El Dakar es la carrera más peligrosa del mundo y no perdona a nadie. No importa quién sea. Este evento le causó una gran angustia a Margaret Thatcher a principios de 1982. “La Dama de Hierro” dejó de lado los problemas internos que vivió por esos días como Primera Ministra del Reino Unido para estar pendiente de la búsqueda de su hijo Mark Thatcher, quien estuvo perdido seis días en el desierto del Sahara. De aquel hecho se tejieron varias historias y también se recreó en la serie The Crown (La Corona), aunque se lo vinculó de forma errónea con la previa de la Guerra de Malvinas.
Mark Thatcher y su melliza Carol nacieron el 15 de agosto de 1953 en los inicios de la carrera política de su madre. Mark fue un playboy con pocas preocupaciones en la vida y le llamó la atención la adrenalina por la velocidad. Se acercó al automovilismo y se formó en la escuela de pilotos del histórico autódromo de Brands Hatch, que fue sede de varios Grandes Premios de Fórmula 1 y en el que en 1978 Carlos Alberto Reutemann con su Ferrari 312 T3 le ganó en el final una carrera a Niki Lauda, en ese momento en Brabham.
Fue tanto el entusiasmo de Mark que en 1977 formó su propio equipo, el Mark Thatcher Racing, aunque no prosperó por falta de recursos económicos. Tampoco fue un talentoso al volante y en una ocasión fue rescatado de su auto en llamas en el circuito de Mallory Park, en Leicestershire. Aunque supo mover sus hilos de influencia y llegó a compartir un Osella PA8 con motor BMW en las 24 Horas de Le Mans en 1980, con la italiana “Lella” Lombardi, la única mujer que logró puntuar en la F1 (fue sexta en el GP de España de 1975). Sin embargo, ambos quedaron afuera por un choque. En 1981 Thatcher volvió a la legendaria carrera de larga duración y también desertó, pero a bordo de un Porsche 935 que condujo con el suizo Claude Haldi y el francés Hervé Poulain.
Con su madre ya en el poder, uno de los sponsors de Mark le ofreció correr en la cuarta edición del Rally París-Dakar, donde tuvo tres autos inscriptos para 1982. Thatcher aceptó la propuesta sin medir las consecuencias de recorrer 10.000 kilómetros durante tres semanas en medio del desierto del Sahara. “Corrí las 24 Horas de Le Mans y otras carreras similares, así que el París-Dakar no será ningún problema”, respondió Mark a la prensa cuando le preguntaron por su falta de preparación para una competencia cuyo creador, el recordado Thierry Sabine, se inspiró para su existencia tras perderse en una carrera en el desierto de Libia en 1977.
Mark era el preferido y debilidad de su madre, quien elogió su perfil comercial: “Él podría vender nieve a los esquimales y arena a los árabes”. En tanto que su hijo se definió como “amante de la buena cocina, la buena compañía femenina, los relojes de lujo y la ropa de seda china. Entre sus ocupaciones profesionales destacó su asesoramiento a una editorial de revistas eróticas, una empresa de preservativos y aficionado del automovilismo…”
El París-Dakar ya se había cobrado tres vidas desde su nacimiento: en 1979 el motociclista Patrick Dodin tras salirse de la pista en Agadés (Níger) y en 1981, dos técnicos del equipo IVECO (Franco Druetta y Andrea Carisitres), en Tamanrasset, Argelia (anote ese lugar). Estos antecedentes parecieron no importarle a Thatcher (o tal vez los ignoró). El 1 de enero de 1982 unos 385 vehículos largaron (233 autos, 129 motos y 23 camiones) de la capital francesa y Thatcher fue el navegante de la piloto francesa Anne-Charlotte Verney, a bordo de un Peugeot 504 “familiar” número 178, donde también viajó el mecánico Claude Garnier.
