El portero argentino Miguel Marín Acotto es considerado oficialmente como el más grande ídolo del Club Deportivo Cruz Azul. Apodado como el ‘Gato’ —y después como ‘Superman’—, fue el protagonista indiscutible de la ‘Época Dorada’ del club en los años setenta, cuando el equipo logró una hazaña que ahora parecería más que imposible: coronarse cinco veces campeones de liga.
Fueron esos años gloriosos para La Máquina los que consagrarían al ‘Gato’ como uno de los mejores jugadores extranjeros en la historia del futbol mexicano, dejando para la posteridad uno de los autogoles más insólitos y recordados de la historia.
Su romance con México comenzó a gestarse en 1971, cuando Guillermo Álvarez Macías, padre de Billy Álvarez y director general del club en aquella época, lo trajo del Vélez Sarsfield de Argentina. El plan original era traer a Carlos Bianchi, pero por azares del destino — y en parte gracias al buen ojo del reclutador del América ‘Panchito’ Hernández— terminó llegando el portero por USD 30,000.
A pesar de que ya había jugado con la selección juvenil de argentina en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 y se había consagrado campeón con Vélez en 1968, cuando llegó a tierras aztecas Marín era un completo desconocido.
Con sus 1.84 metros de altura y 84 kilos de peso, Miguel Marín se asemejaba más a un jugador de rugby que a un futbolista profesional. Sin embargo, contrario a lo que sugería su aspecto físico, destacó por tener magníficos reflejos, un poderoso resorte y una excelente orientación dentro del área.
Su debut en México se produjo el 25 de diciembre de 1971, con una victoria por 2 a 0 frente a las Chivas de Guadalajara, cuando no tenía ni tres días de haber llegado al país. Algunos de sus compañeros en esa primera etapa fueron Fernando Bustos, Héctor Pulido, Alberto Quintero y Cesáreo Victorino.
Sus primeros partidos los jugó vistiendo sudaderas de un solo color (rojo, verde o celeste), y unos shorts de tenista. El ’Gato’ Marín decía que los porteros debían vestir uniformes llamativos, de preferencia colores chillones, para que esto fuera lo primero que observaran los delanteros una vez que dejaban de mirar el balón.
En el verano de 1972 consiguió su primer título con Cruz Azul al vencer al América en la final con un marcador de 4 a 1. Luego consiguió un título de Concacaf, y en la siguiente temporada el club San Lorenzo de Argentina intentó llevárselo de regreso a su país, pero al final el ‘Gato’ y su esposa decidieron quedarse en México y ese mismo año consiguió su segundo título de liga en un partido contra León.
Entonces ya era un ídolo de la afición cementera. Un reportaje de la época hecho en Argentina lo comparó con ‘Superman’, y el cronista Jorge “Che” Ventura impulsó esta idea en sus narraciones.
En una entrevista para medios mexicanos mostró sus manos a la cámara y dejó ver unos dedos totalmente deformados por los constantes impactos, ya que en esos años apenas se estaban implementando los guantes modernos para portero. “Son los pelotazos de la vida”, se justificó el Gato.
En la temporada 73/74 La Máquina perdió la Copa México contra el América, pero logró quedarse con el título de liga y consiguió el tan ansiado —y único— tricampeonato. Después vencieron a los azulcremas en el “Campeón de Campeones”, y en la siguiente temporada Marín obtuvo su primer reconocimiento a nivel individual como mejor portero de la Primera División.
Si hubo una jugada que dejó el ‘Gato’ para la posteridad, fue aquel insólito y raro autogol que marcó en un partido contra el Atlante el 23 de marzo de 1976. El propio Marín admitió que fue completamente su error, al querer intentar corregir el rumbo del balón a último momento:
“Traté de jugar rápido para sorprender al equipo contrario, pero me adivinó la jugada un compañero del Atlante y quise rectificar la trayectoria del balón en el aire... Desgraciadamente lo tiré para dentro de mi propia portería”, explicó.
Fue considerado por segunda ocasión como el mejor guardameta de México en la temporada 79, donde también estrenó su emblemático traje de rayas azules y blancas del club de rugby argentino San Isidro. La afición mexicana se encariñó con Marín no solo por su grandes actuaciones, sino también por su sencillez y carisma fuera de la cancha.
Su último partido fue el 6 de junio de 1981. Aquel icónico jersey que tanto lo caracterizaba se lo entregó al arquero Ricardo “El Oso” Ferrero, también argentino. En total jugó 319 partidos con Cruz Azul y recibió 298 goles; alcanzó cinco títulos de liga, un tricampeonato y un bicampeonato.
A los 36 años le sobrevino un primer infarto y tuvo que ser operado en Houston, Estados Unidos. Después intentó ser entrenador en Cruz Azul, pero un cabezazo propinado a un silbante terminó por precipitar su salida del club. También estuvo en Coyotes Meza y luego fue entrenador de porteros en la Selección Mexicana.
Diez años después el ‘Gato’ Marín falleció de un segundo infarto.
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