Era periodista, Bielsa lo contrató como su espía y terminó yendo a los últimos 5 mundiales de fútbol

Gabriel Wainer arrancó como informante del Loco y también trabajó con Pekerman y Martino. Hoy sueña con llevar a la Copa del Mundo a la selección ecuatoriana de Gustavo Alfaro

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Gabriel Wainer con la medalla
Gabriel Wainer con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004

Fue prácticamente un hombre invisible pese a haber estado involucrado de lleno en importantes selecciones sudamericanas en los últimos cinco mundiales. Se inició como periodista, en el camino se topó con un Marcelo Bielsa que le vio condiciones para ser informante y sus cualidades lo hicieron perdurar en el rubro con otros técnicos argentinos de renombre como José Pekerman y Gerardo Martino. Hoy sueña con su sexta clasificación a una Copa del Mundo con la Ecuador de Gustavo Alfaro. Gabriel Wainer, un NN para cualquier ajeno al fútbol, realiza una tarea fina que rinde jugosos frutos a cada equipo nacional que integra. La transformación de su pasión por el fútbol en trabajo.

“HOLA, SOY MARCELO BIELSA”

La pasión por el fútbol heredada a través de su padre lo direccionó al lugar que ocupa hoy. De niño sus salidas predilectas de fines de semana eran al Cilindro de Avellaneda para ver a su querido Racing, al Argentinos Juniors de Diego Maradona, al Ferro de Griguol y Márcico o al Vélez del Beto Alonso. Los álbumes de figuritas, los partidos por TV en blanco y negro los viernes por la noche y el primer recuerdo mundialista con la Holanda del 74 en su máximo esplendor. Antes de emigrar de Buenos Aires hacia Rosario con su familia probó suerte como futbolista en las inferiores del Bicho de La Paternal y el Fortín. Zurdo, arrancó de enganche y soñó ser un día Rubén Paz, pero lo corrieron al carril izquierdo como volante y luego lateral. Finalmente optó por otra faceta en el mundillo fútbol.

Sin claridad ni certezas sobre su futuro adoptó rápidamente a la ciudad santafesina como propia. En Buenos Aires había trabajado como vendedor en un local de ropa en San Justo y abandonó la tecnicatura de electromedicina. Su evidente devoción por el fútbol llevó a su padre a recomendarle seguir periodismo deportivo y se anotó en la carrera de comunicación social al mismo tiempo que hacía alguna changa para darse sus gustos. Trabajó en una distribuidora de huevo molido e hizo controles de impresiones de fotocopiadoras en Buenos Aires y Santa Fe para una reconocida empresa. Enseguida consiguió meterse en programas deportivos de medios rosarinos como productor y cronista. Cubrió a Argentino de Rosario y Central Córdoba antes de que le encomendaran Newell’s. Justo cuando Bielsa daba sus primeros pasos como entrenador de las inferiores.

“En Newell’s se hablaba de que había alguien diferente trabajando con los juveniles. Yo no tenía contacto con él, pero sabía lo que venía haciendo. Sus compañeros de trabajo decían que no estaba bien de la cabeza; se referían a la calidad y cantidad de tiempo que le dedicaba a los ejercicios con los chicos. Cuando subió a Primera se dio nuestro vínculo”, es la introducción que realiza Wainer sobre su relación con el Loco. Con el tiempo se ganó la confianza del joven DT, al que cautivó con sus cuestionamientos tácticos. Por este interés compartido, Bielsa lo invitó a solas al vestuario en más de una oportunidad para explicarle algún movimiento o estrategia específica con el pizarrón a mano.

Bielsa celebra el Torneo Apertura
Bielsa celebra el Torneo Apertura 90 con Newell's en cancha de Ferro

Empatizar fue sencillo para ambos: “A mí siempre me gustó el estudio del juego. No sé si lo hacía bien o mal, probablemente fuera malo, pero me cautivaba aprender del juego en sí. Desde que intenté jugarlo trataba de tener una visión para entenderlo. Me involucré con el periodismo y me encantaba charlar con jugadores y entrenadores sobre situaciones de los partidos. Creo que Marcelo se percató de mis inquietudes periodísticas y se produjo un feedback”.

