De ser un jugador casi de relleno a ser una pieza clave en el futuro cercano de los Nuggets.
De ser el tercer base a titular del equipo.
De estar en el fondo del banco a, desde este sábado, tener un cara a cara decisivo con Damian Lillard, tal vez uno de los tres mejores bases de la competencia, en sus primeros partidos de playoffs en la NBA.
Allá por enero de este año, Facundo Campazzo jugaba poco y nada, no tenía casi nunca la pelota en sus manos y generalmente terminaba parado esperándola en un costado, lo que generaba la bronca de los hinchas argentinos, quienes advertían una función absolutamente distinta a la que lo había convertido en uno de los mejores bases de Europa y que, incluso, había enamorado a los Nuggets. Hoy, cuatro meses después, el argentino se prepara para jugar sus primeros partidos de postemporada, siendo una pieza esencial de Denver y debiendo enfrentar un gran desafío ante uno de los jugadores ofensivos más difíciles de enfrentar en el mundo.
A fuerza de mentalidad, paciencia, profesionalismo, determinación y talento, el cordobés cambió una realidad en un tiempo casi récord y pasó a ser un arma vital del equipo, sobre todo a partir de la lesión de Jamal Murray, armador como él y segunda máxima figura del equipo, quien el 13 de abril sufrió una lesión de ligamentos en su rodilla izquierda y se quedó afuera de la temporada. Hasta ahí, Denver había tenido un andar tambaleante, ganando sólo 38 de los 59 juegos –poco para ser el último finalista del Oeste–, y con un juego irregular, sobre todo dando ventajas defensivas. Pero, cuando cayó la estrella canadiense y todo pareció tornarse más negro, apareció Campazzo. Con su competividad, defensa de elite y progresos ofensivos, virtudes que le permitieron ganarse la titularidad del equipo y, sobre todo, la confianza y los elogios de todos, desde compañeros hasta técnicos, pasando por rivales encumbrados.
De repente, en semanas, ante una oleada de lesiones en el perímetro de los Nuggets, el argentino cobró una importancia que no estaba en los planes ni del más optimista. Pero el base pareció estar agazapado esperanzo la oportunidad y, cuando llegó, le fue a la yugular. Pasó de ser un jugador de highlights –acciones lucidas que cada partido hacía y salían en todos los portales y redes– a alcanzar una consistencia asombrosa. Su energía y agresividad en el juego en general, pero en especial en defensa, contagió a compañeros, que mejoraron también en ese apartado y eso potenció al equipo, que ganó nueve de los diez primeros partidos sin Murray. Luego cerró la fase regular con cuatro triunfos en ocho juegos pero, lo importante, es que Denver no colapsó en la mala y encontró otra dimensión con Facu como conductor. Campazzo fue uno de sus sostenes más importantes del equipo, con sus intangibles y su juego hasta alcanzar el tercer lugar del Oeste que le permite tener ventaja de localía en esta primera ronda, al mejor de siete juegos, ante el peligroso Portland.
Desde la lesión de Murray, FC7 jugó 17 partidos y promedió 9.1 puntos, 32% en triples, 5.6 asistencias (con apenas 1.6 pérdida) y 1.8 robo en 31 minutos. Números que ratifican un crecimiento en el protagonismo y el aprovechamiento que él realizó, pero que no alcanzan a reflejar la importancia que tiene el base, como ha pasado habitualmente con los argentinos, que siempre son más importantes que los que sus estadísticas dicen. Facu se ganó a pulso lo que hoy disfruta. Porque el DT trajo a otro base, con más experiencia, como Austin Rivers, pero el hijo de Doc terminó jugando a su lado, no reemplazándolo. Y cuando Monte Morris volvió de la lesión, hace dos juegos, lo hizo saliendo desde el banco, pese a que el picante armador estaba por delante de FC7 en la rotación hasta su problema físico. No parece que Michael Malone vaya a cambiar ahora y seguramente este sábado, en Denver, el cordobés vuelva a ser inicial, enfrentando nada menos que a Lillard.
