Las revelaciones de Careca sobre su vida junto a Diego Maradona: sus paseos disfrazados por Nápoles y el sueño que les quedó pendiente

A seis meses de la muerte del Diez, uno de sus socios más recordados repasó sus anécdotas más insólitas. Rememoró el delirio que Pelusa generaba en los hinchas y la conquista de la Copa UEFA 1989

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Diego Maradona y Careca formaron una recordada dupla en el Napoli (Reuters)
Diego Maradona y Careca formaron una recordada dupla en el Napoli (Reuters)

Formaron una exitosa sociedad en el Napoli, y desde ese vínculo en la cancha forjaron una gran amistad. “Diego tenía pasión por su familia, por sus hijos. Éramos muy amigos dentro del campo de juego, pero fuera teníamos una relación de hermanos”. De esta manera Antonio de Oliveira Filho, popularmente conocido como Careca, reconoce que fue muy cercano a Diego Maradona, al punto tal de que todavía no pudo superar su fallecimiento: “No caigo en que ya no está más con nosotros. Un pecado su partida, pero descansa en paz”, remarcó el delantero que compartió dupla de ataque durante cuatro años, siendo quizás el mejor socio que Pelusa tuvo alguna vez en una cancha a nivel clubes.

El ex futbolista llegó al club del sur de Italia en 1987 para marcharse en 1993. Arribó al Azzurro luego del Mundial 86 y por pedido del Diez, quien se encargó de llamarlo para convencerlo cuando el brasileño estaba bajo la lupa del Real Madrid. “Cuando estaba por decidir mi futuro llegó la propuesta del Napoli y la acepté por Maradona. Era mi sueño. Rechacé a la Casa Blanca por estar con él”, remarcó el goleador en su momento. Juntos ganaron un título de Serie A (1990), una Supercopa de Italia (1990) y una Copa UEFA (1989), marcando 95 goles en 221 partidos con la camiseta azul.

“Sin Maradona no hubiéramos podido ganar la copa. Tengo la certeza de que con él se tornó más fácil conquistarla. Teníamos un buen equipo pero Diego hacía la diferencia, era un genio”, recalcó el paulista de 60 años en un mano a mano imperdible con Infobae desde Campinas, San Pablo.

Además, Careca reveló detalles increíbles sobre su amistad con Diego y la convivencia en Nápoles. Recordó la Copa UEFA ganada hace 32 años al cumplirse un nuevo aniversario de esa conquista, contó con lujos de detalles lo difícil que fue ser Maradona en Nápoles, el sueño truncado de jugar juntos en Argentina, la última conversación que tuvieron y sus planes de visitar la tumba del Diez.

"No caigo en que ya no está más con nosotros", dijo Careca (Photo by Maurizio Lagana/Getty Images)
"No caigo en que ya no está más con nosotros", dijo Careca (Photo by Maurizio Lagana/Getty Images)

- ¿Qué recuerda de su ex compañero y amigo?

- Un pecado la muerte de Diego, pero descansa en paz. Me cayó muy mal su partida. Mucha gente hablando de que su fallecimiento ya pasó, pero todavía no caigo de que no está más entre nosotros. Siempre lo consideré mi amigo personal. Maradona fue generoso dentro y fuera del campo de juego. Con Claudia Villafañe y sus dos hijas, Gianinna y Dalma que tienen la misma edad que mis hijas Aline y Ellen y fueron compañeras en la escuela, pasamos mucho tiempo juntos. Vivíamos muy cerca porque teníamos muy buena relación entre las familias. Diego venía a mi casa a comer comida brasileña que lo enloquecía. Yo subía a su casa los miércoles y jueves para pasar tiempo en familia. Se formó una amistad muy profunda con él.

- ¿Cuál era la comida brasileña preferida de Diego?

- La feijoada, se volvía loco. Esta comida consiste en un guiso de frijoles y verduras, acompañado de carnes de cerdo y embutidos. Es una comida un poco gorda, lo engordaba a Diego pero no le importaba. Cuando vino a visitarme a Brasil, comía mucha feijoada porque se come principalmente en la época de invierno. Cuando paró en mi casa en San Pablo tenía una señora que cocinaba y él le pedía que le hiciera feijoada porque le encantaba para combatir el frío. Además, le gustaba mucho la pasta italiana y el risotto.

