Fue el caballero de lo imposible. Autor de hazañas que trascendieron y considerado por muchos, entre ellos Enzo Ferrari, como el mejor piloto de la historia. Tazio Nuvolari fue ganador e ídolo de multitudes antes del nacimiento de la Fórmula 1. El italiano fue un piloto extravagante y completo que compitió durante 30 años. Sus actos de valentía suicida y sus fantásticas victorias llevaron su nombre a una dimensión casi irreal.
Nuvolari despierta admiración cuando se lo pronuncia y por lo general se acopla a calificativos como heroísmo, bravura, leyenda, mito, etcétera. Y fue el mismo Tazio quien alimentó esa imagen. Durante toda su campaña realizó actos que rozaron casi el límite de lo inconsciente y que le dieron una fama sin igual entre los aficionados. Con apenas 155 centímetros de altura fue el abanderado de hacer realidad maniobras que para cualquier otro mortal hubiesen sido una utopía.
Tazio Giorgio Nuvolari nació el 16 de noviembre de 1892 en un pequeño pueblo de 4.200 habitantes llamado Castel d’Ario, en la provincia de Mantua. Se crió en una familia trabajadora que se dedicó a la agricultura, que vivió sin apremios económicos, aunque tampoco ostentó lujos.
El 5 de septiembre de 1904, “Nivola”, como se lo conoció, vio por primera vez una carrera de autos, recuerda el sitio oficial que recopila toda su vida. Fue en el circuito de Brescia donde quedó impresionado por la velocidad y por los pilotos de la época: Vincenzo Lancia, Felice Nazzaro, Alessandro Cagno y Victor Hémery. Ese año y el siguiente vivió dos episodios que lo marcaron: su tío Giuseppe le enseñó a conducir una moto. Y luego, una noche, Tazio robó el coche de su padre y lo condujo a la luz de la luna. Más tarde dijo “Tenía unos 13 años. ¿Qué tan rápido manejé? Cerca de 30 km/h, no más…”.
A los 23 años empezó a domar las cuatro ruedas al volante de ambulancias de la Cruz Roja y camiones y autos del ejército italiano en la Primera Guerra Mundial. Un día se salió de la ruta y el oficial que estaba con él le dijo: “Escúchame: olvídate de conducir. No estás hecho para este trabajo...”
Su primera carrera fue el 20 de junio de 1920, en Cremona, pero en el motociclismo se conocieron sus hazañas. Por ejemplo una vez en Monza, Italia, tuvo un fuerte accidente en los entrenamientos y se rompió las dos piernas. Se las enyesaron hasta casi la ingle y lo enviaron a su casa. Al otro día apareció en la grilla de partida, atado a su moto, y los mecánicos lo mantuvieron erguido. Largó, venció y les pidió a gritos a sus mecánicos que lo agarraran para no caerse, ya que no pudo apoyar los pies, según cuenta un artículo de Bruno Passarelli (en el portal Fútbol, fierros y tango), que brindó varios datos de la vida de Tazio.
Empezó a ganar y las carreras fueron su fuente de ingresos, algo clave para alguien que ya era padre de familia. En 1917 se casó con Carolina Perina y en 1918 nació su primer hijo, Giorgio. Diez años más tarde llegó Alberto.
Tras dominar en las dos ruedas en 1924 fue convocado a una prueba en Alfa Romeo sobre el famoso P2, considerado el mejor auto en ese momento. Aunque en el ensayo Tazio despistó, rompió el coche y tuvo múltiples heridas. Siguió compitiendo y sus principales rivales fueron Achille Varzi y Giuseppe Campari. En 1928 fundó su propio equipo y con una Bugatti logró uno de sus triunfos más importantes en Tripoli (primer éxito internacional) y luego en El Pozzo.
En esa época, competencias del tipo “Grand Prix”, la precuela de F1, estaban a cargo de la Asociación Internacional de Clubes de Automóviles Reconocidos o la Association Internationale des Automobile Clubs Reconnus en francés (AIACR), que empezó a tener más peso que la propia Federación Internacional de Automóvil (FIA), creada en 1904. Los mejores corrieron el Campeonato Europeo de Pilotos, que con el nacimiento de la F1 en 1950 pasó a llamarse Campeonato Mundial de Conductores.
Tazio ya era uno de los mejores y el ingeniero Vittorio Jano, responsable de Alfa Romeo, le dio una oportunidad en 1930 y a bordo de un 1.750 oficial superó a Varzi en las Mil Millas y se quedó con una gran victoria. Tras la carrera Varzi le reclamó Jano y a los otros popes del equipo: “No hay lugar para los dos en Alfa, o él se queda o me quedo yo”. La respuesta fue: “Él se queda”. Varzi se fue a Bugatti.
