El boxeo en México, históricamente, ha guardado una profunda relación con las clases populares. Reflejo de ello, es la cantidad de púgiles de gran renombre surgidos de gimnasios ubicados en barrios como Tepito o la colonia Guerrero, de la Ciudad de México. No obstante, el carisma de algunos personajes también les ha hecho acreedores a las muestras de afecto y cariño que, en algunas ocasiones, se mezclan con la religión. En dicha situación se encuentra Saúl Álvarez, aunque fue un rasgo que también acompañó a Raúl Macías.
Luego de haber derrotado por nocaut técnico a Billy Joe Saunders, “Canelo” Álvarez difundió un video de agradecimiento a la señora Teresita, quien a sus 82 años prende un cirio en cada uno de los combates del tapatío. Así lo dio a conocer una usuaria de la red social Twitter, identificada como @natlarios1, en una publicación donde se muestra una fotografía de la persona.
“Mi abuelita es la fan #1 del @Canelo y cada vez que pelea le prende el cirio para que no le pase nada malo y gane. Pregunté qué quería del día de las madres y dijo que quisiera que el Canelo la felicitara. Pueden ayudarme a hacerlo viral para darle un regalito especial”, se lee en las líneas de la publicación difundida en los primeros minutos del 10 de mayo.
Horas más tarde, la misma persona subió un video de doña Teresita donde se le cuestiona el motivo por el cuál prendió el cirio el pasado 8 de mayo. Ante ello respondió “Ah, pues por el Canelo. Para que no le fueran a pegar mucho y que ganara”. Además, @natlarios1 aseguró que su abuela siempre duerme a las 8:00 horas, aunque en los eventos estelares protagonizados por Álvarez hace una excepción y “se queda despierta hasta que termine”.
Los tuits comenzaron a ser difundidos de forma masiva por usuarios que atendieron la petición de la joven. De esa forma pudo atraer la atención de Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), quien recordó que también “las abuelitas prendían veladoras al ‘Ratón’ Macías” e invitó al campeón unificado de peso supermediano a enviarle un saludo como respuesta al cariño de la señora.
Así, la mañana de este 11 de mayo, Álvarez correspondió con el video solicitado a través de la misma red social. En el material agradeció por todo su apoyo, así como por:
“Siempre rezar por mí, por poner velas para mí cada que peleo. Muchísimas gracias. Le agradezco muchísimo. Ayer estuve preguntando su nombre para mandarle este video el día de las madres como lo quería. Se lo mando un poquito atrasado, pero con mucho cariño. Le mando un abrazo, señora Teresita. Muchas gracias. Que Dios la bendiga siempre”.
Otro de los históricos personajes, como citó Sulaimán, que tuvo gestos similares durante su etapa como boxeador fue Raúl “Ratón” Macías. Originario de Tepito, se caracterizó por su icónica frase “Todo se lo debo a mi mánager y a la virgencita de Guadalupe”, y gozó de enorme popularidad aunque puso fin a su carrera a los 24 años, ante 17 mil aficionados en la Arena México.
Llegó a consolidarse como uno de los más grandes ídolos del país. Reflejo de ello fue el recibimiento monumental en el aeropuerto de la capital luego de vencer al tailandés Chamrern Songkitrat, en San Francisco, y obtener el campeonato de la Asociación Nacional de Boxeo (ANB). Aunque fue recibido con el mismo ímpetu a su regreso de Los Ángeles, luego de ser noqueado por Billy Peacock, “una noche en la que lloró México”, según declaró.
De acuerdo con un testimonio rescatado por el periódico La Jornada, Macías afirmó que “en los años 50 gocé del cariño de las abuelitas y todas prendían veladoras para que ganara. Luego me las encontraba en la calle y les decía: ‘ay, madrecita, el día que no me puso veladora me rompieron la maraca’”.
Su primera pelea profesional fue el 10 de noviembre de 1952. Desde entonces, peleó en 43 ocasiones, de las cuales 41 fueron victorias y 25 por la vía del nocaut. Su última vez en los encordados fue contra Ernesto Parra, el 28 de febrero de 1959, donde ganó por la decisión de los jueces a lo largo de 10 rounds. Esa noche hizo oficial su retiro a través del micrófono pues, de acuerdo con él, era una promesa pendiente con su madre.
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