- ¿Le dolió la manera como falleció, solo y abandonado en una habitación?

- Si, me dolió y mucho. Es muy triste saber las malas situaciones que atravesó antes de morir. Una persona que le hizo bien a mucha gente. Un pecado la forma que perdimos a Diego. No sólo fue grande como jugador, también como persona y nunca lo voy a olvidar. Diego tenía pasión por su familia, por sus hijos. Éramos muy amigos dentro del campo de juego, pero fuera teníamos una relación de hermanos.

- ¿Cuándo fue la última vez que hablo con él?

- Hace más o menos dos años, para esta fecha. Hablamos rápidamente por teléfono porque mucho tiempo no le dejaban utilizar el celular a Diego. Después, antes de hacerle la última cirugía, me comuniqué con Claudia, que estaba muy preocupada y me contó que tenía que pasar por el quirófano, pero no lo veía bien. Hablaba más con ella que con Diego. Fátima mi mujer se comunicaba con Villafañe para saber sobre él. Un pecado como nos dejó porque tenía muchos años más para vivir. Una tristeza enorme su partida, pero está descansando en paz.

- ¿Le gustaría venir a la Argentina para despedir los restos de su amigo?

- Sí, estoy programando el viaje con mi mujer para ir a despedirme de él. Habló con Claudia para organizarme. El problema es la pandemia que no acaba. Me di la primera vacuna contra el COVID-19 y puedo viajar más tranquilo para allá. No veo el momento de estar frente a la tumba de Maradona y hacerle mi despedida final. Será un momento muy duro, pero se lo debo a mi hermano y querido Diego. En los próximos meses voy a viajar a Buenos Aires.

Careca jugó en el Napoli entre 1987 y 1993 (Photo by Alessandro Sabattini/Getty Images)
Careca jugó en el Napoli entre 1987 y 1993 (Photo by Alessandro Sabattini/Getty Images)

- ¿Pudieron compartir momentos fuera del campo de juego o salir con Diego en Nápoles se tornaba difícil?

- Era muy difícil. En Nápoles siempre estábamos juntos e íbamos a cenar algunas veces solos, otras en familia, pero disfrazados. Salíamos a los restaurantes y después a tomar cervezas para hablar un rato. Pero lo más difícil era cuando intentábamos ir a un Parque de Diversiones para llevar a mis hijos, a Dalma y a Gianinna. Para nosotros era muy difícil. Queríamos divertirnos pero nos costaba mucho, teníamos que disfrazarnos con Diego para salir de mi casa.

- ¿Qué se ponían?

- Una capelina, un bonete, utilizábamos una barba y un bigote falso para que los torcedores no nos reconocieran. Cuando veían nuestros carros o alguno nos reconocía estando disfrazados se transformaba en una locura el Parque. Mucha gente se amontonaba para pedirnos fotos y autógrafos, y era imposible seguir paseando. Para nosotros, era divertido porque teníamos que salir disfrazados a probar suerte a la calle, pero siempre se tornó difícil manejar la situación porque los hinchas nos reconocían con mucha facilidad.

- Al final, era imposible que Diego pueda llevar a cabo una vida normal…

- Sí, era imposible porque los tifosis se la pasaban las 24 horas esperando a que saliera de su casa para pedirle una foto y/o autógrafo. Todos los días estaban en la puerta de su casa y Maradona no tenía libertad en Nápoles, estaba preso en su casa. Para salir debía hacerlo disfrazado o escondido en el auto.

- ¿Es verdad que una vez tuvieron que meterlo en el baúl de tu auto para poder salir de la casa?

- ¿Una sola vez? ¡Pasaba seguido en Nápoles! Era muy difícil que pudiera moverse con normalidad por la ciudad. Yo tenía un coche grande y debía meterlo en el baúl para que no lo reconocieran. Lo escondía durante 200 metros a oscuras. En la esquina paraba el carro, lo sacaba del baúl y lo sentaba en la parte de adelante. De esta manera, confundíamos a los fanáticos que esperaban por él. Si no lo escondíamos, era una caravana de napolitanos detrás del auto y no nos dejaban circular. Por día, había más de 2 mil torcedores en la puerta del predio privado donde vivía, sólo para ver a Diego. No tenía paz. Entonces, cuando salíamos con el carro le tenía que mentir a los hinchas. Paraba y les decía: ‘Diego está descansando, dormido. Más tarde, tal vez salga a sacarse fotos con ustedes’. Pero estaba en el baúl. En Brasil, cuando venía a visitarme también sucedía algo parecido porque los brasileños cuando sabían que Diego estaba en mi casa en Campinas se la pasaban en la puerta con la intención de verlo. Tenía un poco más de libertad para salir con su familia a cenar o tomar unas cervezas, pero en Nápoles era imposible, fue una locura lo que se generó por Diego.

