En 1996 Italia se consagró campeón de la Eurocopa sub 21 tras ganarle la final a España en un duelo que se definió por penales y que tuvo al arquero Angelo Pagotto como la gran estrella de esos remates al ahogarle los gritos de gol nada menos que a De la Peña y a Raúl González. La joven promesa de la Sampdoria relegó en aquel seleccionado al banco de los suplentes al mismísimo Gianluigi Buffon, que luego se convertiría en una leyenda de su país y que en la actualidad sigue atajando en la Juventus.
“En ese momento, Buffon aún no era lo que se convirtió entonces. Él era unos años más joven, me preferían. Pero él y yo éramos los predestinados, los porteros más fuertes del momento”, recordó este fin semana en diálogo con La Gazzetta dello Sport en una entrevista que recorrió el planeta. Es que lo que Pagotto no sabía en ese entonces era que en su destino no estaba la gloria escrita más allá de aquella noche y que pronto comenzaría un calvario que lo alejaría del fútbol y de sus sueños.
Después de la consagración en el Euro, su nombre despertó el interés de grandes equipos y tras descartar la oferta de la Juventus, debido a la competencia que hubiese tenido para el puesto, optó por el Milan: “No sé si me equivoqué o no. En retrospectiva, tal vez hubiera sido mejor ir allí. Mi agente y yo hicimos varias valoraciones: la alternativa era la Sampdoria, Zenga estaba al final de su carrera y yo habría tenido más espacio, en la Juve habría tenido que sudar mi trabajo”.
En 1996 se unió entonces al Milan en donde jugó algunos partidos tras su llegada por los problemas personales que estaba atravesando Rossi, arquero titular, pero con el correr del tiempo se marchó cedido a otros clubes para sumar más minutos. Así vistió las camisetas del Perugia y del Empoli, entre otros, hasta que en 1999 llegó el quiebre de su vida y su carrera.
Un control de orina tras un partido dio positivo en cocaína e inició el escándalo: “En esos años todavía se podía pasar por alto una prueba de dopaje y si tuviera mala conciencia probablemente lo hubiese hecho. Pero estaba tranquilo, tanto que había dado negativo en el test de la semana anterior en Parma y también en el de la semana siguiente en Padua. Sólo en la etapa intermedia después de la Fiorentina fui positivo, extraño…“.
Hasta el día de hoy, Pagotto insiste en su inocencia, incluso en aquel momento sufrió una sanción severa por no haber aceptado su culpabilidad. Después de eso, el mundo del fútbol le cerró las puertas: “Pasé dos años en Liguria con mi madre en el hotel que habíamos abierto. Ella me creyó. Había días en los que no podía levantarme de la cama alternando con noches en la discoteca. Había comenzado una vida salvaje. Cuando me di cuenta de que la situación se estaba saliendo de control, me miré al espejo y me puse en marcha. No me avergüenza decir que recibí ayuda, no podría haberlo hecho solo contra la depresión”.
El italiano regresó a las canchas más tarde en clubes como Triestina, Arezzo, Torino, y Grosseto, entre otros, pero en 2007, en un partido correspondiente a la segunda división volvió a dar positivo en cocaína. “Sí, sabía que sucedería tarde o temprano. No tenía más adrenalina en el campo y la buscaba en la cocaína. Empecé a andar en malas compañías, me hacían sentir protagonista. Podría haber terminado mejor mi carrera, también ya había firmado con el Salernitana “.
Esta vez se declaró culpable y tras una apelación pudo reducir una sentencia inicial, que era de por vida, a ocho años sin poder jugar profesionalmente, lo cual lo obligó a retirarse ya que para el final de la condena cumplió los 41. Pagotto se las arregló entonces para ganarse la vida y contó La Gazzetta dello Sport que trabajó como pizzero en Alemania, en donde pudo explotar los conocimientos culinarios que había aprendido de su familia.
Ahora, a sus 47 años ha regresado a las canchas pero del potro lado de la línea de cal para desempeñarse como entrenador de arqueros en Avellino, un equipo que milita en la Serie C.
SEGUIR LEYENDO: