México está plagado de futbolistas en todo tipo de categorías, ramas y suertes. Desde los afortunados que lograron consistencia en la máxima categoría, hasta los menos agraciados que no pudieron debutar en categorías menores.
Dentro de ese mar de posibilidades, el caso de Jorge Enríquez García, apodado Chatón. Resulta especialmente llamativo, porque es de los pocos que puede presumir las mejores experiencias para un atleta, pero también unas muy malas para cualquier profesional.
El Chatón pasó de estar a una firma del Benfica, a fichar por el Club Veracruzano de Fútbol, dentro de una liga amateur que ni siquiera pudo arrancar operaciones.
La historia de Enríquez García puede dividirse en tres partes y cada una puede representar un jugador distinto.
La primera de todas es la más exitosa, que comprende desde su debut en el 2010 hasta la Copa América 2013. En ese periodo solamente cosechó éxitos y medallas, donde sobresale el tercer lugar en el Mundial sub-20, donde además fue balón de bronce; el Torneo Esperanzas de Toulon, donde terminó como campeón, y por supuesto la medalla de oro en Londres 2012.
Ese lapso Jorge fue pieza clave en cada equipo y explotó bajo el mando de Luis Fernando Tena en selección. Se dedicó a elevar las ilusiones sobre su futuro y traer ofertas sobre la mesa, pero al final del día nada cristalizó y pasó a su segunda faceta como jugador.
Después del 2013, las luminarias a su alrededor se apagaron. No encontró la regularidad deseada en Chivas ni recibió nuevas convocatorias en selección. Otros compañeros despegaron en su carrera y entre desesperación y lesiones, el Chatón fue en declive.
Salió de Chivas hasta 2016 y empezó la larga sesión en distintos clubes. Primero fue León, después Coras Tepic, seguido de Santos Laguna y finalmente Puebla. De esos clubes, solamente en Torreón consiguió jugar más de 10 partidos, pero no fue suficiente para levantar su carrera y su contrato con Guadalajara terminó.
En esta etapa, la de futbolista frustrado por falta de oportunidades, le continuó un problema con el “pacto de caballeros”, un dicho dentro del ámbito deportivo en México que refiere cuando el futbolista queda libre de contrato, aunque se diga que ya no existe, todavía se sufre esa regla no escrita, tal como le pasó al ex seleccionado.
“Hablé con mi representante porque terminé mi contrato en Chivas. Tenía opciones en México como jugador libre y aunque se diga que no existe el ‘pacto de caballeros’ cuando eres libre, existen una serie de complicaciones y mi prioridad fue buscar algo en el extranjero”, mencionó el contención para Mediotiempo.
En este punto comenzó la parte más trágica de su carrera, pues desapareció oficialmente del primer plano y comenzó su camino al olvido. Fichó por el Omonia Nicosia, de Chipre y después al Salamanca de la tercera división española. Hasta ahí llegó el sueño europeo, pues regresó a México con 18 partidos en dos años.
El Club Veracruzano de la Liga de Balompié le abrió las puertas a finales de 2020, pero la competencia ni siquiera pudo comenzar. Fue hasta enero de 2021 cuando finalmente encontró estabilidad y recaló en los Venados de Yucatán, dentro de la Liga de Expansión MX.
Hoy, con 30 años cumplidos, es compañero de Neri Cardozo y Armando Navarrete en la segunda categoría del fútbol mexicano, sin posibilidad de ascender, pero con la tranquilidad de haber probado de todo en su etapa como profesional.
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