Después de arrancar en París, la caravana del Dakar se desplazó a la localidad de Sète –en la costa mediterránea–, donde embarcó rumbo a Argelia. Una vez en el continente, el trazado cruzó el país de norte a sur, para después tomar rumbo oeste en Mali y, por último, entrar en Senegal para arribar a la capital, Dakar.
Sin la tecnología actual con GPS, celulares, hoja de ruta ni baliza electrónica e incluso un botón de emergencia para dar alerta que tienen todos los vehículos, las herramientas que tuvo Thatcher como navegante fueron una brújula, la hoja de ruta y la escasa cartografía. Su labor fue clave (en esa época tanto o más importante que el piloto), pero sin experiencia él y sus dos compañeros estuvieron condenados al fracaso y al peligro, por sobre todo.
“No hice absolutamente ninguna preparación. Nada”, reconoció Mark en un artículo que escribió en The Guardian en 2004. El 8 de enero en la séptima etapa que unió Tamanrasset y Timeiaouine (538 kilómetros de velocidad) se rompió el eje trasero de su coche. “Los demás también se detuvieron, tomaron nota de dónde estábamos y continuaron. Pero ellos, en lugar de decirles a todos que estábamos a 40 kilómetros al este cuando terminaron la sección, les dijeron que estábamos a 40 kilómetros al oeste”, recordó.
“Por alguna razón, había llegado tarde al campamento la noche anterior y no pude llenar nuestro recipiente de agua. Así que teníamos cinco litros de agua, en lugar de 10, para nosotros tres. Era una taza de café dos veces al día. Ah, y un poco de comida seca, que fue inútil”, describió.
“Creo que nunca me di cuenta de que no sabían dónde estábamos. Debido a que había planeado en mi mente cuánto tiempo podríamos estar allí, eso era muy importante en lo psicológico. Nunca tuve miedo por mi vida”, confesó.
El 9 de enero se perdió el contacto con ellos y se encendieron las alarmas. El 10 de enero fue el día de descanso en Gao y el motociclista Michele Bosi señaló que los había visto dos días antes, entre Timeiaouine y Tite, a unos 50 kilómetros de la ruta de referencia, intentando reparar el eje trasero de su coche.
El 12 de enero fueron declarados desaparecidos en la frontera entre Argelia y Malí, en pleno Sahara. En Europa hubo versiones de todo tipo sobre qué les pudo ocurrir. Desde un posible secuestro del Frente Polisario (movimiento para la autonomía del Sahara Occidental) hasta un montaje tramado por el propio Sabine para que los medios de comunicación de todo el mundo se centraran en el Dakar. Lo cierto es que la noticia corrió como reguero de pólvora en el Reino Unido y creció la tensión en Downing Street, la calle londinense que alberga la residencia oficial del Primer Ministro.
Según el sitio Spoiler, en el cuarto capítulo de la cuarta temporada de The Crown llamado “Favoritos”, usaron la charla entre la Primera Ministra (Gillian Anderson) y la Reina Isabel II (Olivia Colman) donde le contó la desaparición de Mark. Pero la reacción de la monarca de querer acercarse a sus hijos tras la noticia del piloto formó parte de la ficción. Los escritores agregaron ese recurso para que su Majestad se diera cuenta de que los que estaban perdidos eran sus descendientes.
Aunque la popular serie de Netflix incluye un error temporal histórico. En la biotopía, Thatcher, angustiada por la desaparición de su hijo, se desentendió de los pedidos de sus asesores para que actuara por la ocupación de un grupo de trabajadores argentinos en las Islas Georgias del Sur, que fueron a desguazar una fábrica ballenera. Pero ello fue el 19 de marzo de 1982, dos meses después de la carrera y antes de que “La Dama de Hierro” ordenara la movilización de la poderosa flota naval británica hacia las Islas Malvinas…
En la vida real, el Gobierno de Argelia ofreció su ayuda para la búsqueda, aunque primero fue rechazada por Francia que colonizó ese país hasta 1962. Esto, porque los franceses siempre estuvieron a cargo de la organización del Dakar. Fue así que el entonces presidente, François Mitterrand, envió dos aviones (Breguet y Nord 2501) para el operativo de búsqueda.