Dame, como le dicen, es dinamita. Un base con el paquete completo, como suele mencionarse. Tiene uno de los tiros más rápidos, lejanos y certeros de todo el mundo. Junto a Steph Curry, ha revolucionado el juego porque es capaz de meter lanzamientos desde 9/10 metros -bastante más allá de la línea de tres-, con pasmosa frialdad. Además, a los 30 años está en el mejor momento de su carrera. Físicamente es rápido, fuerte y, a la vez, potente, por lo que puede penetrar con balón o cortar sin él. Además es muy competitivo y cuenta con una autoconfianza muy elevada. Es capaz de ganar partidos por sí solo. Ya lo hizo más de una vez… Lillard fue el tercer goleador de la fase regular con 28.8 puntos, el segundo máximo anotador de triples -4.1 por juego, con el 39% de eficacia- y séptimo en asistencias con 7.5.
Pero, claro, contra Denver y Campazzo no le ha ido especialmente bien en la temporada. En los tres juegos bajó todos sus promedios, en especial los que reflejan la anotación: 23 tantos con 44% de campo (es 45%) y 37% en triples. En el primer juego convirtió 25, con 9-21 de campo, en la derrota en Denver por 111-106, cuando aún Facu era suplente pero tuvo una destacada labor desde el banco (seis asistencias, tres puntos y tres rebotes en 27m). En el segundo, nuevamente derrota (106-105), esta vez en Oregon, Lillard tuvo números similares (22 con 9-23), ya ante un Campazzo más protagónico (titular, con 12 tantos, cinco rebotes y tres asistencias). Fue el 21 de abril, cuando tuvieron un cruce picante…
— ¿Vos de dónde sos?
Lillard, molesto, se la tiró como para ningunearlo. Pero Facu, vivo, en vez de enojarse, le respondió en serio y se lo “compró”.
— De Argentina. Siempre te admiré.
Eso sí, cara de póker, cuando se reanudó el juego, no dejó de chocarlo, molestarlo, defenderlo con su estilo molesto que le ha hecho ganarse diversos apodos (Mosca, Araña y Peste) en Denver. Y también el follow del mismísimo Lillard en Instagram… El último partido, justamente el que cerró la fase regular, no se puede contar tanto porque Malone cuidó a Campazzo (apenas jugó 14 minutos) en la única derrota ante Portland (132-116). Lillard, igual, tampoco descolló, terminando con 22 tantos y diez pases gol. ¿Despertará en esta primera ronda?
Si vamos a los números fríos, queda avalado lo visto en la cancha: que Campazzo fue el jugador de Denver que mejor lo defendió. La estrella de los Blazers tiró 4-15 de campo (27%) cuando lo marcó Facu, lo que incluye un 2-8 en triples. Además, sólo dio tres asistencias y perdió tres pelotas en las 44 posesiones que quedaron emparejados en 11m16. Mucho mejor le fue a Dame ante Morris, el otro base que lo deberá marcar en esta serie (4-7 de campo y seis pases gol en 28 posesiones).
Lo de FC7 contra Dame no es casualidad. Además de ser un defensor premium, incluso en la NBA y pese a sólo medir 1m79, algo que demostró contra otros bases top como Morant o Curry, a él le viene bien marcar a chiquitos como él y con características similares. En este caso, el cordobés tiene la velocidad de piernas, la fortaleza del tronco superior, la inteligencia y la determinación para intentar limitar a un tipo casi indescifrable y con tantas armas como Lillard. Dame seguramente será más agresivo en playoffs, siempre lo es, cargando con la ofensiva de Portland. Veremos si Facu puede sostener la defensa, evitando que penetre y buscando que tire lo más cercano a su mano. El ser corajudo, con un estilo físico y enérgico, también serán intangibles que se pondrán en juego. Lillard ya lo conoce y, como es muy competitivo, esto le puede servir de una motivación más. O, simplemente, sacarlo de eje en algún momento, si anota los primeros tiros. En este apartado, Facu deberá mantenerse bajo el control porque no dejará de ser un duelo entre un rookie y una superestrella…
Campazzo tiene por delante un enorme desafío. Uno más. Como aquel que tuvo cuando llegó a Mar del Plata desde Córdoba siendo un adolescente. Como aquel que tuvo cuando el base titular de Peñarol se retiró de un día para el otro y tuvo que ser el armador del campeón. Como aquel que tuvo cuando, sin lugar en el Real, fue prestado a Murcia. Como aquel que enfrentó cuando le dieron la base del Madrid. O como aquel que decidió tomar cuando resignó dinero para dar el salto a la NBA y bancarse ser el tercer base de un candidato. Uno más. Hasta ahora ningún desafío ha podido con este carismático deportista argentino. Esperamos por otro hito de este petiso que nos emociona cada noche.
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