Una infancia de carencias, complicaciones familiares, lesiones en partidos claves y asaltos: la vida de obstáculos que debió sortear Ángel Di María

El Fideo es una estrella mundial que debió atravesar complicaciones desde el inicio de su carrera hasta estos días en el PSG. Del chiquito que llevaba su madre a entrenar en bicicleta, a esta figura que padeció la inseguridad en París

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Ángel Di María celebra un gol en el partido entre el Paris St Germain y el RB Leipzig por la Champions League en el Red Bull Arena de Leipzig, Alemania, el 4 de noviembre de 2020 REUTERS/Annegret Hilse
Ángel Di María celebra un gol en el partido entre el Paris St Germain y el RB Leipzig por la Champions League en el Red Bull Arena de Leipzig, Alemania, el 4 de noviembre de 2020 REUTERS/Annegret Hilse

El asalto sufrido durante las últimas horas por su familia en París mientras él jugaba su partido con el PSG ante el Nantes por la Liga Francesa no fue el primero de la larga lista de obstáculos de todo tipo que tuvo que sortear Ángel Di María en su carrera futbolística, que incluye lesiones en momentos importantes, una primera etapa de privaciones económicas en su Rosario natal, y hasta el nacimiento prematuro de su primera hija, a la que se le otorgaba poca chance de sobrevivir.

El Fideo fue reemplazado a los 12 minutos del segundo tiempo del partido que el domingo perdió el PSG como local 2-1 ante el Nantes, por la Liga Francesa, cuando desde el palco, un dirigente del club se comunicó con el entrenador Mauricio Pochettino para contarle lo sucedido en la casa de Di María en Neuilly Sur Seine, a la que entraron unos asaltantes y robaron unos 50 mil euros en joyas de una pequeña caja fuerte, aunque su esposa y sus dos hijas no se percataron de ello.

Pochettino no sólo reemplazó a Di María por su compatriota Leandro Paredes sino que acompañó al jugador hasta el vestuario mientras le fue comentando los pormenores de la situación y lo calmó al informarle que su familia estaba a salvo, en tanto que el PSG decidió reforzar la custodia de 24 horas en las mansiones de los futbolistas debido a que se supo que también hubo un robo, y con violencia en la casa de Marquinhos, el capitán del equipo, en el barrio de Les Yvelines.

Justo durante esos días, el PSG había anunciado la renovación del contrato de Di María hasta 2022 con opción a una temporada más, publicando en su sitio web oficial una foto del jugador sosteniendo una camiseta con el 2022 en su espalda.

No era la primera vez que asaltaban a Di María en una carrera llena de peripecias. El 31 de enero de 2015, cuando jugaba para el Manchester United, ingresaron ladrones a su hogar en Prestbury, Cheshire, en el norte inglés, y allí se encontraba su esposa, Jorgelina Cardoso y su hija mayor. Pero sonó la alarma y los asaltantes lograron escapar sin llevarse el botín. De todos modos, la familia quedó muy afectada y su mujer borró de las redes sociales todas las imágenes de la residencia, abandonaron el domicilio, se alojaron provisoriamente en un hotel y al poco tiempo dejaron Inglaterra (sumado al descontento del jugador con su DT, el neerlandés Louis Van Gaal, quien no lo colocaba en la posición de extremo en la que suele jugar).

Ángel Fabián Di María Hernández nació en Rosario el 14 de febrero de 1988 en el seno de un hogar con escasos recursos económicos por lo que desde muy pequeño ayudó a su padre, Miguel, en tareas de carbonería, tanto en la recolección, como el embolsado y la posterior distribución, al punto de que acostumbraba mostrar sus manos negras en algún festejo de gol cuando todavía compartía ambos oficios.

Miguel, su padre, había estado muy cerca de ser jugador profesional en River. Había llegado hasta la reserva, alternaba con los entrenamientos de la Primera cuando se entreveró en un partido de su zona en Rosario, se lesionó gravemente la rodilla y malogró su carrera. Según el futbolista del PSG, “era hábil, veloz y jugaba de extremo como yo, aunque era diestro” y una vez que se produjo el pase al Benfica en 2007, a sus 19 años, y por ocho millones de euros, le pidió que dejara de trabajar “para disfrutar de la vida”. “Siento –y me lo dice- que yo cumplí con el sueño que él tenía de llegar a ser jugador profesional”, afirmó Angelito en una entrevista con el canal “Real Madrid TV” en el que también contó que el primer salario fue para los gastos de su familia y que ni bien pudo, le compró una casa de ladrillos para que reemplazara aquella de techo de chapa en la que vivían.

