“Futbolísticamente sí, es el día más triste de mi vida”. Así arrancó el relato un almacenero que brindó una entrevista al informativo Subrayado de Canal 10 de Uruguay tras consumarse el descenso de su equipo, Danubio. A la Franja solamente le servía ganar el martes pasado (luego debía esperar que Boston River perdiera con Nacional) para mantener viva la ilusión de permanencia en la máxima categoría pero un gol en el quinto minuto de descuento de César Picante Pereyra, aquel verdugo que tuvo Belgrano de Córdoba el día que mandó al descenso a River Plate de Argentina, empató 2-2 y decretó su retroceso de divisional.
El hombre, en su ámbito y con camiseta franjeada puesta, inició su relato: “La última vez que había descendido yo era muy chiquito y fui de la mano de mi viejo, pero fue festejo, no sentí el descenso. Son más de 50 años en la divisional donde yo viví alegrías, con los altibajos del fútbol, lo lógico. Tengo el enorme orgullo de haberlo visto campeón cuatro veces”.
Además, le confirmó a la notera que la única vez que faltó a un partido como local de Danubio fue hace 15 años, cuando falleció su padre: “Se fue con una camiseta que yo siempre llevaba a la cancha. En mi vida no existe nada por delante de Danubio. Los clientes ya saben que el almacén está cerrado cuando juega Danubio. No hay otra opción. No es que me vaya bien, sensacional, necesito igual que todo el mundo, pero es una necesidad propia, el amor es más fuerte. Necesito estar ahí”.
Luego el fanático franjeado detalló el momento en que Pereyra decretó el descenso de los suyos con su gol postrero: “Se me apagó la luz. Porque me duele mucho no ir al estadio. Me duele no poder abrazarme con esa gente que, a veces sin conocerla, te abraza el fin de semana en un festejo de gol. Te abrazás al que te cruza porque siente lo mismo que vos. Y me duele mucho no poder haberlo abrazado en el momento de dolor. De decirle ‘vamo arriba, levantá la cabeza, esto es Danubio’. Nosotros sacamos los jugadores más grandes del fútbol uruguayo. Tenemos la historia más divina, solamente tienen que leerla. El que sea sensible se va a enamorar, le juro que se va a enamorar. No le digo que sea hincha pero que nos va a respetar. Un cuadro de niños, nacido en una escuela, el nombre se lo dio una abuela viuda. Un cuadro de sacrificio, de barrio. Con una rifa, con una rifa se construyó el único estadio que lleva nombre de mujer (María Mincheff de Lazaroff)”.
Sobre el final, un grito de guerra: “Esto es amor de verdad. La palabra te amo, por lo menos en el caso mío, yo no la regalo y le digo te amo a Danubio y, es que la verdad, lo amo. Lo amo profundamente y cada día más y ahora más que nunca. Siempre utilizo cuando grito la frase que le escuchaba a mi viejo en la cancha: ‘Vamo el Danu, carajo; vamo el Danu, carajo’”.
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