- Entonces, ¿fue difícil ser Maradona?

- Sí, muy difícil. Además, era muy fácil de reconocerlo porque fue siempre muy carismático, la forma de hablar y de gesticular lo deschavaba. Cuando lo descubrían, Diego no se enojaba, al contrario se mostraba muy cariñoso con los niños. Fue muy difícil ser Diego Maradona dentro y fuera del campo de juego. Nápoles es muy particular. La ciudad, los torcedores, el equipo. Vivir el día a día en esa ciudad era una locura. No fue fácil salir a dar un paseo, ir a entrenar o jugar los partidos porque el napolitano ama y entiende el fútbol de una manera especial y por ende, siempre quería ver un buen espectáculo. Les exigía a sus jugadores que dieran el máximo de su esfuerzo, por eso Diego se metió en el corazón de los hinchas.

El brasileño y el argentino sellaron una profunda amistad (Photo by Alessandro Sabattini/Getty Images)
El brasileño y el argentino sellaron una profunda amistad (Photo by Alessandro Sabattini/Getty Images)

- ¿Le quedó una cuenta pendiente con él?

- Cuando dejé en Napoli me fui dos años a jugar a Japón, al Kashiwa Reysol. Se me terminó el contrato a fines de 1996 y volví al Santos. Yo quería que Diego viniera al Peixe para terminar mi carrera allí con él. Después, soñábamos con que yo fuera a jugar a Boca Juniors en el 96´ y lo hablamos en varias oportunidades. Me llamó para que fuera a la Argentina pero no se pudo dar. Estoy muy agradecido por los cuatro años que compartimos en el Napoli, donde ganamos un Scudetto, una Copa UEFA y una Supercopa de Italia. Nos divertimos mucho y siempre estaré feliz por la convivencia que tuvimos.

- ¿Cómo repercutió en Brasil su partida?

- Lloré bastante por su fallecimiento y mi familia también. En Brasil se sintió mucho la perdida de Maradona, dejando de lado la disputa deportiva que tuvo con Pelé. Fue una pérdida irreparable porque tenía muchos años más para vivir. Tenía 60 años, muy joven para morir. Mas allá de la rivalidad que existe entre Argentina y Brasil dentro de una cancha, el brasileño ama a Maradona. Con la muerte del Diez, se notó que la rivalidad fuera del campo no existe. Es más, en Italia, en Inglaterra y en otras partes del mundo también se pusieron tristes por su fallecimiento, en todos lados lloraron la muerte de Pelusa. No va a existir otro Maradona en el fútbol ni tampoco otro Pelé. No se puede hacer una comparación entre ambos porque cada uno tuvo su época y fueron únicos.

- Se cumplieron 32 años de la Copa UEFA ganada frente al Stuttgart, la única en la historia del Azzurro. ¿Qué recuerdos tiene?

- Los mejores. Con Diego en el campo de juego todo era mucho más fácil para nosotros. Cuando tenía la pelota nos facilitaba a los delanteros convertir los goles. Recuerdo que en los octavos de final, en cuartos, en las semifinales y en la final marqué tantos gracias a Maradona. Jugar con él era un espectáculo, un placer que muy pocos nos pudimos dar. Para nosotros y los napolitanos fue un título muy importante. Fíjate que hoy en día, el Napoli no logra ganar un copa internacional ni enfrentar a equipos alemanes. Eliminamos en los cuartos de final a la Juventus que tenía un buen equipo, en semifinales al Bayern Múnich y la final la disputamos con el Stuttgart. Fue un espectáculo disputar la Copa UEFA y hacerlo al lado de Diego aún más.

- ¿Podría haberla ganado el Napoli sin Maradona ni Careca?