En el Manchester United tuvo problemas con el DT Van Gaal, apenas marcó 4 goles en 32 partidos y la temporada finalizó con otra frustración al lesionarse (Foto: Shutterstock)
En el Manchester United tuvo problemas con el DT Van Gaal, apenas marcó 4 goles en 32 partidos y la temporada finalizó con otra frustración al lesionarse (Foto: Shutterstock)

Di María también recuerda que su madre, Diana, que –muy creyente, lo bendice antes de cada partido y prende velas a San Expedito, al igual que su esposa Jorgelina, cinco años mayor que él y con la que se casó el 30 de julio de 2011- lo solía llevar a los entrenamientos en su bicicleta, a la que llamaba “La Graciela” en la que colocaba a su hermana menor, para no dejarla sola en su casa. Primero lo acompañó hasta la Academia “El Torito” en sus tiempos de fútbol infantil, pero luego siguió haciéndolo, pedaleando media hora hasta el campo de entrenamiento de Rosario Central. “Cuando pasábamos cerca del estadio de Central, mi mamá me decía ‘un día vos vas a jugar acá’. Mis hermanas, con las que compartí cuarto hasta mis 14 años, se privaron de todo para que yo me pudiera comprar mis botines y luego perdieron años de estudio cuando vinieron todos a Europa a vivir conmigo”, recordó.

Hay un hecho de sus primeros años que permanece en la memoria del Fideo. “Yo era hiperquinético por lo que mi mamá me llevó a una consulta médica, en la que le recomendaron que me hiciera practicar deportes, ya sea karate o especialmente fútbol”. Y que recién en la adolescencia, su padre construyó una habitación –en la que no faltaba un póster de Rosario central y fotos de su ídolo, Cristian Kily González, con quien pudo jugar una temporada- para él al remodelar la casa y para que dejara de compartirla con sus hermanas Vanesa y Evelyn.

Muy pronto, a los siete años, Di María había pasado de la Academia “Torito” a Rosario Central a cambio de treinta pelotas que el club se comprometió a pagar luego de que el veterano Ángel Tulio Zof supiera de él cuando en una final zonal –en un torneo en el que hizo 64 tantos-, marcara los dos goles ante los canallas (uno, olímpico y pegándole con cara externa). El mismo entrenador fue el que lo hizo debutar en Primera en la temporada 2005/06 después de que más de una vez, Fideo estuviera a punto de abandonar el fútbol por alguna situación de disgusto en las divisiones inferiores. Pero fue convencido por su madre y siguió adelante.

Di María conserva sus seis amigos de su barrio, La Pedriel, que jugaban en el equipo local “1 de Mayo” y que lo visitaron en Europa. Cuando jugaba en el Benfica, todos decidieron tatuarse en su brazo la misma inscripción: “Nacer en La Pedriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida”. Esos primeros meses en Lisboa –reconoció más tarde– fueron de “una gran depresión”. Sólo lo acompañaba su padre, al que veía llorar por extrañar a su familia, y no conseguía ser titular “aunque nunca me planteé volver porque necesitaba triunfar por las necesidades que pasamos y por el esfuerzo que hizo mi familia para que yo estuviera allí”, destacó.

Ya en su etapa de consolidación en el Benfica llegó su gran oportunidad en la selección argentina juvenil cuando fue citado al Mundial sub-20 de Canadá, aunque no iba como titular. Sin embargo, terminó jugando, marcó tres goles en cuatro partidos pero en la semifinal ante Chile, un choque contra Arturo Vidal le costó perderse el partido decisivo ante República Checa, en lo que sería el inicio de un calvario de lesiones. En esa oportunidad, llegó a llorar por la impotencia pese al título conseguido.

En el Real Madrid ganó la final de la Champions League al Atlético Madrid en 2014 siendo considerado el mejor jugador de ese partido.
En el Real Madrid ganó la final de la Champions League al Atlético Madrid en 2014 siendo considerado el mejor jugador de ese partido.

