El cronista francés Antoine Vayer recolectó imágenes de archivo de Lance Armstrong durante los distintos tours y encontró un llamativo gesto que el ex ciclista realizaba antes de aumentar su velocidad considerablemente: tocaba la parte trasera de su asiento. Por ese motivo plantó la duda sobre si el estadounidense utilizó durante años un motor en su bicicleta.
Lo cierto es que este tipo de fraude tecnológico no es nuevo en el mundo de los pedales. En 2016, la cadena CBS reveló que uno de los equipo Sky, uno de los más importantes del ciclismo mundial, estaba bajo investigación porque las bicicletas de sus integrantes pesaban 800 gramos más que las del resto de los ciclistas. Peso equivalente al de un motor diminuto.
Cómo funcionan los motores
Los dispositivos existen desde 1998, y son vendidos en todo el mundo, aunque prohibidos en el ámbito profesional. Sin embargo, al momento de la competencia, algunos de los corredores logran esconderlos dentro de sus bicicletas. Pesan aproximadamente 800 gramos y están compuestos por un motor, que puede llegar a producir 500 W de potencia, y una batería, que puede caber dentro de la botella que llevan los competidores o en el sillín.
El motor tiene forma de cilindro y se ubica dentro de uno de los caños de la bicicleta. A través de cables es conectado a los piñones de la rueda trasera y, una vez activado, mediante un botón oculto, comienza a empujar los pedales.
La fuerza producida no es suficiente como para que el corredor deje de pedalear, sino que es una “ayuda” para evitar tanto desgaste. “No es como ir en una moto. Necesitas trabajar duro para hacerla andar”, explicó Harry Gibbings, jefe de Typhoon, empresa que se dedica a fabricar este tipo de bicicletas, en una entrevista a la BBC en julio de 2016.
El fraude tecnológico es conocido en el mundo del ciclismo, tanto es así que Jean-Pierre Verdy, antiguo director de la Agencia Francesa Antidopaje, había explicado en 2017 que estaba al tanto de la situación, pero que no era sencillo luchar contra eso: “Ha sido en los últimos tres o cuatro años cuando he oído hablar del uso de los motores”.
Fue él quien esta semana, en declaraciones al periódico galo Le Parisiene, apuntó contra Armstrong: “Él es la mayor estafa. Con complicidad a todos los niveles. Recibió un trato especial. Muchos me dijeron que no debía abordar las leyendas, que me iba a encontrar solo. Pero si las leyendas se sustentan en algo... también creo que tenía un motor en la bicicleta”.
El ex directivo entre 2006 y 2015 aseguró que el estadounidense utilizó una ayuda ilegal para mejorar su rendimiento a nivel mecánico y ganar los siete tours de Francia de forma consecutiva (1999-2005), de los cuales terminó siendo desposeído tras admitir que se había dopado en 2013. “Todavía tengo las imágenes en la cabeza de una etapa de montaña en la que dejó a todo el mundo en el suelo. Al final de la etapa, llamé a todos los especialistas que conozco y no entendían cómo era posible su rendimiento, incluso con EPO (hormona natural proteica que aumenta la cantidad de oxígeno que llega hasta los músculos de los ciclistas). Algo andaba mal y todos los especialistas me decían lo mismo”, aseguró.
La imagen de Armstrong se manchó el 12 de junio de 2012, la USADA (agencia antidopaje de Estados Unidos) acusó formalmente a Armstrong de usar EPO, transfusiones de sangre, testosterona y corticoides entre 1998 y 2011. El 22 de octubre de aquel año, la UCI hizo efectiva la sanción de por vida y lo desposeyó de los siete tours que había ganado.
En enero de 2013 ,el oriundo de Texas admitió por primera vez haber tomado sustancias prohibidas en una entrevista con Oprah Winfrey. La conductora le mostró imágenes suyas del pasado, en donde tras ganar un tour se lo dedicaba a los cínicos y escépticos porque, “para ganar, hay que trabajar muy duro”. En esa íntima conversación con la presentadora estadounidense, dijo que fue uno de los grandes errores que cometió en su vida.
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