Gracias a su enorme popularidad alrededor del orbe, el futbol ha sido un vehículo efectivo para manifestar diversas banderas, causas y posturas políticas. Gracias a los caminos del deporte, permeados por las convicciones de jugadores y directivos, grandes clubes han entablado vínculos más allá de lo deportivo con comunidades en resistencia. En ese caso se encuentra el zaguero argentino Javier Zanetti, quien fungió como enlace para que el F.C Internazionale de Milán lograra un acercamiento con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas.
El año de 1994 irrumpió abruptamente en la Historia del mundo, aunque, con mayor énfasis, en países latinoamericanos como México. Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el 1 de enero, un grupo de comunidades originarias en el estado sureño se levantó en armas con la bandera autonómica de por medio, así como la defensa de sus tierras y un notable acto de presencia en un contexto de globalización.
Al enterarse sobre la fugaz toma de siete cabeceras municipales, el gobierno mexicano encabezado por Carlos Salinas de Gortari envió al ejército como respuesta. Los enfrentamientos dejaron a decenas de rebeldes muertos. Finalmente, el 12 de enero se negoció el cese al fuego y la lucha zapatista comenzó a encausarse por vías ajenas a la acción directa.
En ese momento, Javier Zanetti comenzaba a destacar en el Club Atlético Banfield, de Argentina. Luego de notables actuaciones en el terreno de juego, en 1995 tuvo la oportunidad de llegar a Europa e integrarse a las filas del Inter de Milán. Aunque su vínculo con los chiapanecos llegaría nueve años después, posiblemente su simpatía con el ezeta se gestó con el impacto mediático conseguido desde su irrupción.
El defensor argentino nació y creció en Dock Sud, una comunidad en la metrópolis de Buenos Aires. Durante su infancia lidió con la pobreza en su ciudad de origen, así como con la violencia originada por el crimen organizado. Influenciado por la empatía, con su crecimiento financiero también encaminó una organización sin fines de lucro en 2001. A través de la Fundación Pupi, apostó por el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes en regiones vulnerables de su país natal.
Sin embargo, la solidaridad se extendió a México en el año 2004. De acuerdo con el sociólogo Luis Felipe Silva Schurmann, en su libro El futbol y la guerra, durante un ataque paramilitar a las y los habitantes zapatistas de los Altos de Chiapas, la infraestructura para el traslado de agua fue destruida. Como respuesta, el capitán de los nerazzurri, en acuerdo con la directiva, envió una ambulancia, recursos, playeras y equipamiento del equipo de futbol, además de EUR 5 mil recolectados de las multas a los jugadores que llegaban tarde a los entrenamientos.
Luego del gesto, la relación fraterna entre ambos grupos comenzó a crecer y acaparar la atención de los medios de comunicación. De hecho, al ser cuestionado sobre el acto y su relación con los rebeldes chiapanecos, el “Pupi” Zanetti llegó a declarar que:
“Creemos en un mundo mejor, en un mundo no globalizado sino enriquecido por las culturas y las costumbres de cada pueblo. Por eso queremos apoyarlos en esta lucha por mantener sus raíces y perseguir sus ideales”.
En uno de los puntos más relevantes de la relación, el Subcomandante Marcos se animó a retar a una serie de encuentros amistosos al Inter de Milán. De hecho, la respuesta de Zanetti fue favorable, pues vio con buenos ojos la propuesta y llegó a decir que “no tengo problema aceptando este reto. Estoy dispuesto a ir”, de acuerdo con Football Pink.
El 30 de marzo de 2005, por medio de una carta dirigida a Massimo Moratti, quien fuera máximo accionista y presidente del equipo hasta 2013, el líder rebelde tuvo la intención de formalizar el encuentro. En el contenido propuso dos partidos: uno en México y otro más en Italia, de tal suerte que lo recaudado fuera destinado a las minorías o comunidades segregadas en ambos territorios.
De hecho, en otra de las propuestas logísticas, Marcos insinuó que Diego Armando Maradona fuera el árbitro central, auxiliado por Javier “El Vasco” Aguirre, Jorge Valdano y Sócrates, en defensor artífice de la democracia Corinthiana, en Brasil. En la crónica estarían Eduardo Galeano y Mario Benedetti, así como los italianos Gianni Miná y Pedro Luis Sullo.
Dentro de las reivindicaciones de las minorías en la misiva, planteó un espectáculo organizado y ejecutado por integrantes de la comunidad LGBT+. Ello causaría “el escándalo de la ultraderecha y el desconcierto en las filas del Inter” pero “elevarán así la moral y el ánimo de nuestro equipo”. Dicho gesto ayudaría a recordar que:
“No hay únicamente dos sexos y no sólo existe un mundo, y siempre es recomendable que los perseguidos por su diferencia compartan alegrías y apoyos sin dejar de ser diferentes”.
Ante ello, el 12 de mayo de 2005 el diario La Stampa, de Roma, publicó una entrevista con Moratti. Al ser cuestionado sobre la propuesta a nombre del EZLN, respondió:
“No veo como una cosa imposible sostener un partido con una selección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Obviamente el encuentro tendría un significado muy grande. Más allá del deporte. Es un acto de simpatía y solidaridad con el movimiento, con los indígenas. Se lo merecen”.
Además destacó que la relación entre el club y el ejército rebelde es de pares. “Nosotros damos, pero recibimos mucho más. Estoy muy honrado de ir a jugar”, recalcó.
Aunque ambos grupos mostraron voluntad para realizar los partidos, nunca pudieron concretarse. De hecho, la mediatización de la comunicación entre las dos entidades disminuyó después de ello. A pesar de ello, el EZLN logró dar a conocer su causa a nivel mundial y el Inter de Milán ha organizado, desde entonces, un campus de futbol en tierras chiapanecas.
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