca tuve una conversación con nadie del cuerpo técnico de la selección de Uruguay. Siempre fue un objetivo que tuve por delante, un sueño por cumplir. Más allá de que no se me dio y el tiempo pasó, no pierdo la fe. Seguiremos trabajando por cumplir ese sueño.

— Es raro que un futbolista salga así a reclamar porque no lo citaron, ¿Qué significaría para vos? Porque evidentemente te tiene a maltraer hace tiempo...

— Sí, es algo que deseo y anhelo con toda mi alma desde hace mucho tiempo. Soy una persona muy pasional por ahí y ese objetivo de poder cumplir ese sueño lo tengo muy latente desde hace tiempo. Cada vez que pasa una convocatoria y cada año que pasa, cada Copa América que pasa, cada Mundial que pasa, uno se va cargando de más ganas todavía. Por ahí sea ese el tema. Quizás la última oportunidad que tengamos sea el Mundial de Qatar y no pierdo el sueño de estar ahí.

— Lugano en una entrevista dijo que el futbolista tiene mucho más poder que el presidente de la nación, ¿coincidís?

— Como bien dijo Lugano, lo que transmite el futbolista lo consume mucha gente, muchos niños, muchos jóvenes, adolescente, es importante dar una buena imagen, un buen concepto. No un consejo, pero sí por ahí palabras acertadas. Creo que tiene mucha llegada el futbolista en la sociedad, del club que sea. Todos tienen hinchas, seguidores. Creo que la imagen que uno pueda llegar a dar, el mensaje que pueda transmitir es importante y tiene mucha llegada a la sociedad. Hay que tener cierta medida y poder hacer las cosas bien y caminar siempre por el camino del bien.

— ¿Creés que el futbolista vive en una burbuja? Especialmente en Latinoamérica es un privilegiado si tenemos en cuenta el nivel de ingreso económico que tiene

— Creo que muy poca gente sabe del sacrificio que vive el futbolista, las cosas que le toca pasar. Dicen la carrera del futbolista es fácil y bueno, digo yo, ¿por qué no fuiste futbolista si es fácil? Muchas veces respondo así porque me sacan cuando vienen con “qué fácil es jugar al fútbol”. Si es fácil, hubieras jugado el fútbol, les digo. No es fácil. Llegar a primera división es un filtro muy grande. Tuve en el proceso de juveniles muchísimos compañeros que han resignado todo, estudios, que resignaron todo por tratar de cumplir ese sueño de llegar a primera. Después quizás llegan varios y por ahí no son todos los que se sostienen. Después es tan importante sostenerse como llegar. No es una vida tan fácil como parece. Después empiezan a surgir las responsabilidades, las presiones como hablábamos antes, que no todos están preparados para sobrellevarlas. Creo que desde mi punto de vista no es, como muchos dicen, una carrera fácil de sobrellevar. En este caso, estamos desde el domingo hasta el sábado encerrados. ¿Pensás que no tengo ganas de estar en mi casa con mi nena, con mi señora, de ver a mis padres? No tengo la posibilidad de ir y decir: “Sabés qué Falcioni, me voy a ir a casa porque tengo ganas de ver a mi nena”. Y así te puedo contar mil detalles que quizás escapan al conocimiento de la gente cuando tiran ese concepto de que es fácil jugar al fútbol.

— Se hablan de cifras en el fútbol que para los que estamos desde afuera muchas veces parecen parte de una ficción, ¿Cómo es tu relación con el dinero? ¿Cuánto valor le das tanto en el día a día como para elegir clubes?

— Soy, la verdad, una persona muy ahorradora desde el primer momento. Desde séptima división, que empecé a cobrar mi primer sueldo, empecé a ahorrar plata. Me acuerdo que dos o tres años después que empecé a cobrar ese sueldo, mientras mis compañeros quizás gastaban en shopping o en ropa, yo ahorraba y me compré un jeep del 51 con 16 años. No se podía manejar en la ciudad pero lo sacábamos al balneario y andábamos con el Jeep del 51. La verdad que era feliz. Me considero un tipo medido. Quizás hoy te dicen: “Te sacaste una foto el otro día con un auto carísimo”. Sí, pero creo que lo adquirí en el momento que podía adquirirlo. No lo adquirí a los 22 años cuando era todo poner ahí el capital en ese vehículo. Lo adquirí en el momento que se pudo, cuando me vi la posibilidad de cumplir ese deseo. Lo hice porque en una conversación que tuvimos con mi señora me acuerdo que me dijo: “¿Vos te lo merecés?”. Sí, le digo. “¿Tenés como sostenerlo?”. Sí... “Y bueno, entonces date el gusto porque te lo merecés”. La verdad que creo que es así. Hay momentos en la vida para todo y considero que desde ese punto de vista financiero-económico hemos trabajado bien lo que nos ha tocado ingresar. También en los últimos tiempos ha surgido la imagen alrededor del futbolista del asesor financiero y creo que también es importante abrirse, escuchar. Después es uno el que saca las conclusiones. Hay personas de buena fe, que tienen buenas intenciones de encaminar a uno en ese aspecto que es importante. Uno es futbolista, después el otro tema, el económico y mover bien las piezas, a veces puede ser ajeno a lo que es la carrera del futbolista. Pero hay hoy en día muchas personas dedicadas a eso que creo que son importantes y es importante que tengan el acercamiento con los jugadores.

— Sos un tipo experimentado que pasó muchas cosas, pero viviste desde adentro todo lo que pasó con Julio Falcioni en el último tiempo, ¿Qué enseñanza te dejó a vos puntualmente?

— Una total admiración con él. Se ha sobrepuesto a muchas dificultades. Incluso antes de este último episodio que todos conocen ha pasado por momentos dificilísimos y ha salido adelante. Con tremenda personalidad... Para mí es una gran admiración. Son situaciones difíciles, de las verdaderamente difíciles y complicadas de la vida. Y el tipo siempre estuvo ahí. Cuando el equipo quizás estaba en instancias decisivas, de una u otra manera, se hacía un momentito para aparecer, estar con nosotros y apoyar. Sabiendo también que su imagen para este plantel es importante, su presencia es importante. Mucha admiración y respeto porque en ese momento desde lo personal estuvo presente con el equipo en todo momento. Si hay una palabra de mi parte es admiración y respeto por lo que hizo por nosotros y las situaciones que le tocó atravesar: se pone de pie y sigue adelante.

El tatuaje que se hizo en la cabeza (Foto: Matias Napoli - Prensa Independiente)
El tatuaje que se hizo en la cabeza (Foto: Matias Napoli - Prensa Independiente)

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