La imagen del corredor apretando el puño, mirando al público y celebrando un apresurado triunfo justo antes de cruzar la línea, mientras por su espalda pasaba otro competidor que finalmente se quedó con la victoria, fue replicada por miles de usuarios de todo el mundo en las redes sociales este fin de semana. Esa insólita escena generó de inmediato una catarata de comentarios, bromas y memes. Pero detrás de ella hay una historia que contar.
Mateo Bustos tiene 24 años, es argentino y es el protagonista de este singular episodio ocurrido el último domingo. El final de competencia corresponde a un triatlón celebrado en Sagunto, España, en el que participó y terminó -como exponen las imágenes- en segundo puesto debido a su anticipada celebración.
El joven oriundo de Laprida, provincia de Buenos Aires, consiguió en España un trabajo como guardavidas y por eso hace tres semanas abordó un avión rumbo a su nuevo hogar, dejando por detrás a su familia y sus amigos. Lo que no pudo dejar en su tierra natal fue su pasión por el deporte.
Hasta los 18 años jugó al fútbol en Platense, club de su pueblo, pero cuando comenzó el profesorado de educación física decidió dejar de lado el sueño de brillar en una cancha y priorizó los estudios: “Una lesión me podía hacer perder un año de carrera”, explicó en diálogo con Infobae al recordar que los problemas físicos solían ser recurrentes. Además de haber tenido algunos desgarros y molestias musculares, Mateo padece esguince crónico en los dos tobillos, pero esto no le impidió seguir entrenando y por eso comenzó a participar de algunos triatlones.
Estas pruebas tienen tres etapas: natación, ciclismo y pedestrismo. La de este domingo, por la cual se hizo viral, era un sprint, una de las más cortas: 750 metros de nado, 20 kilómetros en bicicleta y 5 kilómetros a pie, similar a la que había ganado en Tandil en marzo de este año.
Pese a ser su primer triatlón en España, Mateo tuvo un gran inicio y arrancó la etapa final en el pelotón de arriba: “Cuando nos bajamos a correr yo estaba en la cuarta posición y ellos (los líderes) imponiendo buen ritmo. Ahí yo traté de que no se me escapen pero tampoco salí al cien. Quería hacer una carrera de menos a más. Después veo que ellos se empiezan a quedar y yo me voy acercando. Ya en el kilómetro dos paso a liderar la competencia”.
En el recorrido, el argentino fue tomando una ventaja considerable de 20 metros con respecto a su inmediato perseguidor y se adentró así al final: “En los últimos 200 metros miré para atrás y aceleré el ritmo porque vi que la carrera era mía”. Al quedar a pocos pasos de la línea de llegada no pudo aguantarse, miró al público y festejó antes de tiempo, sin advertir que otro competidor estaba pasando por detrás suyo y le estaba quitando la victoria.
“Por mi derecha pasó Germán (quien resultó ganador) como un avión y veo que se me escapa la carrera”, recordó. “Se me nubló la cabeza, me enojé, pero fueron milésimas de segundo”. Es que Mateo estaba viviendo un momento especial y perdió por un segundo la concentración. Ese domingo era el Día del Padre, el primero que pasaba lejos de su país: “También era el cumpleaños de mi abuelo y se la iba dedicando a ellos, por eso el festejo”.
Una vez terminada la competencia, al cruzar la meta y colgarse la medalla por el segundo puesto, el joven corredor siguió lamentándose por lo ocurrido y como no tenía familiares allí, quienes se le acercaron a consolarlo fueron dos pequeños curiosos: “Vino una nena de cinco años y un nene de cuatro. Me preguntaron cómo había salido. La nena me dijo ‘Para mi has ganado tu’”.
Lo más insólito es que Germán, el español que terminó primero, le pidió perdón por haberlo pasado en el tramo final: “Se disculpó por haberme robado la carrera y yo le dije que no pasaba nada porque la carrera termina cuando cruzas el arco. Después a la noche me mandó un mensaje de nuevo pidiéndome disculpas”.
Después de semejante carrera, Mateo llegó a su casa, se bañó y cuando estaba dispuesto a dormir recibió un mensaje de su entrenador: “Dije, ‘que no sea el final de la carrera’ y cuando lo vi me quería morir”. Una espectadora había registrado ese momento con su celular y la escena se había vuelto viral. En un par de horas le llovieron mensajes de amigos y familiares y al día siguiente varios medios españoles lo contactaron para que preste testimonio de lo que había ocurrido.
Pese a que en las redes sociales muchos usuarios se mofaron de su desgracia, él no tiene problemas en que algunos se rían: “Lo tomé con mucho humor porque yo soy así y lo que trato de hacer ahora es sacarle lo mejor y aprender porque el domingo me tocó a mí, pero le ha pasado a grandes deportistas y mañana le puede tocar a otro. De cada situación se aprende algo nuevo”.
Ahora, el argentino está mentalizado en el próximo fin de semana en donde volverá a competir en el marco de la tercera fecha de la Liga de Clubes. Es que él, junto a otros de sus conocidos en España, forman parte del Multisport de Benitachell, un equipo que milita en la tercera categoría del país europeo.
Gracias a su inclusión, las inscripciones a estas carreras las tiene asegurada, pero sigue teniendo una fuerte presión económica encima: “La plata que recaudo trabajando la uso para comprarme zapatillas y entrenar, porque no tengo sponsor. Es todo a pulmón”, aclara mientras espera que sus esfuerzos den frutos y que alguna empresa apoye su sacrificio.
Con respecto a ese final que lo volvió viral, Mateo le advierte a sus nuevos fans: “No va a volver a pasar”.
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