Antes de marcharse de la Lepra para experimentar en el fútbol mexicano con Atlas y América, Bielsa le dejó una recomendación: “Haga el curso de entrenador, lo va a ayudar para su profesión como periodista”. Y él, lógico, acató. A esa altura, Wainer ya comentaba partidos y conducía un programa de cable los días jueves en el que hablaba de táctica. Allí analizaba a los rivales de Newell’s y Central y detectaba virtudes y falencias en sus equipos. Bielsa fue invitado de lujo a ese ciclo televisivo a fines del 94: llegó al estudio con un análisis exhaustivo de los 24 países que habían competido en el Mundial de Estados Unidos. Lógicamente con 48 minutos de aire fue imposible desarrollar todo su material, pero el encuentro sirvió para fortalecer su vínculo.

El teléfono le sonaba seguido con característica del exterior (México) en el identificador: “Marcelo me llamaba siempre interesado en Newell’s. Me preguntaba cómo le había ido. Me quedó la sospecha de si ya había visto los partidos por VHS y me llamaba para probarme”.

SUS PRIMEROS TRABAJOS CON EL LOCO EN VÉLEZ Y LA SELECCIÓN ARGENTINA

Bielsa tomó las riendas del Fortín a mediados del 97. Después de una de sus excursiones al José Amalfitani junto a un fiel ladero de Marcelo como Carlos Altieri, llegó la primera propuesta laboral del DT. “Gabriel, ¿usted está dispuesto a buscar un extremo derecho en Brasil? Se tiene que ir 4 meses y armar un banco de datos de toda la liga brasileña”, fue la proposición. El viaje y la estadía estarían cubiertas por el club, que además le hacía un contrato con un salario idéntico al que Wainer percibía con las publicidades que sostenían su trabajo en la radio. Pidió licencia, se apoyó en la ayuda de su esposa para cuidar a sus hijos pequeños, armó las valijas y partió.

El observador de Vélez no solo debía analizar cada partido del Brasileirao desde septiembre hasta diciembre del 97 (tenía encomendados tres por día con informes semanales enviados por fax a Claudio Vivas y Javier Torrente, ayudantes de Bielsa) sino también hallar los encuentros grabados que ya se habían jugado desde abril. Una cadena televisiva local de renombre se apiadó de su desesperada situación y puso su archivo a disposición. “En los 70 y 80 cualquiera creía que el que jugaba bien era el que agarraba la pelota y eludía a varios o la colgaba de un ángulo, pero ahí me formé y entendí que jugar bien también implicaba otras cuestiones”, recapitula.

Diego Simeone, el utilero Marcelo
Diego Simeone, el utilero Marcelo Dalto, Wainer y Javier Torrente de gira con la Selección de Bielsa en el año 2000 (Fotobaires)

¿Cómo realizó la elección de los jugadores destacados? “Hubieron varios, pero por el gusto de Marcelo me pareció que Cléber, extremo derecho del Curitiba, ratificaba en cada partido las condiciones que yo había visto en él. Vélez negoció y finalmente tuvo una mejor oferta del Mérida de España”. El objetivo no se concretó, pero Wainer le dejó a la entidad de Liniers una base de datos en la que cubría las características de los jugadores de toda la liga brasileña de cara a los siguientes dos mercados. De vuelta en Argentina, retomó sus labores radiales y vio en vivo en algún partido más al Vélez de Bielsa que se coronó en el Torneo Clausura 98 antes de ser contratado por el Espanyol de Barcelona. Con el club catalán también tuvo quehaceres: Bielsa le envió los VHS de los 38 encuentros que había disputado el cuadro periquito en la temporada anterior para que los analizara en Rosario.