Nivola compartió las motos y los autos. Fue un coraje a toda prueba y empezó a convertirse en leyenda o en un mito viviente, pero con virtudes muy reales:
-En una oportunidad se accidentó corriendo en auto y quince días más tarde consiguió una moto de 350 cm3 y ganó una carrera contra las de 500 cm3.
-Dos años después se accidentó en moto y a los siete días, con la espalda aún en carne viva, volvió a correr.
-Corrió un Gran Premio de Alemania con una pierna rota en dos partes, soportada por una estructura de hierro y llegó quinto. El accidente de 30 días antes había sido el más grave de su vida.
-Dos años más tarde se fue de pista a 200 km/h y se lesionó gravemente la espina dorsal, pero tres días después largó una carrera. Lo llevaron levantado hasta el auto, porque estaba vendado y no podía caminar.
-En dos oportunidades salvó su vida tirándose del coche en marcha e incendiándose.
-Fue el único en llegar a los 360 km/h en un coche en los años ’30.
-Ganó las Mil Millas de 1932 luego de apagar los faros durante muchos kilómetros por la noche para ocultarse de sus rivales. Cuando llegó al puntero, Varzi, encendió las luces y lo sorprendió.
-Intentó terminar una carrera sentado sobre una bolsa de naranjas y limones tras arrancar su asiento.
-Salvó de forma milagrosa su vida luego de chocar a 150 km/h contra un ciervo, del que luego embalsamó su cabeza y la colgó en su casa de Mantua.
Ya era el número uno y un tal Enzo Ferrari fue un gran admirador suyo. Fueron colegas e incluso le pidió a Nivola que le explicara cómo era su técnica para doblar deslizando el auto, como haciendo un derrape a la máxima exigencia. Ferrari siempre quiso ser como Tazio, fue su máximo referente y lo inspiró.
“Fueron muchos los que intentaron imitarlo. Muchos se acercaron a su técnica probando una y otra vez, pero en las curvas más duras terminaban por levantar el pie, ‘telegrafiando’ con el acelerador. Ninguno, repito, osaba mantener el pedal a fondo como Tazio”, contó Ferrari en su libro “Pilotos, qué gente”.
Una vez que Enzo se retiró como piloto lo tuvo a Tazio en la Scuderia, que en sus primeros años usó autos de Alfa Romeo en su equipo de carrera. En 1932, Ferrari le sacó dos pasajes, ida y vuelta, para la Targa Florio, una de las carreras más importantes de la época. Ahí Nuvolari le dijo a modo broma, pero también en serio: “Mucha gente dice que usted es un buen administrador, pero están equivocados. O mienten. Usted debería haber comprado solo un boleto de ida, porque cuando alguien participa de una carrera, no es mala idea la de tener en cuenta que tal vez regrese dentro de una caja de madera”.
En la previa esa carrera, Nuvolari manejó con Campari a su lado, pero perdió el control y el coche voló al borde de un precipicio. Campari pudo saltar antes y el auto dio una serie de vuelcos. “¡Tazio, Tazio!”, gritó Giuseppe. Nivola apareció con la cara toda lastimada por los arbustos y le dijo “cállate, no hables fuerte que cerca del coche hay un nido de codornices con crías recién nacidas, ven a verlas”. Ese año Nivola fue campeón europeo, el título más importante de ese entonces.
En 1933 Tazio, junto al francés Raymond Sommer, compartió un Alfa Romeo 8C y ganó las 24 Horas de Le Mans, donde el italiano tapó un agujero del tanque de nafta con un chicle.
Sin embargo, en 1935 llegó su máxima proeza en lo que fue conocida como la “Victoria Imposible”. Un año antes volvieron al Campeonato Europeo los coches alemanes, Mercedes y Auto Unión que tuvieron el respaldo económico del flamante Gobierno nazi (habrían sido 450 mil marcos de ese entonces).
La competencia fue el 18 de julio en Nürburgring, de 22,8 kilómetros. Fue inaugurado en 1927 y desde entonces se convirtió en el circuito más largo y peligroso del mundo. Se corrió el Gran Premio de Alemania en el marco del Tercer Reich con Adolf Hitler como Fuhrer y con 300.000 espectadores, entre ellos muchos nazis que eran funcionarios y miembros de las SS y de la Gestapo.
