La noche fue larga en la Ciudad de México. Las lagrimas de tristeza fueron borradas en 180 minutos. La cancha del Estadio Azteca volvió a ver campeón al Cruz Azul tras dos décadas de subcampeonato tras subcampeonato. La Maquina Cementera por fin rompió la maldición y se coronó en la Liga MX, esto luego de vencer con un marcador global de (2-1) a Santos Laguna.
Nicolás Gamiño, aficionado de Cruz Azul desde 1972, asegura que nunca “se bajó del barco” pese a las derrotas sufridas ante equipos como América, Monterrey o Toluca. Escucha el aullido de la multitud congregada, unida por la pasión: “¡Sí se pudo, sí se pudo, sí se pudo!”. Su voz comienza a cortarse, pero continúa disfrutando y presume que toda su familia es celeste de corazón: “No podíamos perder toda la vida, no hay mal que dure 23 años”.
El hombre radicado en Azcapotzalco revela que vio campeón el Cruz Azul en la temporada 1972-1973, cuando leyendas como Miguel Marín y Cesáreo Victorino defendían el escudo cementero. Además, también fue testigo de aquella final del 97 con Carlos Hermosillo: “Pensé que me iba a morir sin ver un nuevo campeonato, pero aquí estamos”.
La novena estrella es la razón por la que cientos de aficionados se congregan en las inmediaciones del Ángel de la Independencia la noche de este domingo 30 de mayo. “Oe, oe, oe, oe, oe, azul, azul, azul”, se escucha en las calles de la capital. La emoción es tanta que hasta los policías que cuidaban la zona aplaudían entre banderas azules y sonidos de corneta.
Al igual que los jugadores en la cancha del Estadio Azteca, los fanáticos de Cruz Azul le dieron la vuelta al Ángel para cerrar una fecha histórica para la institución fundada en el estado de Hidalgo en el año de 1927. Todos coinciden en que han esperado mucho tiempo para volver a ver a sus ídolos en lo más alto. Incluso hubo quienes calificaron el hecho como “La noche que rompió la maldición”.
Cruz Azul dejó atrás esos fantasmas que lo catalogaban como sinónimo de derrota. Son los rostros de hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y adultos mayores. Historias de vida que cantan, bailan y disfrutan entre claxonazos. Trabajadores y trabajadoras que se adueñan de la noche para al día siguiente presumir la victoria con sus compañeros de “chamba” y seguir con la jornada.
Entre el mar de aficionados celestes se encuentra Enrique Favela, seguidor de Santos Laguna que viajó 4 horas desde Los Ángeles a la Ciudad de México para presenciar la final del fútbol mexicano. Sin embargo, el originario de Torreón, Coahuila, no tuvo suerte con los boletos y decidió no comprar en la reventa. Los pases de la final se vendieron hasta en 45 mil pesos.
“Viajé cuatro horas hasta acá, no podía fallarle a mis Guerreros; sin embargo, no alcancé boletos y mejor me vine para los bares del centro, de todos modos yo vengo a divertirme y echar desmadre”, declaró Favela entre las burlas de los locales por portar su playera de los Laguneros.
Al ser cuestionado sobre el resultado de la final, el coahuilense se sincera y menciona que es triste la derrota, pero se alegra que por fin Cruz Azul le haya regalado una alegría a sus aficionados: “No quiero decir que es lástima, pero me da gusto que por fin fueron campeones”.
Ya en avenida Juárez, seguía la vendimia de playeras, banderas y cornetas. Una bandera del campeón podía conseguirse en 100 pesos, pero la cantidad pasaba a segundo termino, lo que importante era sumarse al festejo. José de Jesús Corona, Jonathan Rodríguez y Santiago Giménez levantaban la copa.
Un automóvil incendiado en Avenida Chapultepec, pero sofocado minutos después por las autoridades de la CDMX fue un acto que se salió del guion futbolístico. Toda una montaña rusa de emociones se orquestó alrededor de un campeonato más del Cruz Azul.
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