La historia del Club América tiene un antes y un después, ya que a pesar de ser fundado un 12 de octubre de 1916 y cosechar cuatro títulos amateur en la década de 1920, durante más de 40 años fue un equipo irrelevante dentro del fútbol mexicano; pero todo cambió con la llegada de la familia Azcárraga al mundo del fútbol.
Salvo un par de tenues intentos, Emilio Azcárraga Vidaurreta nunca fue un personaje vinculado al deporte, por lo que esta labor se la cedió a su vástago, Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre”, quien acorde a su apodo, potenció la transmisión de los deportes y visualizó en el fútbol un gran mercado para radio y televisión.
Todo comenzó con el Campeonato Panamericano de Fútbol en 1956, transmitido por Telesistema Mexicano (reconvertido en Televisa 17 años después), donde “El Tigre” comprendió la gran convocatoria que podía tener un evento de fútbol, por lo que entre sus objetivos más ambiciosos se encontró la de México como sede de una Copa del Mundo.
¿Qué tiene que ver aquí el América? Pues fue el pilar con el que comenzó a cimentarse la incursión de la familia Azcárraga en el fútbol, ya que antes de pensar en albergar el evento más importante de ese deporte, la clave pasó por adentrarse en el balompié mexicano, conocer el medio y crecer a pasos agigantados.
El primer paso para que Telesistema Mexicano pensara en el fútbol como nuevo producto televisivo fue posicionar a un equipo de fútbol como protagonista y ese fue el Club América. El 22 de julio de 1959 y sobre una escueta hoja de papel, Azcárraga Milmo compró al América a Isaac Bessudo, propietario de la refresquera Jarritos.
De acuerdo con el periódico Esto, tras concretarse la compra y anunciarlo frente a los jugadores y cuerpo técnico, Azcárraga Milmo pronunció: “Yo no sé nada de futbol, pero si sé de negocios y voy a convertir al América en un negocio bien administrado y redituable”, algo que cumplió a cabalidad.
A partir de ese momento, la historia de las Águilas cambió con el principal objetivo de convertir al club, un equipo de la capital, en un protagonista de la empresa y para ello firmó a los dos personajes más importantes del fútbol mexicano en aquel entonces: Guillermo Cañedo de la Bárcena, como presidente deportivo, y un poco más tarde, Ignacio Trelles como entrenador del equipo.
Esos dos movimientos fueron la clave para que el América comenzara su ascenso, pues desde que el fútbol se convirtió en profesional en 1943, el cuadro azulcrema peleaba la media tabla, jamás había sido campeón y como la mayoría de los equipos, no tenía un estadio propio.
Isaac Bessudo comenzó a levantar la imagen del club en 1956, cuando compró al equipo prácticamente en bancarrota, pero lo que hizo “El Tigre” Azcárraga fue posicionar al club como un antagonista del “equipo del pueblo” y multicampeón, como lo eran las Chivas de Guadalajara.
Para empezar, las contrataciones brasileñas de Vavá, Moacyr y Zague rompieron el mercado y contrarrestaron el nacionalismo de las Chivas mediante incorporaciones foráneas, pero además comenzaron a pregonar una actitud soberbia que la estabilidad económica y el futuro Estadio Azteca proyectaban.
Así es, el América comenzó a ganar partidos, copas y en 1966 su primera liga profesional, lo que ubicó al cuadro capitalino como un equipo interesante para las audiencias; mientras que Guillermo Cañedo de la Bárcena, exitoso directivo en Zacatepec, movía sus hilos en la federación y la FIFA para atraer el mundial con el Coloso de Santa Úrsula como principal eje de acción.
De pronto el América se había convertido en un club que peleaba la parte alta de la clasificación, con un imponente estadio en construcción, con la radio y la televisión a su alrededor, y como el rival directo del Guadalajara, el equipo popular de México. El trabajo estaba consumado y lo siguiente fue cosechar títulos, afición, rating y poder.
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