Formar a los niños desde una edad muy temprana con la mentalidad de un futbolista ya consagrado profesionalmente. Ese parece ser el propósito de la mayoría de los clubes del mundo para que, al momento de que llegue su debut en Primera División, el joven ya esté preparado para soportar la presión física y mental que se requiere para hacerlo.
La esencia del fútbol infantil, que consistía en divertirse y “jugar” por el simple hecho de compartir un tiempo con amigos fue quedando opacada por las nuevas modalidades de formación, en las que, según Oleguer Presas, ex campeón con el Barcelona, pueden resultar poco humanas.
Es por eso que el oriundo de Sabadell decidió implicarse en un proyecto comunitario de una escuela de fútbol ubicada en el cuartel de la Guardia Civil de su ciudad, con el fin de enseñar a los niños y niñas unos valores diferentes a los que imperan en el deporte rey.
El que supo levantar el máximo trofeo a nivel europeo de clubes en 2006 (Champions League) y conquistar cuatro ligas locales (dos con el Barcelona y dos con el Ajax), conoce muy bien cómo se manejan las instituciones en fútbol base y es allí en donde decidió implicarse de lleno desde ya hace un tiempo.
“Durante mi experiencia en las prácticas como entrenador me di cuenta de que el fútbol base está muy focalizado en el rendimiento y desde mi punto de vista se dan situaciones humanas que no me gustan y que me hacen sentir incómodo”, aseguró en una entrevista con la agencia EFE.
“Quería hacer las cosas de una manera muy diferente”, añadió. Es por eso que se involucró como “acompañante” (prefiere esa definición a la de entrenador) en un proyecto, que formalmente empezó en septiembre de 2018.
Este plan implica que niños de entre 6 y 12 años (no se descarta ampliar el rango de edad) jueguen en equipos mixtos sin estar inscriptos en ninguna competición y tan solo disputando dos partidos cada tres meses. Más allá de ese puñado de encuentros, Oleguer instruye y forma a los jóvenes dos veces a la semana durante una hora y media, ayudado por los mismos padres que llevan a sus hijos.
“La intención no es crear futbolistas sino personas”, explicó en diálogo con el Nació Digital en 2019 y agregó: “Queremos conducirlos para que aprendan y que ellos mismos, ante los retos, vayan evolucionando y formándose”.
Durante esos 90 minutos que pasa con los niños, el ex futbolista intenta enseñarles a moverse y a conducir el balón, aparte de las cuestiones tácticas. “Cooperar para mejorar colectivamente”, es otra de las prioridades que pretende inculcarles.
“Los acompañantes intentamos poner mucha atención en lo que sucede en el juego para poder pararlo y reflexionar sobre lo que sucede”, continuó explicando Oleguer a EFE. “Por ejemplo, cuando en la elección de los equipos un niño dice que no quiere ir con una niña”, expuso.
El proyecto es bastante paritario en la edad inicial, los seis años, pero aún no consigue plasmar su idea en edades superiores. “Nos está costando. Tenemos mucho trabajo por hacer para ofrecer un espacio más amable y atento a las necesidades que puedan tener todas las personas que asistan a los entrenamientos y también a nivel social”, reconoció.
Otro de los objetivos de esta iniciativa es recuperar ese fútbol de calle que cada vez tiene menos espacios y participantes, en el cual los niños y niñas se autogestionan solos (en este caso, con la supervisión de las familias y los acompañantes).
El paso por el fútbol base de Oleguer fue bastante llevadero, pero él mismo admitió que fue un afortunado: “Era de los jugadores buenos y eso hizo que no sufriera la frustración de no jugar, de que te metan una bronca por no hacerlo bien o de que te echen de un equipo”.
De todas maneras, aseguró que él “siempre” jugó “para disfrutar” y que no fue hasta llegar a la Segunda División B con la Gramenet con 19 años que se planteó “por primera vez la posibilidad de poder vivir profesionalmente del fútbol”.
Sus padres ni mucho menos le pusieron la presión hacia los hijos que, por desgracia, el mundo del fútbol se ha habituado a ver los fines de semana en los partidos del fútbol base.
“Siempre se han mantenido muy al margen de mi rendimiento futbolístico. Además, no les gusta el fútbol y no les gustaba el ambiente de un campo de fútbol cuando venían a verme, por eso lo hacían de vez en cuando”, detalló Oleguer.
A pesar de todo, el de Sabadell, que colgó las botas con 31 años después de una etapa en el Ajax, consideró que “el fútbol es un espacio brutal de influencia y eso permite que lo que pase en el mismo pueda condicionar muchas cosas de las que suceden en la sociedad, también para bien”.
“Pero si crees en algo lo tienes que hacer bien hecho. El problema es que estamos intentando vender productos en vez de pensar en lo que realmente necesita la sociedad. El racismo no se acaba con una campaña titulada ‘Stop Racismo’ o la paridad no se consigue creando una liga femenina que incorpore los valores negativos de la masculina”, sentenció.
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