Desvinculado del Espanyol por la cláusula que la AFA ejecutó en el contrato de Bielsa para convocarlo como DT de la Selección, Marcelo se comunicó con Wainer para ofrecerle ser parte fijo de su staff. Las tareas a partir de allí se multiplicarían: el análisis de los próximos dos rivales de forma presencial y el seguimiento de los jugadores propios con una logística imposible por la tecnología de la que disponían por ese entonces. Ahí dejó definitivamente la radio y un puesto de cajero en un banco. “Vivía más en el predio de AFA, que se estaba reformando, que en Rosario. Para ver los partidos había que tener a alguien en cada país que lo grabara y armar una cadena de envío que tardaba entre una semana y diez días. Yo iba al aeropuerto de Ezeiza para interceptar los paquetes de la empresa de mensajería para que no se demoraran en el depósito que tenían en Barracas. Les decía que era por el bien de la Selección”, cuenta. Montaron una oficina en Rosario y otra en el predio de la AFA, donde un día sorprendieron a Julio Humberto Grondona: “Venía a las concentraciones para ver lo que hacíamos y preguntaba para qué era cada cosa que pedíamos. Teníamos cuatro videocaseteras, un día entró Julio dijo ‘esto es la NASA’. Quizás para ese momento era mucho. Como no había opción para programarlas, a veces yo viajaba de Rosario a Ezeiza para poner a grabar algún partido y me volvía”.

La obsesión y obstinación de Bielsa eran transmitidas a sus auxiliares. Aunque prefiere no ahondar en detalles, Wainer asume que ha llegado a límites impensados con tal de cumplir con su trabajo. “Era riesgoso y divertido, tenía mucha adrenalina. Trataba de cumplir con todo lo que me pedían. Tengo una mancha, una vez me descubrieron previo a un partido con Uruguay. Viajé a Maldonado para ver a la selección uruguaya y le avisaron a Passarella. Batistuta estaba en duda por lesión, pero increíblemente la tapa del diario fui yo, alguien que no tenía importancia”.

— ¿Por qué Argentina no mostró su mejor versión en el Mundial de Corea-Japón 2002?

— Aquel proceso encontró su pico en 2001. A veces concebir el pico máximo de rendimiento de jugadores en una selección es difícil porque no los tenés en el día a día. Los jugadores eran todos referentes, capitanes, goleadores y campeones en distintas ligas, todo confluyó para que el trabajo de aquel cuerpo técnico potenciara al equipo como selección. Se hicieron partidos y una eliminatoria muy buena. Jugabas igual en cualquier parte y te iba relativamente bien, más allá de que ganaras con más o menos claridad, empataras o perdieras. El equipo jugaba de un modo muy reconocido en todo el mundo y era gran candidato. Al año siguiente las cosas no estaban tan claras como en 2001. Los jugadores tienen vaivenes, los niveles no eran los mismos. No es fácil elevar su nivel en una selección. Hubieron lesiones... El equipo no estuvo fino ni con la chispa del año anterior.

Argentina ante FC Tokio en
Argentina ante FC Tokio en un amistoso previo al Mundial (Fotobaires)

— ¿Se palpaba que algo no andaba bien antes del inicio de la Copa del Mundo?

— Los partidos previos daban una muestra de que no estábamos en el nivel de meses o un año atrás. Fue una realidad. Hubo que tratar de potenciar todo lo que se pudiera en el momento, cada uno desde su lado. Pero no estábamos como un año antes, cuando el equipo volaba. Los amistosos previos contra equipos japoneses no fueron buenos. Los entrenamientos no estaban acordes a lo que requería Marcelo y todo fue forzado. No obstante se gana el primer partido con claridad (1-0 a Nigeria), se pierde con Inglaterra aunque se pudo haber empatado porque no fuimos superados en juego, y se empata con Suecia cuando se tuvo que haber ganado por tres goles de diferencia. Más allá de que el equipo estaba un poco forzado y no había la chispa y agilidad de meses anteriores, el equipo debió clasificar claramente a octavos de final y el fútbol nos dijo que no.

— ¿Cómo fue presenciar ese vestuario luego de la eliminación contra Suecia en Japón?