Justo cuando Real Madrid se interesó por él, en el verano de 2010 que coincidía con la llegada del portugués José Mourinho como DT, le tocó jugar el Mundial de Sudáfrica, cuando Diego Maradona, el entonces entrenador de la selección argentina, vaticinó que él sería “la próxima súper estrella nacional”. En el equipo blanco de la capital española llegó a ser amado por los hinchas, especialmente cuando ganó la final de la Champions League al Atlético Madrid en 2014 siendo considerado el mejor jugador de ese partido, justo semanas antes del Mundial de Brasil, en el que tenía depositadas grandes expectativas. Llegaba siendo el máximo asistente de la Liga Española y también con otros dos títulos, el de la Supercopa de España y la Copa del Rey.

Sin embargo, no muchos conocían que pese a su gran rendimiento en la temporada, Di María y su esposa Jorgelina habían sufrido mucho desde que el 22 de abril de 2013. En pleno cierre de temporada, nació prematuramente su hija Mía, con apenas 6 meses de gestación por lo que los médicos les daban pocas esperanzas de vida, y aún en el caso de sobrevivir, podría ser con algunas secuelas.

Mía quedó internada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Montepríncipe de Madrid e incluso, en medio de esa situación, Di María le hizo un gol al Atlético cinco días después de su nacimiento, aunque en muchos partidos tenía que imponerse mentalmente para no desconcentrarse pensando en la hija, que finalmente salió adelante en lo que se consideró un “milagro médico”.

Jorgelina, su esposa, escribió luego a su hija una carta sobre las distintas etapas que tuvieron que atravesar. “Nadie más que papá y yo sabemos el dolor que causaba verte tapada de cables y aparatos en tu bella cara. Nada más triste que volver a casa con los brazos vacíos y los pechos llenos de dolor. Infecciones, transfusiones, ¿Qué será de vos, mi amor? Lágrimas que empapan nuestra almohada cada noche, nudo constante en la garganta. Ganas de ir a buscarte y no volverte a soltar en nuestras vidas. ¿Qué te deparará el destino?”, expresó en la primera etapa.

Pero más tarde, volvía a escribir: “Te traemos a casa, simplemente felices. Un año después, 22 de abril de 2014, podemos decir que eres una niña sana, fuerte, muy divertida y gran luchadora de esta vida, tu vida, nuestras vidas. Viniste a este mundo para enseñarnos que no hay que rendirse jamás y para demostrarnos que si uno quiere, este mundo puede ser de un hermoso color de rosas. ¡Te amamos hasta el infinito y más alla! Papá y mamá”.

Con esta excelente noticia, Di María llegaba al Mundial como parte de la delantera de “Los Cuatro Fantásticos” de la selección argentina de Alejandro Sabella junto con Lionel Messi, Gonzalo Higuaín y Sergio Agüero. Marcó un gol agónico ante Suiza que significó el pase a los cuartos de final pero se desgarró en el muslo derecho ante Bélgica en el momento en el que iba a sacar un remate, marcado por Kompany y eso lo marginó de lo que quedaba pese a infiltrarse y probar antes de la final del Maracaná ante Alemania. No pudo estar presente, más allá de que el DT tampoco lo veía al cien por ciento de sus posibilidades. Sumado a eso, el Real Madrid había enviado una carta recomendando que no jugara el partido decisivo, que el propio jugador rompió debido al disgusto que le causó aquella acción de su club.

Tras las vacaciones con la frustración de no ganar el Mundial, Di María fue contratado por el Manchester United, que le pagó al Real Madrid 75 millones de euros por su pase, pero entre sus problemas con el DT Van Gaal y el robo que sufrió en su casa, apenas marcó 4 goles en 32 partidos. Y la temporada finalizó con otra frustración al lesionarse nuevamente en una final, ahora contra el local Chile en la Copa América cuando tras una larga carrera de cuarenta metros desde su campo, de repente se frenó y quedó sentado en el suelo tomándose la cara posterior de la pierna derecha. Tal como en la final de Brasil 2014, fue reemplazado por Ezequiel Lavezzi y dio lugar a memes y quejas de muchos hinchas argentinos en las redes sociales y ya para entonces, como una constante, su esposa salió a responder por las mismas vías.

