-Hijo, estás despedido. Debes dejar el equipo.
Era diciembre del 2012, cuando Rod Higgins vivió uno de sus peores momentos como profesional. El ex jugador, que había estado 13 temporadas en la NBA, ocupaba en ese momento el puesto de general manager de Charlotte Bobcats. Michael Jordan, su íntimo amigo, lo había llevado a la franquicia que había adquirido pocos años antes. Pero, claro, lo puso para tomar decisiones... Y la más dura, admite hoy, fue echar a su hijo Cory del equipo luego de que el escolta que este martes fue campeón de España con el Barcelona no convenciera en sus 45 partidos con el equipo entre 2011 y 2012.
“Teníamos que hacerle lugar a otro jugador (Jeff Adrien) y preferí informárselo en persona. Es parte del negocio. Lo personal es lo personal, pero desde el momento en que el jugador pasa a formar parte de un equipo, sabe que esto puede ocurrir. Fue un momento que nunca olvidaré, porque no deja de ser mi hijo, pero esto es así. Deberá seguir buscando un lugar en esta liga. Lo bueno es que ya ha demostrado poder con la presión y con los rumores de favoritismo que le han acompañado desde que llegó a la franquicia”, dijo su padre, quien construyó una estrecha relación con MJ durante su época en la que ambos jugaron juntos en los Bulls, en las primeras tres temporadas de Su Majestad en la NBA. Fue en 1985, cuando a Michael se le rompió el auto y Rod, un alero de 2m00, lo recogió para llevarlo hasta la casa.
Cinco años después, nacería Courdon Dennard, luego apodado Cory, y gracias a la amistad íntima entre ambos, Michael se convirtió en su padrino. El lazo entre ambos –y sus familias- se fortaleció con el tiempo y Jordan lo contrató como asistente del GM cuando fue parte dueño de Washington Wizards. Y lo repitió, años después, en Charlotte, ya como principal en el cargo del manejo del básquet en la franquicia.
“Empecé a jugar tan pronto como pude agarrar una pelota, ni lo recuerdo, tal vez desde los tres años. Mi padre me lo enseñó prácticamente todo. Es la razón por la que juego a básquet, de donde saco mis fundamentos e inteligencia en la cancha. Pero no ha sido mí única influencia. Claro que Michael también lo ha sido, dentro y fuera del campo. Yo era alcanzapelotas cuando volvió a jugar aquellas dos temporadas en Washington, cuando mi padre trabajó ahí. Ha sido una gran inspiración más allá de ser mi padrino. Y el mayor impacto que tuvo en mí, sobre todo a partir de sus consejos, es que soy una persona más discreta, calmada y selectiva en mis relaciones”, contó en alguna oportunidad quien se ha convertido en uno de los mejores perimetrales de Europa en estos últimos cinco años. Pero, claro, como él mismo describe, Cory prefiere hablar en la cancha. Introvertido y de carácter tranquilo, no le gustan las entrevistas y prefiere volar bajito. No quiere ser la estrella que es en la cancha.
“Nadie habla de Higgins, pero está siendo el mejor jugador de esta Copa”, dijo Pablo Laso, DT del Real Madrid, antes de que de Barcelona se quedara con la Copa del Rey, en febrero, con Cory siendo el MVP con 19 puntos de promedio. El alto nivel del escolta, compañero del argentino Leandro Bolmaro, se mantuvo durante esta temporada con Sarunas Jasikevicius como DT, incluso en estos playoffs y en la final ante el Real Madrid de Nico Laprovittola que coronó la 19° Liga ACB para los culés. “No tengo apodos, soy un tipo sencillo”, dijo en el medio de los festejos, prefiriendo que los focos fueran con los Pau Gasol y Nikola Mirotic, las superestrellas del Barsa. A él y al equipo les faltó la Euroliga –perdieron la final ante el Efes turco-, aunque Higgins hizo un superior aporte para conseguirla al promediar 15.4 puntos en playoffs y 13.1 en el Final Four.
El ahijado de Jordan se hizo camino al andar. Se formó en la Universidad de Colorado, donde jugó bien -promedió 15.2 puntos y fue elegido para el tercer mejor quinteto de la conferencia Big 12-, aunque no descolló. Por eso, seguramente, no resultó elegido en el draft 2011. Terminó en un campus de pretemporada con los Nuggets, pero fue cortado y tuvo que tomar otro camino. Los Erie BayHawks de la D-League –liga de desarrollo de la NBA- lo seleccionaron en el draft y llegó a jugar muy buenos cinco partidos, cuando le llegó la oportunidad. De la mano de su padre y de su padrino… Pero el sueño NBA duró poco, aquellos 45 partidos, con pocas oportunidades. Poco más de 10 minutos por juego, pocas veces siendo parte de la rotación del peor equipo de la NBA –en la 11/12 apenas ganó nueve de 66 partidos-. Peor todavía le fue en el comienzo de la 12-13, cuando la presión por mejores resultados obligó a MJ y Rod a buscar otras opciones…
Higgins tuvo, entonces, que volver a la D-League. Retroceder un paso para tomar fuerza. Pero se cansó de ese camino y apostó por otro: Europa.
“Es difícil triunfar en la NBA y es habitual tener que buscarse la vida en el extranjero”, contó, con algo de resignación, el escolta. El peregrinaje europeo, en 2013 en el Zenit de San Petersburgo y, después, en el Gaziantep de Ankara. “Uno, cuando juega en Estados Unidos, piensa que todo va de una manera, pero cuando compites en Europa te das cuenta de que tienes que aprender de nuevo muchos aspectos y detalles del juego”, comentó. En Turquía lo vio el poderoso CSKA ruso, con el que firmó en 2015 y estuvo hasta conquistar la Euroliga, en 2019. “Cory es un tipo tímido y callado. Es muy leal en la cancha y sabes que siempre va a dar la cara. Aunque su estilo no sea el típico de los americanos. Es muy buen defensor y muy efectivo en las finalizaciones. Tiene un último paso muy bueno y es muy hábil, un poco al estilo de Tony Parker”, comparó el español Sergio Rodríguez en relación con el base francés, cuatro veces campeón de la NBA con San Antonio, y retirado en 2019 en Charlotte.
Tras sus muy buenos cuatro años en Rusia y tras el máximo logro, Higgins dio el salto al Barcelona en un traspaso rutilante en aquel mercado de pases. “Todo el paquete compré cuando decidí venir aquí: el equipo, la ciudad, el club, la directiva, todos me demostraron que me querían aquí. Además voy a empezar una familia ésta era la mejor opción”, contó. Esta temporada volvió a tocar el cielo con las manos. Y, de alguna forma, se acordó de aquel despido a boca de su padre. “Me sirvió. Cada mal momento me hizo crecer. Me hizo mejor. Como cada consejo suyo. La carrera de un atleta está hecha de buenas. Y de malas. Hay que aceptarlo y seguir buscando nuestros sueños”, cerró Cory. Ser el ahijado de Su Majestad e hijo de un NBA no fue suficiente para él.
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