—Fue doloroso desde lo emocional porque cuando la expectativa es grande después te va mal y se genera un golpe más fuerte. Aun sabiendo que en el día a día no estábamos lo bien que podíamos estar, la ilusión pasaba porque el equipo se fuera soltando a medida que pasaran los partidos. No dejábamos de confiar en los jugadores y el trabajo que se estaba haciendo. Creíamos que se podía llegar lejos igual. El partido contra Suecia fue muy duro, para mí, para los jugadores y para Marcelo. En mi posterior carrera tuve vestuarios difíciles, pero nunca uno como aquel. Después de eso se hizo difícil el día a día, pero con la renovación del contrato dimos vuelta la página y empezamos de nuevo. Se asomaba otra camada de futbolistas y eso ayudó a tratar de dejar atrás lo del 2002, que nunca se va a ir, pero con el paso del tiempo cada uno lo sorteó del mejor modo posible.

De cara al Mundial Juvenil Sub 20 que se iba a disputar en Argentina en el año 2001, José Pekerman le había pedido “prestado” a Wainer a Bielsa. El ojeador que tenía injerencia en la Mayor empezó también con los juveniles en un trabajo mancomunado. De hecho muchos de los chicos seleccionados por Pekerman y Hugo Tocalli eran sparrings de la Mayor y resultaron ser la base de la renovación con la que se afrontó la Copa América y los Juegos Olímpicos de 2004. Wainer formó parte de todos estos procesos y permaneció en la Albiceleste tras la partida de Bielsa y asunción de Pekerman.

El cuerpo técnico argentino en
El cuerpo técnico argentino en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004

— ¿Cómo fue la experiencia en los Juegos Olímpicos de Atenas?

— Me encantó. El recuerdo es imborrable porque el éxito deportivo colaboró con eso. Yo estuve 10 días antes de que llegara la delegación porque cuando terminamos la Copa América en Perú me fui inmediatamente a Grecia para ver la Villa Olímpica, los posibles hoteles, los lugares de entrenamiento y las prácticas de dos rivales que ya estaban instalados allá (Australia y Túnez). Viajamos con el dolor a cuestas del gol sobre la hora de Adriano en la final contra Brasil y la tanda de penales. El caudal y volumen de trabajo que imponía Marcelo no era sencillo ni te permitía disfrutar mucho del evento. No había tiempo para relajarse, aunque yo ya conocía la dinámica de lo que quería él. No pudimos ir a ver alguna otra disciplina pero recuerdo que disfrutamos de varias sobremesas con Cachito Vigil, que dirigía a Las Leonas.

— ¿Los sorprendió Bielsa con su renuncia después de los Juegos Olímpicos? ¿Cuándo les comunicó que dejaba la selección argentina?

— Ganamos la medalla de oro y no pudimos desconcentrar porque había que preparar el partido contra Perú por Eliminatorias. Viajamos a Lima y en ese vestuario Marcelo estaba puntualmente efusivo. Toda la carga de lo que se arrastraba, de la Copa América perdida, la medalla de oro y seguir de largo desde la concentración de Atenas se aflojó con el triunfo contra Perú. No festejamos por completo el oro porque volvías a jugar pronto, siempre había algo por delante. Después de Perú, Marcelo se aflojó, estuvo exultante. Nos volvimos a Rosario y al día siguiente teníamos que reunirnos en la oficina. Marcelo nos pidió que viajáramos al predio de la AFA a un día de haber vuelto. En la cena de la noche anterior al día que lo hizo público, nos comunicó su decisión de renunciar y expuso sus argumentos. Hubo un feedback y cada uno dijo lo que pensaba, aunque entendí que la decisión estaba tomada. Ahí liberó al grupo porque no tenía pensado trabajar a la brevedad y dio lugar a que cada uno tomara su camino. Al mes confirmaron a Pekerman y Marcelo me llamó para decirme que José le había pedido autorización para proponerme seguir con él en AFA.

PEKERMAN Y UN VIEJO AMIGO LLAMADO MARTINO

Wainer fue testigo presencial de un hito histórico para el seleccionado argentino: el debut de Lionel Messi con la Mayor. Fue en 2005 contra Hungría en un amistoso disputado en Budapest. El rosarino ingresó por Lisandro López y fue expulsado por un manotazo a los 43 segundos de haber entrado. “Recuerdo esa madrugada, Leo no paraba de llorar en el lobby del hotel y su habitación. Cambiaba de ambiente. Tratábamos de estar cerca de él con (Pablo) Zabaleta porque lo notábamos muy mal. Después con tantos años y partidos habrá tapado eso. Tuve debilidad por Pablo Aimar y Juanfer Quintero, pero Lionel fue el mejor jugador con el que trabajé”, detalla.

