La figura de Adriano Leite Ribeiro se caracterizó a lo largo de su carrera profesional por ser un temible delantero que destruía defensas a placer en cada encuentro que disputaba. Pero cuando estaba en la cima del mundo, tocó fondo y la prensa comenzó a crear rumores sobre sus escapadas a la favela donde nació. Cansado de esos discursos, el goleador decidió contar toda la verdad de una vez por todas.
“Dijeron que desaparecí. ‘Adriano corrió de los millones’, ‘Adriano está en las drogas’, ‘Adriano desapareció en la favela’. ¿Saben cuántas veces leí esos títulos? Acá estoy, sonriendo enfrente de ustedes. ¿Quieren escuchar la verdad? Bueno, traigan una silla porque Adriano tiene una historia para todos”, arrancó el brasileño en charla con The Players Tribune, la plataforma que eligen los deportistas para relatar vivencias.
El primer recuerdo en la mente de Adriano fue su niñez en los callejones de Rio de Janeiro: “’Las favelas’. Hasta esa palabra está mal. Los que no viven ahí no entienden de qué se trata. Siempre tiene una carga negativa y oscura. Siempre es sufrimiento y miseria. A veces es así, es complicado. Pero cuando recuerdo mi infancia se me viene a la mente lo mucho que me divertí. Volaba barriletes, trompos en la calle, patear la pelota en los pasillos”.
Además, comparó su vivencia con la actualidad en la que crecen los más pequeños. “Eso era una buena infancia, no el tap, tap, tap en las pantallas de hoy en día. Estaba rodeado de familia, de mi gente. Crecí en una comunidad. No sufría, vivía”, recordó el delantero quien logró entrar a una escuela de fútbol gracias al aporte de toda la familia que vivía en la favela en ese entonces.
El Mengão fue el club afortunado en hacerse con los servicios de Adriano: “Fui durante ocho años seguidos a entrenar en la escolinha del Flamengo. Mi abuela me acompañó a cada uno de los entrenamientos y hasta daba indicaciones desde afuera de la cancha durante horas bajo el sol. Para mí ella es palabra sagrada, fue el combustible de mi sueño en representar a mis seres queridos dentro de una cancha”.
Sin embardo, estuvo cerca de fracasar en sus sueños ya que venía jugando en una posición que no era la que más tarde lo hizo triunfar. “A los 15 Flamengo tenía decidido dejarme libre. El problema era que en el momento jugaba de lateral izquierdo pero estaba creciendo muy rápido. Imaginate a Adriano haciendo todo el carril izquierdo. Arranqué a jugar de delantero con la decisión de luchar con quien me toque”, explicó.
Luego de luchar constantemente ante las adversidades, una jugada durante una práctica fue suficiente para iluminar su camino en el fútbol: “En un entrenamiento me quedé con una pelota después de forcejear con los defensores y vi ese hermoso arco blanco enfrente de mis ojos. Disparé y la pelota pegó el travesaño. Pero fue tan fuerte el remate que la pelota voló literalmente hasta la mitad de la cancha. Ahí se dieron cuenta que yo era distinto a los demás: al año me convocaron a la selección de Brasil y al siguiente me compró el Inter”.
El cuadro italiano tenía un plantel repleto de estrellas en el año 2011. Pero un joven delantero brasileño llegó a romper la escena. “En mi debut en un amistoso contra el Real Madrid quedó un tiro libre en el borde del área. Zanetti, Seedorf, Zambrotta y Matterazzi charlaban alrededor de la pelota. Pero yo me hice cargo mientras pensaban que la tiraría a la tercera bandeja del estadio. ¡TUM! Al ángulo. Ni yo sé cómo anoté ese gol. Lo que si aseguro, es que fue hermoso”, describió su primer gol con la camiseta del Inter.
Emocionado, reconoció lo importante que fue la influencia del mandamás del negroazzurri, Massimo Moratti. “Me trataron como un verdadero emperador en Italia. Hasta pude traer a mi familia. Y cuando digo familia, digo cerca 44 personas entre primos, tíos, tías, amigos. Todo el vecindario arriba del avión. Moratti, presidente en esa época, se portó muy bien conmigo. ¡Hasta alquiló un tour en autobús para mis 44 familiares! Se preocupó mucho por mi bienestar”, resaltó Adriano.
Pero en un lapso de una semana, todo se derrumbó en la mente del brasileño: “Muchos hinchas del Inter me preguntan por qué me fui de la noche a la mañana. En un lapso de nueve días, pasé de tocar el cielo al infierno. De ganarle la Copa América a los argentinos como regalo de Dios a que me avisen la muerte de mi padre algunos días después. Esa noticia me quitó el amor por el fútbol”.
Y agregó sobre las razones por las cuales decidió abandonar Italia para regresar a su zona de confort en la favela: “Encima en 2011 me rompí el tendón de Aquiles. Todavía sigo rengueando por esa lesión. Entonces cuando se pregunten qué le pasó a Adriano, la respuesta es simple: tuvo un agujero en su talón y otro en su alma”.
Pero antes de regresar a su casa, tuvo una última charla con el presidente del Inter. “Volví con mi gente, mis amigos, mi comunidad. No quería estar en el castillo en la cima del monte alejado de todos. Un día charlé con Moratti. Me preguntó cómo estaba y le fui sincero: ‘No puedo seguir en Italia. Me quiero quedar en Brasil’. Y él lo entendió a la perfección. Siempre tendrá mi respeto”, explicó el goleador en primera persona.
En 2009, armó las valijas y volvió a Rio de Janeiro para representar nuevamente al club que lo vio nacer como futbolista. “Regresé a jugar para Flamengo y salía de fiesta todas las noches. Pero siempre tenía un compañero en los entrenamientos que me decía ‘yo corro por vos, hermano’. Éramos una familia. Así fue como salimos campeones después de 17 años de sequía. Volví a sentirme Adriano otra vez”, admitió con lágrimas en los ojos.
Luego, pasó por la Roma, Corinthians, Athletico Paranaense hasta retirarse del fútbol profesional en el Miami United de Estados Unidos. Al analizar todo su trayecto, Adriano realizó una última reflexión: “No gané un Mundial. No gané una Copa Libertadores (¡Te odio Washington!). ¿Pero saben qué? Gané en todo lo demás. Tuve una vida increíble. Fui muy orgulloso de ser el Emperador. Pero sin Adriano, el Emperador es inútil. Adriano no usa corona, es un chico de los angostos callejones que fue tocado por Dios. ¿Me entienden ahora? Adriano no desapareció, sólo se fue a casa...”.
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