Cómo hizo Facundo Campazzo para ganarse el respeto de las figuras de la NBA y tomar un rol más protagónico en los Denver Nuggets

El argentino se encuentra cada vez más afianzado dentro del esquema de los dirigidos por Michael Malone

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Facundo Campazzo tuvo una actuación descollante y fue la figura en la victoria ante New Orleans Pelicans (AFP)
Facundo Campazzo tuvo una actuación descollante y fue la figura en la victoria ante New Orleans Pelicans (AFP)

“Perdón por mi inglés”, dice, sonriente, como nene con chiche nuevo, cuando el periodista le avisa que todo el estadio está escuchando la nota que le hacen por ser el mejor jugador del partido. La cara lo dice todo. Facu está feliz luego de lograr SU primer doble doble en la NBA (19 puntos y 10 asistencias). “Cada día es un sueño para mí”, aclara mientras el público en el Ball Arena lo premia con un aplauso cerrado. Todo es reconocimiento por estas horas en Denver. Los compañeros y técnicos hablan de sus virtudes, de la rápida adaptación, de su crecimiento en la cancha y hasta de un impacto en el juego que va más allá de los números con los que termina cada juego. Pero no son sólo ellos, también los rivales lo descubren. Y lo respetan. A su manera, claro.

“Querés jugar fuerte, yo también lo haré”, le dijo D’Angelo Russell, guardia anotador de Minnesota, en uno de los primeros juegos.

No creo que yo sea la persona con la que quieres pelear”, le espetó John Wall, base estrella, ahora de los Rockets, por lo que pudo notarse en sus labios cuando la cámara de la transmisión lo enfocó dirigiéndose a Facu.

“¿Vos de dónde sos?”, le preguntó Damian Lillard, uno de los tres mejores armadores de la NBA, con cara de pocos amigos. “De Argentina”, le respondió FC7, con cara de póker. La misma que pone cuando los rivales le recriminan sus contactos. Apenas responde, sabiendo que el juego mental es tan importante como el de las pelotas en las manos.

“No puede marcarme”, gritó Steph Curry, como desahogo, cuando volvía a defensa luego de meterle un bombazo en la cara, pese a la muy buena marca del cordobés. Estamos hablando del mejor tirador de la historia, del goleador actual de la NBA y de un candidato a MVP. Pero el base de los Warriors igual se calentó, dentro de un partido de fase regular en el que dominó (anotó 32 puntos) y terminó ganando. Pero, claro, al argentino sólo le faltó seguirlo hasta el baño y eso no le agradó a la estrella.

Ja Morant, el pibe que es una de las nuevas superfiguras de la competencia, no se calentó en el juego pero sí cuando le preguntaron, al final de la conferencia de prensa, sobre la marca de Facu que lo limitó en los últimos 15 minutos de partido y le hizo perder el partido a Memphis. “Siento que jugué bastante bien. Tuve 13-24 de campo, 12 asistencias, 26 puntos y un +9… Dejaré que vos respondas la pregunta”, le respondió a un colega peruano mientras agarraba su celular y se paraba de la silla para irse, visiblemente molesto. Claro, los Grizzlies habían perdido un partido increíble y él, por la defensa de Facu, había fracasado en el desenlace. Harto del juego físico del argentino, sobre todo sin pelota, Morant evitó los 1 vs 1 contra él y lo buscó tenerlo con otros compañeros con menor capacidad defensiva, como Willie Barton. O directamente se desprendió de la pelota. Cuando lo defendió Campazzo, en los 16 minutos finales, Morant tuvo 2-6 de campo y tres pérdidas. Poco para una estrella.