Wainer pasa por delante de
Wainer pasa por delante de Messi el día que Argentina fue eliminada del Mundial 2006 por Alemania

La eliminación de Alemania 2006 no le pegó tan fuerte por la coraza emocional que había formado en el Mundial 2002 y la Copa América 2004. Así y todo lamenta el adiós contra los locales: “El equipo estaba jugando bien. Estuvo mejor en el Mundial que en la Eliminatoria, a diferencia del de Bielsa. José renunció en el vestuario en Berlín. Tras eso la AFA me hizo un ofrecimiento para quedarme en la secretaría técnica, en una oficina que se había gestado a través de Bielsa. Pero todavía no se sabía quién iba a ser el entrenador y opté por esperar”.

El paraguayo Juan Ángel Napout triunfó en las elecciones de la federación paraguaya de fútbol y eligió a Gerardo Martino como entrenador del seleccionado guaraní en 2006. En su época como periodista en Rosario, Wainer tenía de vecino al Tata, con quien charlaba seguido en un conocido café de la zona céntrica de la ciudad. Además había ganado confianza al ayudarlo en una escuelita de fútbol que había apadrinado el ex 8 de Newell’s. Frente a la invitación del hoy DT de México ni titubeó. Casi a la par, Bielsa retomó la actividad tomando las riendas de Chile. Ambas selecciones hicieron una eliminatoria brillante y terminaron segundos a un punto del líder Brasil.

Este fue el momento en que Wainer hizo un clic importante: dejó de ser un simple analista deportivo para convertirse en secretario técnico de selecciones nacionales: “Yo arrastraba todo lo que aprendí con Luis Bonini (histórico preparador físico de Bielsa) y Eduardo Urtasun (de Pekerman). La organización, el jugar dos partidos en 5 días y no tener a los jugadores, la logística de los entrenamientos, la preparación del videoanálisis, los viajes de local y visitante, definir si los jugadores que venían del exterior volaban al país o directamente al lugar del partido, los tiempos de traslado desde el hotel al lugar de entrenamiento, al estadio y al aeropuerto, la jerarquía y distribución de los jugadores en el hotel, la cercanía de la utilería con el ascensor... Un sinfín de cosas. Empecé a aportar mi granito de arena con lo que sabía”.

— ¿Cómo evaluás el proceso en Paraguay y el histórico Mundial 2010 que hicieron?

— No teníamos el cartel de candidatos pero sí la obligación de clasificarnos al Mundial porque la selección así lo había hecho en los últimos tres. Cumplimos el objetivo holgadamente y llegamos por primera vez a la instancia de cuartos de final, haciendo un gran partido contra España (a la postre campeón del mundo), a la que podíamos haber dejado en el camino. Paraguay maniató a España, no nos generaron oportunidades y le cortamos los pasillos internos donde sabíamos que hacían mucho daño. Salió todo bárbaro, pero erramos un penal y sobre el final tuvimos una chance clara para empatar que no aprovechamos. Llegamos a Asunción de madrugada y nos esperó un mar de gente. Al año siguiente fuimos a la Copa América en Argentina y no jugamos bien: llegamos a la final sin ganar, empatando y venciendo en penales. Se hizo un equipo duro, rocoso, no tanto del gusto del Tata. Las cosas no salían con la fluidez del Mundial. Llegamos diezmados por lesiones y expulsados a la final que merecidamente ganó Uruguay en cancha de River.

Gabriel Wainer en su paso
Gabriel Wainer en su paso por el seleccionado paraguayo

— ¿Por qué no continuó Martino en Paraguay y cómo recalás en la selección colombiana?

