San Cristóbal Ecatepec, la verdadera cuna del fútbol en México

Cuando se habla del origen del fútbol en México, varias son las ciudades que levantan la mano para nombrarse como las primeras en tener un balón y un partido oficial. Orizaba, Veracruz; Pachuca y Real del Monte, en Hidalgo.

El escritor Carlos Calderón Cardoso, en diversos artículos publicados en el sitio del Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE), así como en su libro “Pachuca, la cuna del fútbol”, aseguró que esta demarcación fue la primera en registrar un equipo y partidos oficiales.

William “El Manco” Blamey, junto con otros trabajadores de Iron Works de Inglaterra habrían fundado una asociación en 1900, luego de ver que algunos colegios ingleses de Mixcoac y Tacubaya pretendían jugar algunos partidos de balompié.

Años más tarde, el propio Calderón Cardoso, durante la emisión del documental de Pachuca, dentro de la Serie “El Origen del Futbol” en México, transmitidos en el programa deportivo “Fútbol en Serio” de Televisa, aseguró que el equipo Pachuca Athletic Club se fundó en 1900, por lo que dejó la incógnita sobre su verdadero origen, pero más importante ¿cuál fue el primer club de México y dónde se jugó el primer partido?

Algunos artículos periodísticos publicados a finales del siglo XIX, que se encuentran dentro del repositorio de la Hemeroteca de la UNAM, revelaron que la verdadera cuna del fútbol asociación en el país es la ciudad de San Cristóbal, en Ecatepec de Morelos, municipio ubicado dentro del Estado de México.

La construcción del Gran Canal del Desagüe, que comenzó en 1865 durante el régimen de Maximiliano de Habsburgo. Franciso Garay, director General del Desagüe del Valle de México, fue el encargado de comenzar la obras, mismas que se desarrollaron de manera lenta durante algunos años.

El segundo período de este proyecto inició durante el gobierno de Benito Juárez García, donde los ingenieros del desagüe prolongaron el Canal hasta tocar a la Ciudad en la garita de San Lázaro.

Los años pasaron, y Porfirio Díaz llegó a la silla presidencial. Así, en febrero de 1886, comenzaron los trabajos de la tercera y última etapa que modificó el trazo original para hacerlo salir desde centro del Lago de Texcoco para llegar a la orilla Occidental.

Con las buenas relaciones diplomáticas con Gran Bretaña se facilitó la inversión inglesa para el Gran Canal, y con ella, en 1889, se contrataron varias empresas de capital británico y norteamericano, como la “Mexican Prospecting and Finance Co Ltd” y la “Read & Campbell”, las cuales trajeron alrededor de 3000 trabajadores varones a tierras mexicanas.

Una mala administración del capital, así como algunos errores de logística provocaron que ambas compañías detuvieran sus obras. Por tal motivo, la Junta Directiva del Desagüe volvió a tomar el liderazgo de los trabajos hasta finalizarlos en 1894.

En ese momento, el tránsito entre el canal comenzó a ser un problema para los ciudadanos, por lo que Porfirio Díaz decidió contratar, entre 1889 y 1905, para elaborar trabajos ferroviarios en algunas zonas del Gran Canal, bajo la tutela de Weetman D. Pearson, barón de Cowdray, y con él llegó una enorme cantidad de técnicos y obreros británicos.

El fútbol ya era un deporte muy popular y practicado en Inglaterra. Niños, jóvenes y adultos ya conocían las 17 reglas, de ese entonces, y lo practicaban a diario. Esta rutina llegó a Ecatepec con todas las personas de la construcción.

De esta manera, varias instituciones se fueron creando para disputar torneos relativamente oficiales, pues los equipos contaban con una equipación y jugadores suficientes para disputar los 90 minutos.

El primer partido de fútbol en México fue registrado el 3 de noviembre de 1891, en la página dos del Daily Anglo American, donde se informa que el 1 de noviembre de ese mismo año, los equipos Pearson’s Wanderers, integrado por remachadores de las dragas del canal, al mando de Weetman D. Pearson, se enfrentaron contra San Cristóbal Swifts, los mecánicos de los talleres de ensamblaje. El pitido final marcó el triunfo de Wanderers con un solitario gol.

“Un partido amistoso de fútbol tuvo lugar en San Cristóbal el 1 de noviembre entre los clubes mencionados anteriormente. El día estuvo muy bien y la asistencia de espectadores fue muy grande. Ambos equipos salieron con fuerza de otoño” es parte de la crónica incluida en el diario de circulación nacional.

Para la edición del 23 de diciembre, se habló de un segundo encuentro entre los mismos conjuntos, donde se hablaba de la revancha y un posible tercer encuentro en la navidad de 1891. Aunque no se aclara el marcador, el autor de la nota aseguró que “P. Ryan está muy orgulloso de haber ganado la segunda vez”, dando a entender que los Pearson’s Wanderers vencieron de nuevo a los ecatepenses.

“El juego fue muy disputado de principio a fin, los ‘vencejos’ decididos a vengarse por su derrota pasada, habían introducido nueva sangre en su equipo. Hugh Wilson, un famoso profesional escocés que los asiste. Los ‘Swifts’ ganaron el sorteo y seleccionaron jugar con el viento a favor. M. Ryan se lanzó por los “Wanderers “, la pelota fue bien devuelta por T. Furmston y un juego de pases de Wilson. Pelota cerca de la meta de Ryan y lo mantuvo ocupado con el fisting, pero una gran defensa mantuvo intacta la meta de los ‘Errantes’”, es parte del texto periodístico.

Si bien estos partidos no demuestran la fundación de una liga profesional, inversiones millonarias o la creación de infraestructura, sí da pie a pensar el fútbol mexicano más allá de lo amateur, al grado de imaginarlo como asociaciones que conviertan su diversión en un negocio, en un trabajo y en algo profesional.

Estos partidos dieron paso a los posteriores clubes formales, como Orizaba Athletic Club, Pachuca Athletic Club, Reforma Athletic Club, México Cricket Club y British Club, los cuales integraron la primera liga llamada Liga Mexicana de Football Amateur Association, en 1902 y que sólo durara 20 años.

La leyenda de que en Hidalgo se dieron los pininos del fútbol nacional quedó atrás. Tal vez desde un principio se generó para apoyar a algún sector en específico e invisibilizar gran parte de la historia, pero estos registros históricos y el rescate por la misma población de Ecatepec para encontrar hechos representativos del municipio lograron visibilizar la verdadera cuna del fútbol mexicano: el pueblo de San Cristóbal.

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