Facundo Campazzo se ganó el respeto de las principales figuras de la NBA (AP Photo/Jed Jacobsohn)
Facundo Campazzo se ganó el respeto de las principales figuras de la NBA (AP Photo/Jed Jacobsohn)

Primero le pusieron la Araña. Luego la Peste. También mencionaron el apodo la Mosca. Cualquiera cuadra para graficar lo insoportable que se está tornando Campazzo para los rivales. Ha molestado e incluso hecho enojar a los más famosos porque no los respeta. En el buen sentido, claro… O, mejor dicho, no les tiene miedo. Los desafía, con su estilo físico y agresivo.

Nadie tiene paz con el argentino, alguien que siempre se caracterizó por ser un defensor insufrible. En la Liga Nacional, cuando incluso por lo bajo decían que este base retacón, fuerte y caradura tenía algunas mañas reñidas con la legalidad. Y hasta en España, donde los hinchas rivales aseguraban que tenía licencia para pegar y exagerar porque estaba en el Real. En la NBA, en cambio, es un novato pero las mañas no las deja en la casa con Sarita –hija de año y medio- y Consuelo –su esposa-. Claro, él no sabe jugar de otra manera. Lo hace al límite, siendo físico y exasperando a rivales, en una competencia en la que no se acostumbra a ver este defensa, al menos en fase regular. Bruce Bowen, compañero de Manu en los Spurs, era un poco así y algunos lo tildaban de “mala leche”. A nadie le gusta esa defensa asfixiante, pegajosa, al límite de la legalidad y más antes de los playoffs, cuando todo es más light en la NBA. Pero a él no le importa. Sabe que debe ganarse así el protagonismo, los minutos y la confianza de compañeros y técnicos. Siendo un obrero. Con el overol puesto.

Si hay algo que ha demostrado el cordobés en estos primeros 56 partidos es mentalidad y personalidad. Cabeza dura para saber qué debe hacer para ganarse la confianza y hacer todo lo necesario para llevarlo a cabo, aunque no sea lo que a él lo hace sentir cómodo.

-Juego poco, no me quejo.

-No puedo tener la pelota en mis manos, no hay problema.

-Tengo que ir a un costado a esperar la pelota y así convertirme en un tirador de esquinas, algo que nunca fui, tampoco tengo dramas y veo cómo puedo aportar.

-Debo que gastar toda mi energía en defensa, viendo cómo incomodo rivales, lo hago, aunque la toque poco y nada en ataque.

-Debo bancarme que mis compañeros la larguen poco, hagan la individual y no jueguen a más pases, como estoy acostumbrado desde que estaba en Peñarol, pasando por la Selección y el Real, lo hago sin chistar.

Facundo Campazzo es elogiado por toda la plantilla de los Denver Nuggets (AFP)
Facundo Campazzo es elogiado por toda la plantilla de los Denver Nuggets (AFP)

Estas deben haber sido máximas que repiquetearon en su cabeza durante los primeros meses. Porque si algo le enseñaron los compañeros de la Generación Dorada fue a entender la realidad y buscar cambiarla dentro del conjunto, sin enojos, cuestionamientos ni broncas. Despacito y por las piedras, sabiendo que hay un derecho de piso que pagar, sobre todo cuando sos rookie en un equipo que viene de ser finalista de conferencia.

-¿Cómo puedo hacerme un lugar en este equipo? ¿Cómo puedo ganarme minutos y protagonismo? ¿Cómo puedo ayudarlo a ganar?