— Puede ser que la falta de recambio haya sido uno de los motivos que llevó al Tata a irse. En 2011 hay un bache de meses sin trabajo hasta que Colombia llama al Tata, que acepta y convoca al mismo cuerpo técnico de Paraguay conmigo incluido. Ya habíamos hasta arreglado los salarios con la federación cuando lo llamaron de Newell’s. Entre muchas idas y venidas optó por quedarse en Rosario. Me propuso ir con él y tuve mis noches sin dormir para resolver qué hacer. Colombia arregló raudamente con Pekerman, que me llamó para trabajar con él otra vez. Más allá de que la situación de Newell’s era compleja porque estaba comprometido con el descenso, era la chance de continuar con el Tata y trabajar en la ciudad, pero finalmente me incliné por seguir en lo que me apasiona y atrapa que es trabajar con selecciones y asistir a los mundiales.

— ¿Cómo hicieron para refundar el fútbol de la selección colombiana?

— Colombia no se clasificaba a un Mundial desde el 98 y fue un gran desafío. De arranque se presentaron muchas situaciones que atentaban contra la tranquilidad de los jugadores. En el primer amistoso contra México en Miami los representantes de los futbolistas estaban en las habitaciones, alrededor de 10 sponsors de la federación subían y bajaban en el hotel para hacer firmar camisetas, estaba metida la prensa... Era una cuestión difícil de manejar, pero se empezó a poner orden. Se le dio un margen de profesionalismo para que el jugador descansara, se alimentara mejor y tuviera la tecnología a disposición desde el punto de vista físico y de análisis deportivo. Se hizo un gran trabajo desde ese lado. El jugador vio que eso le jugaba a favor y se mostró agradecido. Ese orden ayudó, se los veía contentos y felices. Y obviamente después el ojo y la intuición de José para armar las listas y los equipos. Se dio una conjunción de cosas que hizo de aquella Colombia un equipo exitoso que casi no sufrió en el camino de la eliminatoria al Mundial.

Wainer y su foto con
Wainer y su foto con dos cracks colombianos: Juanfer Quintero y James Rodríguez

— ¿Le daba para un poco más al equipo en el Mundial de Brasil? ¿Cuál es la comparación con el segundo ciclo en Rusia 2018?

— No hicimos un gran partido contra Brasil en los cuartos por lo que venía jugando el equipo. La fase previa y en el partido en octavos contra Uruguay se jugó un fútbol que Brasil no nos permitió hacer. Nos convirtieron dos goles y se hizo muy cuesta arriba. El segundo fue un mazazo, el tiro libre de David Luiz desde muy lejos que se clavó en el ángulo. En el segundo tiempo se cambió el juego, hicimos el gol y hubo otro anulado a Yepes por un offside que el VAR hubiera convalidado. Nos eliminaron pero la ilusión del pueblo colombiano por ese equipo y lo que acompañó en las canchas brasileras con 35, 40 ó 45 mil personas en la cancha fue infernal. En la vuelta tardamos tres horas desde el aeropuerto hasta el estadio El Campín (habitualmente el trayecto dura 15 minutos) porque estaban colapsadas las autopistas. El plantel se renovó, se fueron los Yepes, Perea, Mondragón, Zuñiga, Macnelly Torres y se empezaron a sumar jugadores jóvenes. La bandera era James, que jugó el Mundial 2014 y siguió en el proceso. Se produjo un recambio por el que nos costó más la eliminatoria que a Brasil. Se fueron referentes del vestuario que solo con la mirada podían ubicar a los juveniles. En Rusia nos eliminó Inglaterra en los penales y creo que José ya sentía un desgaste con la dirigencia, por eso creyó conveniente dar un paso al costado.

Después de su quinta experiencia mundialista de forma consecutiva, Wainer fue convocado por Justo Villar (manager de la selección paraguaya) para volver a la Albirroja en 2019. Se sumó al grupo de trabajo de Eduardo Berizzo, pero para fines de año sintió cierta “incomodidad” que lo llevó a interrumpir sus labores por primera vez en su carrera. Aprovechó entonces para retomar un proyecto al que le había dado forma en 2006 tras el Mundial de Alemania: una oficina técnica móvil a distancia que le permitía a clubes europeos observar jugadores en Sudamérica. Hoy la mayoría desarrolló ese método que fue revolucionario para ese entonces, en una época en la que los representantes de las promesas sudamericanas las ofrecían a Europa y desde allá enviaban emisarios interesados en las mismas. Realizó un trabajo de scout para Udinese durante cinco años y para el Bayer Leverkusen por otros tres. Cuando se incorporó a los seleccionados de Paraguay y Colombia Gabriel ofició de supervisor y contrató gente de confianza para continuar con las tareas, entre los que estuvieron sus dos hijos.