- Sin Careca no sé (se ríe), pero sin Maradona no hubiéramos podido ganar la copa. Tengo la certeza de que con él se tornó más fácil conquistarla. Teníamos un buen equipo pero Diego hacía la diferencia, era un genio. Además, nosotros estábamos felices y contentos de esa posibilidad de conseguir el título de la UEFA y durante el torneo trabajamos muy duro para lograrlo.

- ¿Qué provocó en Nápoles ganar la Copa UEFA?

-Una locura tremenda. El club tuvo su primer título que fue un Scudetto y es el más importante de su historia, pero la UEFA es, hasta ahora, el único titulo internacional. Después de ganarle al Stuttgart, cuando regresamos a Nápoles en el Aeropuerto y en el San Paolo había entre 12 mil y 15 mil napolitanos para recibirnos. Son muy apasionados por el equipo.

Con la selección de Brasil, Careca jugó los Mundiales de 1986 y 1990 (Allsport UK /Allsport)
Con la selección de Brasil, Careca jugó los Mundiales de 1986 y 1990 (Allsport UK /Allsport)

- ¿Qué tal era Diego como compañero de vestuario?

- Era hermoso, un grande, un campeón. Se preocupaba y peleaba por todos. Por el masajista, por el juvenil que recién arrancaba, por el utilero que cuidaba la ropa. Su preocupación no pasaba por hacer un partido bueno, sino que miraba que los integrantes del staff estén felices y contentos por el momento que estaban pasando. Su satisfacción era observar más allá de lo futbolístico y cuidar a todos los integrantes del plantel. Que todos tuvieran sus masajes, cuidar la vestimenta de juego, que cobraran sus sueldos al día y que nadie estuviera asustado por el partido.

- Se nota que estaba en todos los detalles, como un verdadero capitán...

- Fue nuestro gran capitán. Diego estaba muy pendiente de la gente que rodeaba a los jugadores, que eran las personas más simples, tal vez las que más requerían de su atención. Era muy generoso y una de sus características fue ponerle alegría al vestuario. Amaba ver a las personas más simples siendo felices. Y eso lo trasladaba al campo de juego para contagiar de felicidad a sus compañeros. Siempre procuró dar un espectáculo dentro del campo y lo logró.

- ¿Le costó adaptarse a lo que pretendía Diego en el campo de juego?

- Nos entendíamos con solo mirarnos. Con Diego teníamos una ventaja enorme. En el campo de juego era un fenómeno y formamos una delantera muy fuerte junto a Bruno Giordano y Diego llamada MA-GI-CA. Bruno era un monstruo como delantero, muy técnico, generoso también. El primer año que llegué al Nápoles en la temporada 1987/8, hicimos grandes jugadas con Diego y muchos goles. Convivía con la genialidad. La mejor asistencia me la dio contra la Roma. Vio un milímetro y me tiró la pelota para que pueda convertir.

- ¿Cómo fue el primer encuentro entre ambos en Nápoles?

- El primer encuentro con Diego me marcó. Vino a mi casa y me dio un abrazo. Me abrió las puertas. Cuando me abrazó, me dijo: “Te va a ir bien, lo sé”. Además, me aseguró que podía contar con él para lo que necesitara. Allí, comenzó una complicidad afectiva, muy cercana y de mucha confianza. Yo no pude dormir esa noche del domingo y esperaba muy ansioso que llegara el otro día para entrenar por primera vez juntos. Al lunes siguiente entrenamos por primera vez en Lóbrega, la sede de entrenamiento del Napoli, y fue todo fácil. Hablábamos el mismo idioma. Maradona era alegría. La gente disfrutaba verlo jugar.

- ¿Dolió mucho la salida de Diego del Napoli?

- Sí, fue por causas personales en 1991. Me costó asimilarlo porque quería terminar mi ciclo en el Napoli junto a él. Igualmente, fue un sueño cumplido haber jugado al lado de Maradona. Me dio muchas alegrías y también al pueblo napolitano.

- ¿Le hubiera gustado jugar en el fútbol argentino?

- Sí, soñaba con terminar la carrera en Argentina jugando en Boca Juniors. Cuando viajé a Buenos Aires, fui a mirar un partido a La Bombonera y fue increíble. La hinchada, el campo de juego, el clima en la cancha son cosas que me impactaron mucho. Las torcidas en Argentina son todas gritonas y me encanta. Simpatizo bastante con Boca, soy hincha del club por Diego y mi sueño siempre fue jugar en el Xeneize junto a él, pero no se dio.

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