Son preguntas que seguramente le dieron mil veces en la cabeza. Antes de llegar a Denver, cuando arribó y luego, en los primeros partidos. Ahora ya lo tiene clarito y ejecuta en consecuencia. Y los resultados se ven en la cancha. En los primeros 30/40 partidos, FC7 fue un jugador de highlights, como les gusta decir allá. De jugadas. Facu es un creativo, un mago, un caradura con un talento distinto. Por eso, con 1m79, fue campeón de todo en el Real y juega en la NBA. Por eso fue una estrella del Mundial 2019. Y, aunque su nivel no fuera consistente ni jugara los minutos esperado, en los primeros partidos siempre dejaba una perla, una jugada de las que todos hablaban. Pero eso servía hasta un punto. Para que los técnicos y compañeros supieran de lo que era capaz, sí. Pero, más que nada, parecía mas útil para que los medios, los Nuggets y hasta la NBA –que le dedicó varios posteos- aprovecharan esa popularidad carismática que tiene el cordobés. Porque cualquier cosa que sale de Campazzo, rinde. El doble, el triple y hasta cuatro veces lo que hacen otros jugadores, incluidas las jugadas de Jokic, la estrella de Denver y Top 5 de la NBA. Pero Facu es especial. Por su juego y personalidad. Ambas traspasan la pantalla. Un pibe querible, de potrero, alguien cautivante. Pero, claro, la NBA es más que jugadas. Hay que rendir, hacer ganar a un equipo. Porque los entrenadores no viven sólo de acciones jugosas o marketineras.

Facu lo sabía. Y quería más. Porque tenía claro que podía dar más. Y, por eso, a esas gemas que sedujeron le fue agregando consistencia. En la toma de decisiones, en el armado y en el aprovechamiento de quienes juegan con él. Justamente, a esos compañeros que se ganó desde el primer minuto por su cautivante forma de ser, pero que necesitaba ganarse también por su regularidad en la cancha. Y así lo está haciendo. Ocupándose de cada cosa que el equipo necesita para ganar. Primero, como ya detallamos, se transformó en el mejor defensor de un conjunto al cual le cuesta en esa faceta. Le costó incluso dentro del éxito de la temporada pasada, en la actual que le ha costado carburar las lagunas se han notado aún más. Por eso en Denver festejan que esté Facu. Por lo que defiende y por lo que contagia. Su intensidad, agresividad y ganas de fastidiar al rival. Algunos lo siguen. Así Denver maquilla esas lagunas –por momentos, mares- en su aro.

Del otro lado, es distinto el tema. En ataque le cuesta más. Como pasa en otros deportes, es más fácil destruir que crear. Y en eso todavía Facu está encontrando el lugar, su mejor versión. Claro, Denver no es SU equipo, como sí lo era el Real. Es el equipo de Jokic. Y de Murray. Y, si ellos la pasan, otros son prioridad. Como Porter Jr. O Barton. A ambos les gusta más el aro que el chocolate. Y la pasan poco. Pero Facu no se molesta, espera sus momentos. Y prefiere un pase a un tiro, una forma de comprarse a todos en un mundo lleno de egos y necesidad de protagonismo. Como Manu y tantos de nuestros compatriotas, Facu tiene muy bien domado a su ego. Y por eso, también, todos lo aman.

Facundo Campazzo elevó su nivel en los últimos partidos para llevar una marca de 7 victorias y una sola derrota (AFP)
Facundo Campazzo elevó su nivel en los últimos partidos para llevar una marca de 7 victorias y una sola derrota (AFP)

La paciencia ha pagado para Campazzo. Porque las oportunidades, al final, han aparecido. Porque mejoró y, sobre todo, porque los Nuggets son un hospital. Murray se rompió los ligamentos y se perderá toda la temporada. Y Monte Morris, el base suplente, lo siguió con una lesión que aún no tiene fecha de regreso. De repente, Campazzo heredó la base pese a la contratación de un guardia probado como Austin Rivers y empezó a jugar mucho más. Con la suerte de que, pese a las bajas, el equipo, en vez de entrar en racha perdedora -lo lógico-, hilvanó triunfos. Ahora, por caso, ganó siete de ocho sin Murray y quiere más, buscando cuidar el cuarto lugar del Oeste (récord de 41-21) pero mirando de reojo el tercero que hoy ostentan los Clippers con 43-21. Facu, en esta racha, promedia 31 minutos, con 8.5 puntos (50% dobles, 32% triples y 92% libres), 5.9 asistencias, 2.9 rebotes y 1.4 robo. Números por encima de lo que el más optimista podía augurar cuando llegó hace algunos meses…