EL RETO EN ECUADOR CON ALFARO Y SUS OBJETIVOS PERSONALES

Tras la renuncia de Jordi Cruyff en julio de 2020, la Federación de Ecuador lo convocó para hacerse cargo de la secretaría técnica. A su trabajo habitual tenía que sumarle algo no menor: la elección del nuevo entrenador. Atento a los recambios constantes de los seleccionados nacionales sudamericanos en las categorías Sub 15, Sub 17, Sub 20 y los preolímpicos, Wainer hizo un balance positivo de Ecuador, que arrastraba el trabajo del argentino Jorge Célico en sus juveniles. Estudió qué referentes podía tener el plantel mayor, cuál era el potencial de los rivales y con qué posibilidades de volver a una cita mundialista se iba a encontrar la Tri.

Jimmy Bran (Sub 15), Patricio
Jimmy Bran (Sub 15), Patricio Urrutia (Sub 17), Gabriel Wainer (secretario técnico), Emily Lima (seleccionado femenino), Gustavo Alfaro (DT la Mayor) y Jorge Célico (Sub 20)

— ¿Cuáles son tus objetivos propios y los de Ecuador a corto, mediano y largo plazo?

— Más allá de la Copa América, que está a la vuelta de la esquina y que uno quiere ganar cualquier partido que te ponen por delante, el objetivo es ir al Mundial. Es lo que queremos todos los que componemos la federación. Es una competición muy difícil de jugar. Sacando a Argentina, Brasil y Uruguay que son casi fijos en los últimos tiempos -más allá de algún susto que hayan podido pasar- hay un mini torneo de 5 ó 6 equipos para un cupo y medio. Pretendemos profesionalizar todo lo que se pueda las áreas relacionadas al fútbol, lógicamente incluido el femenino, que aspira a la Copa del Mundo en 2023. Es lo que se buscó en estos meses de trabajo con Francisco Egas, Rodrigo Espinoza, Carlos Manzur, Michel Deller, Iván Coveña y Amílcar Mancilla. Es una dirigencia abierta a modificar todo lo que haga falta para mejorar lo deportivo y que así los jugadores encuentren absolutamente todas las comodidades, desde el colchón donde duermen hasta el campo de juego que debe estar impecable.

— ¿Te llamó algún club para trabajar como secretario técnico alguna vez?

— Como me especialicé con selecciones en eliminatorias sudamericanas, trabajando en Preolímpicos, Copa América o Sub 20, opté por desarrollarme en este núcleo. Por esto es que también siempre me buscaron más para selecciones que para equipos.

— ¿Qué sueño te queda por cumplir en el fútbol? ¿Te gustaría trabajar con tus hijos algún día?

— Por el momento trato de evitar trabajar con ellos. Hemos estado juntos en su etapa de aprendizaje y me ayudaron muchísimo quedándose con la búsqueda de jugadores día a día para Udinese y Bayer Leverkusen. Trato de que tengan vuelo propio: uno va por la dirección deportiva y trabajó con Diego Milito; el otro apunta a ser entrenador (trabaja con Mariano Soso). Hoy no haría nada por traer a trabajar a alguno conmigo o involucrarme con ellos. Si tengo un sueño es que en algún momento Racing nos encuentre a los tres. Juntarnos en el Cilindro me agradaría porque es el club que nos moviliza más allá de lo profesional. Volcar las experiencias en el club de toda la vida sería lindo. Ellos heredaron la pasión por Racing y sé lo que sufren cada partido. Sería un buen broche para mi carrera aunque capaz ellos no estén interesados, ja.

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