El sitio Alfistas relata que antes de la largada un alto jefe de la Wehrmacht, las fuerzas armadas unificadas germanas se acercó a Nuvolari y le dijo:
-”¿Es consciente de que por su forma de conducir puede morir cualquier día en la pista?”.
-Tazio le respondió: “¿Y usted dónde cree que morirá?”.
-”¡Espero que tranquilo en mi cama!”, contestó el militar.
-”¿Y no se pone nervioso cada noche cuando se va a dormir a la cama?”, replicó Nivola.
Más allá de que la Alemania nazi era aliada de la Italia del fascista Benito Mussolini, la carrera fue en un contexto de máxima tensión por la gran rivalidad entre los coches germanos e italianos.
Unos meses antes de la carrera hubo un cambio reglamentario que favoreció a los coches alemanes por el apoyo económico que tuvieron para hacerlo y desarrollarlo. Los motores de los monopostos (autos de fórmula) pasaron de 3.360 cm3 a 3.900 cm3, una potencia cercana a los 355 caballos a 5.800 revoluciones. Una bestialidad para la época.
Largaron tres Mercedes manejados por Luigi Fagioli, Manfred Von Brauchitsch y Rudolf Caracciola, y tres Auto Unión con Hans Von Stuck, Bernd Rosemeyer y el propio Varzi. Nuvolari representó a la Scuderia Ferrari, corrió con un Alfa Romeo P3 modificado y 100 caballos de potencia menos. Aunque con un manejo endiablado empezó a superar rivales durante las 22 vueltas. Luego de 502 kilómetros, en los últimos metros Von Brauchitsch llegó adelante, pero Tazio apareció y lo atacó de tal forma al alemán que le hizo romper sus gomas. “Me di cuenta de que me perseguía el demonio”, admitió Von Brauchitsch. Nivola capturó la punta y ganó la carrera de su vida que pasó a la historia como la “Victoria Imposible” por su inferioridad mecánica, la cantidad de autos alemanes y por el escenario.
Por esa hazaña los alemanes se rindieron ante él y en 1938 y 1939 corrió para Auto Unión y ganó tres carreras, Monza, Donington y Belgrado. Fueron de sus últimos triunfos de un total de 107 que logró en carreras 277 entre autos y motos.
Tras la Segunda Guerra Mundial y con 54 años, el 3 de septiembre de 1946 tuvo su última gran hazaña. En Turín con una Cisitalia D46 manejó dos vueltas con el volante en la mano. El público empezó a delirar y lo ovacionó. Hasta que en el cuarto giro paró en los boxes y se develó el misterio: el volante se había desprendido del soporte de la barra de dirección y Tazio logró controlar el coche y tomar las curvas girando la columna de la dirección con una pequeña llave inglesa.
A todos estos hechos reales la imaginación popular le agregó muchos otros, pero eso no le quita méritos. Sus victorias contra los coches alemanes, muy superiores y que estaban dispuestos a arrasar con las carreras, fueron siempre fantásticas.
En 1948, Ferrari lo volvió a convocar para que manejara uno de sus autos. Una anécdota que también recoge el libro “Pilotos, qué gente”, cuenta que “Ferrari convocó a Tazio para que condujera un 166 Inter. Muy pocos querían ir de copiloto con Nuvolari después de haber escuchado los escalofriantes relatos de Guidotti (copiloto suyo en los años ’30). El Commendatore me presentó a Tazio y le dijo: ‘Éste tiene 100 horas de vuelo, estuvo en la guerra y fue bombardeado varias veces. No tendrá miedo. Irá contigo”. El testimonio fue de Sergio Scapinelli, su copiloto en las Mill Millas de ese año y describió a Nivola como “un mago haciendo esquiar el coche con total control”.
En 1952 sufrió un derrame cerebral que deterioró su salud. Sus pulmones también se vieron muy afectados y falleció el 11 de agosto de 1953. Hasta sus últimos días negó su retiro de las pistas y siempre pensó en volver. Pero a sus 61 años pasó a la inmortalidad y lo despidieron entre 25.000 y 55.000 personas, la mitad de la población de Mantua. Pusieron su féretro sobre un chasis de un auto y lo empujaron Juan Manuel Fangio, Alberto Ascari y Luigi Villoresi, entre otros. Descansa en una tumba familiar y en su puerta hay una inscripción que dice: ‘Correrai Ancor Più Veloce Per Le Vie Del Cielo’ (correrás aún más rápido por los caminos del cielo).
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