Las esperanzas y el sueño de ser el primer argentino en conquistar un título en la mayor empresa de artes marciales mixtas del mundo volverán a recobrar vida éste sábado en el Apex de Las Vegas para Santiago Ponzinibbio.
El oriundo de La Plata se enfrentará al estadounidense Miguel Baeza en el UFC Fight Night 189 con el objetivo de llevarse una victoria que lo vuelva a posicionar en el ranking para ser uno de los candidatos a luchar por el cinturón de los pesos welter de la empresa. Para ello deberá quebrar el invicto de Caramel, que lleva 10 triunfos consecutivos (7 por KO).
Gente Boa se presentará en La Ciudad del Pecado después de haber transitado dos años muy difíciles a nivel personal, en los que tuvo que superar una lesión que lo pudo alejar de las artes marciales mixtas de por vida, padecer una derrota inesperada en su regreso al octágono y sufrir la muerte de un ser querido por coronavirus.
Sin embargo, en diálogo con Infobae, el luchador de 34 años se mostró sumamente motivado y decidido a aplastar a su nuevo rival: “El objetivo es poner la primera derrota en el historial de este chico”.
Todo marchaba bien para Ponzinibbio después de la victoria por nocaut que consiguió ante el estadounidense Neil Magny el 17 de noviembre del 2018 en el UFC 140 que tuvo lugar en el Parque Roca de Buenos Aires.
Ante su gente, el argentino protagonizó la pelea estelar de la velada, se llevó el bonus a la mejor performance, alcanzó su séptimo triunfo consecutivo y se perfilaba como un serio candidato a luchar por el cinturón de la categoría. Pero todo se desvaneció de un momento a otro. De encabezar las carteleras principales pasó a luchar por su vida en pocos meses.
“Pasé por problemas muy duros antes de la pandemia”, recuerda Santiago sobre lo ocurrido en mayo del 2019. “Tuve una infección en la sangre y fue bien complicado. Me hospitalizaron, me llenaron de medicamentos, me pusieron un catéter hasta el corazón con un montón de medicamentos. Cuando estaba por terminar el tratamiento me empezó a levantar fiebre por una mala reacción, me volvieron a internar porque el medicamento me había matado todos los glóbulos blancos, no tenía defensas”, explica.
Algo que parecía resolverse en cuestión de días, le demandó tres meses de internación.
Pero eso fue solo el comienzo. Tras abandonar el hospital viajó a Las Vegas para comenzar con la rehabilitación y allí empezó a notar dolores en su rodilla… “Pasaban las semanas, seis, siete y no mejoraba. Me hice una resonancia y finalmente los médicos me dijeron que tenía una infección en el hueso y que quizás no podría volver a pelear nunca más en mi vida”.
“Me volví a Miami para hablar con el infectólogo que me había atendido. Ahí empezamos a hacer otros estudios y descubrimos que tenía otro problema, una artritis reactiva. Tuve que tomar un montón de corticoides. Todo el 2019 me lo pasé peleando con la salud”, recuerda.
Fueron meses de rehabilitación y terapia hasta que pudo sobreponerse y comenzar a entrenarse con cierta normalidad. Sin embargo, ese largo período fuera del torneo le había jugado en contra en su lucha incansable por el título. Tras vencer a Magny había escalado al séptimo lugar en el ránking; para el 2020 ya no formaba parte del top 10.
Como si no fuera suficiente, en plena recuperación irrumpió el coronavirus. Una enfermedad que lo golpeó muy de cerca tanto a él como a su familia: “Me agarró la pandemia en Estados Unidos, estuve un mes con COVID-19 y en el medio falleció mi abuelo por esto”.
“Él estaba muy bien. Tenía 99 años e iba a cumplir 100 diez días antes de su muerte. Realmente estaba muy bien. No tomaba ningún medicamento, estaba súper saludable. Se agarró el virus tomando mate en su casa. Mi familia no me quiso decir, lo intentaron ayudar, le pusieron un enfermero en la casa y todo. Tuvo neumonía bilateral. Él estaba en la casa porque a esa edad no lo quería agarrar nadie. Imaginate, con 99 años nadie se quería hacer cargo de él. Lo intentaron ayudar un poco como pudieron pero no aguantó, estuvo una semana, pero no aguantó más”.
Mientras que su abuelo luchaba contra el virus acompañado de su familia, Santiago continuaba preparándose para su presentación ante Baeza: “Yo me enteré solamente cuando falleció, ahí me llamaron. Antes no me quisieron decir porque sabían que me estaba preparando para pelear y sabían que si me decían que estaba mal solamente me iba a angustiar y preocupar. Finalmente cuando falleció me llamaron y fue ahí que me contaron que estuvo una semana con COVID-19, que le habían conseguido enfermero y oxígeno, que lo intentaron ayudar pero que no lo resistió”.
“La verdad es que yo pago un precio muy alto por lo que estoy haciendo. me fui de Argentina con 20 años, comencé muy de abajo, peleé mucho. Ya son 14 años que prácticamente no veo a mi familia o la veo muy poco, cuando voy a Argentina es poco el tiempo que paso con ellos y ellos también tienen sus actividades y les cuesta venir. Si bien la tecnología ayuda, cuando pasan estas cosas te das cuenta de que el precio que uno paga por hacer lo que uno eligió es muy alto”, reconoce.
Este trágico episodio se sumó a la desafortunada derrota que sufrió tres meses antes frente a Jingliang Li, en lo que significó su regreso al octágono después de luchar por más de dos años contra su salud: “Después de 26 meses -2 años y dos meses sin pelear- pierdo en el primer round. ¡La frustración que tenía era increíble! No perdía desde el 2015”.
“Estaba comenzando a entrar en calor en el combate. Empecé más despacio que en mis presentaciones anteriores por la inactividad que tenía después de lo que había pasado... me entró un golpe y se terminó el combate. La frustración fue muy grande porque después de esperar 26 meses, no poder mostrar nada de mi trabajo realmente fue doloroso”, se lamenta.
“Aparte venía con siete victorias consecutivas, estaba perfilándome para el título y eso me cortó la posibilidad. Si hubiera ganado las cosas se iban a acomodar más rápido porque llegaba a ocho peleas sin perder. Pero bueno, la derrota enfrió todo y acá estamos de vuelta”, detalla sobre lo que hubiera sido un gran salto a su principal objetivo de luchar por el cinturón de UFC.
Ahora, Santiago Ponzinibbio tendrá una nueva oportunidad para demostrar de qué está hecho y por qué continúa siendo un serio candidato en la categoría welter: “Agarré todos estos contratiempos como un combustible, como una motivación y un incentivo para continuar. Yo sé que cuando venga la victoria va a valer la pena el esfuerzo”.
Gente Boa volverá a subirse éste sábado al octágono más importante de las artes marciales mixtas con un único objetivo: quitarle el invicto de 10 victorias consecutivas a Miguel Baeza. “Estoy preparado para mostrarle al mundo que estoy listo para estar entre los mejores y que voy a ser campeón del mundo. Mi última pelea fue solo un golpe de mala suerte, pero eso no me define. Le voy a ganar a Baeza y voy a volver a pelear lo más rápido que se pueda para que esa oportunidad por el título llegue cuanto antes”.
Pese a que el Apex de Las Vegas (EE.UU) no contará con público, Santiago sabe que tendrá los consejos de su esquina, el apoyo a la distancia de su gente y a su abuelo que lo guiará desde arriba: “Esto que lamentablemente ocurrió lo voy a tomar como un incentivo. Para mi es una motivación más, voy a canalizar por ese lado. Lo voy a usar para motivarme, para salir adelante”.
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