Más allá de las estadísticas hay que considerar, en este contexto de un equipo debilitado por ausencias, cómo se imponen los intangibles de Campazzo. Su competitividad y intensidad, dos cualidades que ha contagiado en cada equipo y lo convierten en el argentino más ganador de la historia (26 títulos en sus 30 años, 11 en siete con el Real), se notan en cada juego. Y, en lo basquetbolístico, ya con más minutos (30 de promedio en los últimos siete) y la pelota más tiempo en sus manos, se ha hecho más dueño del equipo y se lo ha notado con más fluidez. Los pases mágicos siguen apareciendo (promedia 4.6 pases gol en marzo y abril, por encima de los 3.2 de media en la temporada), continúa siendo incisivo y ha ganado en confianza para manejar la ofensiva. Las 30 asistencias y sólo seis pérdidas de los últimos tres juegos lo demuestran. Todavía le falta mejorar su eficacia en el tiro de tres puntos para terminar de ser una amenaza mayor. Su 37.1% actual no es malo. Al contrario, es una buena marca para un novato que viene de una competencia (FIBA) en la que la línea de tres puntos está más cerca. Facu tuvo que adaptarse. No hay una jornada optativa de entrenamiento a la no concurra al centro de los Nuggets a practicar lanzamientos, ya que su mecánica siempre estuvo entre sus prioridades de mejora (en 2019 viajó a San Antonio por su cuenta para juntarse con un entrenador de tiro de Spurs que le recomendó Manu y luego, durante meses, siguió las rutinas que le dieron), pero la adaptación lleva un tiempo y todavía no es regular en esta apartado. Por caso, hace cuatro partidos, ante Portland, metió 4-5, pero en el anterior y el posterior tuvo, en ambos, 1-7.

Pero, claro, la construcción viene desde su defensa. A tal punto de impacto llega su producción que uno de sus compañeros, JaMychal Green, lo ha postulado para un premio grande. “Para mí Facundo debería ser parte del mejor equipo defensivo de la NBA. Sin importar la cantidad de minutos que juegue… No lo digo porque sea mi compañero, realmente merece estar en el mejor quinteto defensivo. Tiene la habilidad para anular a quien le toque marcar”, aseguró el ala pivote que se ha formado buena dupla cuando ambos salían desde el banco. “Está haciendo un gran trabajo, siempre marcando al mejor base del equipo contrario. Para mí, es uno de los mejores defensores perimetrales de toda la liga”, añadió Paul Millsap, otro veterano que sabe de lo que habla. No son los únicos. Aaron Gordon, la nueva estrella que llegó de Orlando para potenciar al equipo, también se mostró impresionado. “Ve el juego uno o dos pasos por delante del resto y, defensivamente, es una plaga”, comentó. El coach Michael Malone, quien siempre se ha mostrado muy feliz con su rendimiento, aún en los momentos no tan sólidos del argentino, sigue sin escatimar elogios en su discurso. “Se ha ganado el respeto de compañeros, entrenadores y de toda la liga porque cada noche da todo. No se guarda nada. Todos ven que juega fuerte, cada posesión, presionando y desafiando a los rivales con mucho orgullo”, comentó para luego especificar algo que le ha gustado mucho en los últimos juegos, la gran relación entre asistencias y pérdidas. “Eso es lo que uno quiere de un base. Que organice al equipo, mejore a sus compañeros y cuide la pelota. Y Facu lo ha estado haciendo de una forma fenomenal. Es parte de este momento que me hace sentir orgulloso porque con muchas lesiones seguimos luchando, creyendo en el equipo y siendo muy competitivos”, resaltó.

Facu es el nuevo niño mimado. “Es el tipo de jugadores que siempre querés en tu equipo y con el cual irías a la guerra”, resumió Gordon. Duro adentro y bonachón afuera. En Denver ya conocen el Modo Campazzo.

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