Luego de un año de completa incertidumbre por el coronavirus, que provocó la postergación de unos Juegos Olímpicos por primera vez desde 1944, en Fukushima, Japón comenzó el recorrido final de la antorcha olímpica por tierras niponas.
La cuenta oficial de Tokyo 2020 en Twitter tituló el último relevo bajo la leyenda de “la luz de la esperanza”, la futbolista Azusa Iwashimizu fue la seleccionada para emprender los últimos kilómetros rumbo al estadio olímpico de la capital, que en épocas normales, debería estar esperando el arribo de la antorcha con más de 60 mil personas el próximo 23 de julio.
A 53 años de distancia, en otro estadio con un aforo similar (69 mil espectadores) se presenció un hecho histórico del deporte. El Estadio México 68 no recibió una antorcha olímpica después de una pandemia, pero sí lo hizo en manos de una mujer. Enriqueta Basilio fue la primera atleta en encender un pebetero olímpico.
Con tan solo 20 años, “Queta” capturó millones de miradas alrededor del mundo mientras subía los 92 escalones que la separaban de la historia. Cada uno de ellos significó un paso gigante en las luchas de liberación femenina que ya se encontraban presentes en aquella época.
Ningún televidente, ni cualquier persona de las 100 mil que estaban presentes en el estadio, habían visualizado antes el encendido de la llama olímpica por una mujer. El hecho pasó a la historia y miles de cronistas tradicionales se encargaron de plasmar el momento en letras.
Arthur Delay, corresponsal del New York Times, escribió las siguientes líneas en aquel entonces:
“Cualquiera con un oído agudo y sensible habría escuchado el sonido espectral. Podría haberse tratado de los antiguos griegos revolcándose enfurecidos en sus mausoleos ruinosos. Nunca le permitieron a una mujer acercarse a los Juegos Olímpicos y tenían un castigo sumario para las intrusas que fuesen descubiertas: de inmediato eran arrojadas por un precipicio hacia las rocas. He aquí a una mujer en un papel central un par de milenios más tarde. Y lo hizo bien”.
En aquellos Juegos Olímpicos, México albergó a 5 mil 516 deportistas, de los cuales solo 781 fueron mujeres, por lo que el hecho realizado por Enriqueta Basilio, nacida en Baja California en 1948, también significó un impacto femenino sin precedentes en el evento deportivo más antiguo.
El mensaje prevaleció para años posteriores y la Ciudad de México fue testigo de aquel momento histórico. La antorcha liderada por la atleta de 20 años fue una ruptura de las antiguas tradiciones griegas y su presencia concluyó la inauguración de un evento rodeado por movilizaciones estudiantiles en la capital mexicana.
La histórica deportista mexicana no pudo trasladar la alegría de encender el pebetero a un podio en alguna de sus participaciones. Fue eliminada en la primera ronda de sus tres disciplinas: carrera de 400 metros con vallas, 80 metros con vallas y relevos de 400 metros.
A pesar de que su relevancia en la XIX edición de los Juegos Olímpicos asciende a otro tipo de categoría, entre sus logros deportivos destaca un campeonato nacional en la carrera de 80 metros con vallas y es medallista centroamericana en relevos 4x100.
Enriqueta Basilio falleció el 26 de octubre de 2019, a los 71 años de edad, a causa de la enfermedad de Parkinson. No vivió la pandemia ni presenció la histórica postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio, pero sí escribió su nombre en otro capítulo del deporte.
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