La carrera de El Santo llegó a su fin el 12 de septiembre de 1982 en el ahora extinto Toreo Cuatro Caminos. Fue una lucha que es recordada no sólo por ser la última del Enmascarado de Plata, sino también por haber regresado del retiro a uno de los grandes luchadores en México, y por lo sangrienta que fue.
Previo a esta pelea hubo una gira de retiro la cual contó con tres presentaciones que organizó Francisco Flores con su empresa Promociones Mora, la primera se llevó a cabo en el Palacio de los Deportes, la segunda en la Arena México. La tercera se realizó en el recinto ya extinto.
Minutos antes de subir al ring, Rodolfo Guzmán Huerta expresó en una entrevista lo conmocionado que se sentía tras su despedida.
“Me voy con la satisfacción de , creo, haber cumplido cumplido como luchador. Creo que di toda mi vida al deporte, en cuerpo y alma me entregué a ella. Me voy contento, me voy triste, sí me voy triste, pero nada más me voy triste, no me voy amargado, al contrario, tuve muchas satisfacciones, y sí, siento que dejo algo arriba de estos cuadriláteros”, comentó el legendario luchador.
Tras haber recibido una serie de reconocimientos por parte de autoridades, aficionados, admiradores y de que su hijo le pusiera un cinturón conmemorativo, El Santo agradeció a sus aficionados por todo el apoyo y admiración que recibió durante su carrera.
Las parejas del Enmascarado de Plata fueron el Huracán Ramírez, El Solitario y Gori Guerrero, quien ya se encontraba retirado. Esa histórica escuadra se enfrentó en relevos atómicos contra el gran Perro Aguayo y Los Misioneros de la Muerte: Texano, Negro Navarro y El Signo.
La pelea fue un sube y baja de emociones, tanto para la audiencia, que se encontraba en euforia total por la despedida de un ídolo, como también para los luchadores, ya que la intensidad de los golpes, el arrebato de mascaras, y el uso de objetos como sillas, se hicieron presentes desde los primeros minutos del encuentro.
Gori Guerrero, con 61 años de edad, sufrió uno de los golpes más brutales del encuentro, pues este fue realizado con una caja de madera en contra de su cabeza.
El Santo y sus compañeros de técnicos lo estaban dando su más grande esfuerzo, pero El Perro Aguayo y sus secuaces dominaban el cuadrilátero con brutalidad haciendo que los espectadores pensaran que todo era parte del show y que los rudos simplemente estaban interpretando su papel.
Pero durante la última caída, con los técnicos ya agotados y sin fuerzas para seguir, el can de la lucha libre, ya con el rostro bañado en sangre, cometió una de las bajezas más grandes dentro del cuadrilátero al propinarle un faul artero al Santo, el cual hizo que la leyenda cayera de manera inmediata sobre la lona, en donde lo pisoteó y pateó durante unos segundos. Al darse cuenta, El Solitario de inmediato cubrió con su cuerpo el de su compañero para que no resultara aún más lastimado
Maltratado y fuera de sí, El Santo abandonó la lucha. Escoltado por policías tuvo que ser encaminado a los vestidores para evitar más golpes.
Después de varios años, el integrante de los Misioneros de la Muerte, el Negro Navarro confesó lo arrepentido que estaba de su actuación en el cuadrilátero: “Me sentí un poco triste después de mi actuación, por mi inmadurez o jactancia como rudo. He tenido la oportunidad de arrepentirme y pedirle disculpas al Hijo del Santo porque saliendo de la arena iba muy jacarandoso y me sentía dueño del mundo, ellos estaban con su pena y yo con mis risas”, expresó el luchador durante una entrevista para el canal de YouTube Lucha Libre El Arte de Gotch.
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