En el mundo del boxeo, el impacto que tuvo Julio César Chávez no conoce límites. Estuvo más de 15 años en la élite como pugilista y se ganó el respeto del mundo entero por su estilo fajador. Prueba de ello es la cantidad de estrellas en la industria que año con año reconocen su trayectoria. El último de ellos, Mike Tyson.
El exboxeador norteamericano sostuvo una charla con Saúl “Canelo” Álvarez y su entrenador Eddy Reynoso, quienes hablaron durante 41 minutos sobre su vida personal, los planes del retiro, las polémicas dentro del ring y por supuesto, sobre la leyenda del boxeo mexicano Julio César Chávez. Todo esto en su podcast Hotboxin’ with Mike Tyson.
Casi al final de la conversación, Reynoso recordó el primer momento en que sufrió por este deporte. Fue en 1990 cuando vio perder por primera vez a ‘Iron-Mike’. Aquella anécdota provocó un amargo recuerdo en Tyson, quien en lugar de hablar sobre su derrota, respondió con la memoria de Chávez y el día que fue noqueado por Óscar de la Hoya.
Aquella pelea suscitada en 1996 provocó las lágrimas del ex peleador estadounidense, pues fue la noche en que el máximo ídolo de Tyson cayó por la vía del nocaut por primera vez en su carrera.
“Lloré cuando Óscar de la Hoya venció a Chávez. Él es mi héroe también”, mencionó el anfitrión en su programa mientras recordaba el suceso.
El combate al que Tyson hizo referencia ocurrió un 7 de junio de 1996, cuando Julio César Chávez estaba por cumplir 34 años y presumía un récord profesional de 96 victorias, un empate y solo una derrota por decisión dividida.
La noche fue muy particular porque significó la primera pelea en la que Chávez perdió por nocaut. Cayó en apenas cuatro rounds y ante Óscar de la Hoya, quien llegó como favorito en las apuestas, pero con la afición del Caesars Palace en su contra.
Las cifras en frío indican que el boxeador mexicano perdió en cuatro asaltos por nocaut técnico debido a una terrible herida en la ceja; sin embargo, hay una historia detrás de aquella efímera pelea que provocó el llanto de Mike Tyson.
El encuentro se vendió como un duelo de paisanos, el veterano contra el juvenil, el multicampeón contra el medallista olímpico. Por esa razón, la preparación de JC era fundamental para no caer ante la joven amenaza.
“Me preparé como nunca para esa pelea, lógicamente yo ya traía mis problemas de adicción, pero aún así pude parar por dos meses y me preparé como nunca, hice un sacrificio inhumano porque estaba prendido yo a mi adicción, pero sabía que era una pelea muy importante e iba sumamente bien preparado”, mencionó Chávez en una entrevista recuperada por ESPN.
La preparación había sido buena para el “Señor Nocaut”; sin embargo, todo se derrumbó cinco días antes de la pelea, cuando en la última sesión de sparring sufrió un golpe que le provocó una profunda herida en la ceja.
Debido a la premura del combate, lo correcto hubiera sido posponerla, pero para JC la preparación estaba hecha y una cancelación hubiera significado una pérdida económica brutal, por lo que se subió al ring prácticamente a escondidas de la Comisión Atlética de Nevada.
El resultado fue desastroso para la leyenda mexicana, pues en tres rounds la hemorragia ya estaba presente y la derrota era inevitable. En el cuarto asalto se detuvo la pelea con el rostro de Chávez irreconocible, en gran parte debido a la cantidad de sangre que había en el rostro.
Esta fue la segunda derrota de Julio Chávez en su carrera, pero no por mucho, porque la tercera llegó dos años después a manos del mismo rival: Óscar de la Hoya, quien repitió la hazaña en ocho asaltos y confirmó que la era del “César del Boxeo” había terminado.
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