Sin novedades en el rescate, Margaret Thatcher pidió ayuda al embajador de Argelia en el Reino Unido. El 13 de enero fueron aceptados los cuatro aviones y el helicóptero argelinos que se unieron a la escuadrilla francesa y a un Hércules de la RAF que movilizó el gobierno británico. A la búsqueda se sumó Denis Thatcher (marido de Margaret y padre de Mark), quien viajó a Tamanrasset, donde estaba el aeropuerto más cercano y fue el último lugar en que fueron vistos.
El 14 enero el Hércules los localizó sanos y salvos en Tamanrasset. Y al otro día llegaron dos Land Rover donde Mark, Anne-Charlotte y Claude habían acampado junto a su coche. Trascendió que el hijo de Thatcher, lejos de agradecer, se quejó por la demora en el rescate algo que molestó a su padre. Y cuando le preguntaron qué necesitaba respondió: “Una cerveza, un sándwich, un baño y una máquina de afeitar”.
Mark y su padre volvieron al Reino Unido en el avión oficial del presidente argelino, Chadli Bendjedid (el mismo que al principio ofreció su ayuda). No fue recibido como un héroe en Londres, donde los tabloides británicos denunciaron que se gastaron “millones de libras para rescatar a un playboy”. En ese momento el Reino Unido vivió una crisis económica y problemas con los sindicatos.
Poco le importó ese contexto al entorno de “La Dama de Hierro”, que organizó una cena para celebrar la vuelta de Mark, una reunión que acumuló una factura astronómica que Thatcher quiso obviar, pero luego se vio obligada a cubrir la cuenta de su propio bolsillo. También se dijo que la premier británica había prometido hacerse cargo de los costos de la búsqueda de su hijo, aunque solo aportó una suma cercana a las 2.000 libras esterlinas. Lo que sí habría cubierto fue una factura impaga del hotel donde se hospedó su hijo en Argelia por 11.500 dinares, un tercio de los cuales era para bebidas…
Por otro lado, una celebridad de otra monarquía europea que corrió el Dakar fue Carolina de Mónaco que junto a su marido, Stefano Casiraghi, lo hicieron en 1985, pero abandonaron en la segunda etapa luego de volcar su camión. Aunque el costo fue por parte de Casiraghi, quien era empresario y piloto de motonáutica y falleció en una carrera en Montecarlo en 1990.
Según el sitio Data Driver, uno de los mejores en estadísticas sobre pilotos, Mark Thatcher disputó un total de 22 carreras entre 1979 y 1988 y solo logró tres podios, todos en el Campeonato Europeo de Autos de Turismo, en su último año. No hizo ninguna pole positions ni marcó un récord de vuelta. Nunca más volvió a correr el Dakar, el máximo desafío del deporte motor que en 43 años se cobró más de 70 vidas entre pilotos (27), participantes indirectos, público y periodistas.
Fuera de su vida en el automovilismo, en 1985 se vio envuelto en un escándalo de comisiones internacionales con la venta de armas de Inglaterra a Arabia Saudita. En 2005 se declaró culpable de participar en un golpe de Estado fallido en Guinea Ecuatorial y tras un acuerdo judicial de 400.000 euros evitó la cárcel. Hoy no sería bienvenido en el Reino Unido y desde 2013 pasa sus días entre Marbella y Barbados, donde en 2016 figuró en los Panamá Papers como beneficiario de un fideicomiso y propietario final de una casa, según un artículo de The Guardian.
Aunque su imagen ya se había deteriorado con aquella historia en el Dakar, que lo marcó para siempre. Eso perjudicó a su madre, tanto, que cuando le preguntó a Bernard Ingham, secretario de prensa de “La Dama de Hierro”, qué podía hacer para ayudar a los conservadores en las elecciones generales de 1987, le respondió: “Desaparezca otra vez”.
SEGUIR LEYENDO