A pesar de no haber funcionado en el Manchester United como se creía, el Paris Saint Germain compró su pase en 63 millones de euros y de esta manera, en aquel momento se transformaba en el futbolista que más dinero había movido en transferencias, acumulando 179 millones de euros en cuatro movimientos entre clubes –luego superado por Neymar cuando el PSG pagó los 222 millones al Barcelona por su cláusula de rescisión-.

Llegó entonces la Copa América Centenario de los Estados Unidos a mediados de 2016 y aunque ya las expectativas generales se mezclaban con frustraciones de los títulos perdidos por poco en los años anteriores, había depositadas algunas esperanzas en el equipo argentino de Gerardo Martino. Sin embargo, Di María se lesionó otra vez (en el muslo derecho), ante Panamá por la fase de grupos, y recién pudo regresar para la final pero en menos de una hora de partido debió ser reemplazado por Matías Kranevitter a los 12 minutos del segundo tiempo. Decidió entonces acudir a un psicólogo. “Creo que me influyó que se me haya matado varias veces por el tema de las lesiones y es obvio que lo reconozco. Fueron momentos muy claves, pero el fútbol es así. Me di estos tres golpes en tres finales y la verdad es que nunca lo pude superar”, admitió, y con el tiempo también reconoció sus sensaciones cuando se complicó la clasificación argentina al Mundial de Rusia 2018: “Tuve miedo de no ir al Mundial. No teníamos quién nos bancara. Todos estaban en contra nuestra y eso jugaba en la cabeza e influyó muchísimo”.

Ya en el PSG lleva varias temporadas y títulos acumulados y en noviembre 2017 nació su segunda hija, Pía aunque la felicidad familiar tuvo un nuevo obstáculo cuando unos meses antes fue denunciado por la Fiscalía de delitos Económicos de Madrid por haber defraudado cerca de 1.3 millones de euros por sus contratos de derechos de imagen con el Real Madrid en 2012 y 2013, por lo que terminó aceptando pagar una multa de poco más de 2 millones de euros y evitó, por falta de antecedentes, una pena de un año y cuatro meses de cárcel.

“Creo que me influyó que se me haya matado varias veces por el tema de las lesiones y es obvio que lo reconozco. Fueron momentos muy claves, pero el fútbol es así. Me di estos tres golpes en tres finales y la verdad es que nunca lo pude superar” (Foto: Reuters)
“Creo que me influyó que se me haya matado varias veces por el tema de las lesiones y es obvio que lo reconozco. Fueron momentos muy claves, pero el fútbol es así. Me di estos tres golpes en tres finales y la verdad es que nunca lo pude superar” (Foto: Reuters)

Tampoco podía librarse de más lesiones con la selección argentina, camino a su tercer Mundial, el de Rusia 2018. Tuvo que salir ante Bolivia a los 30 minutos del primer tiempo por una molestia en su gemelo derecho y fue reemplazado por Ángel Correa, y otro problema en el isquiotibial izquierdo lo hizo salir en uno de los últimos y decisivos partidos de clasificación mundialista ante Venezuela en el Monumental, cuando fue reemplazado por Marcos Acuña a los 24 minutos. Luego, ya en los amistosos de 2018, se quedó fuera del partido ante España en Madrid (que Argentina perdió 6-1) al lesionarse contra Italia, lo que generó que abandonara la concentración albiceleste.

Pasado el Mundial y ya con Lionel Scaloni como DT de la selección argentina, muchos pensaron que su etapa había finalizado y le perdieron la paciencia. No obstante, el entrenador lo convocó en marzo de 2019 pero el departamento médico de la AFA informó que en uno de los entrenamientos, Di María tuvo “una lesión muscular del recto anterior izquierdo” que lo dejó al margen de los dos amistosos ante Venezuela (en Madrid) y Marruecos (en Tánger). Allí iba a producirse su regreso tras la cita mundialista. De todos modos, formó parte del equipo nacional durante la Copa América, en la que perdió la titularidad con la irrupción de Lautaro Martínez y luego todo se complicó desde que Lucas Ocampos adquirió regularidad.

A partir de entonces, ya no fue un fijo para Scaloni, quien no lo tuvo en cuenta en alguna convocatoria, para la clasificación mundialista para Qatar 2022 como en septiembre de 2020 para los partidos de octubre. “No le encuentro explicación y es difícil poder asumirlo. Sinceramente no tengo palabras porque para mí la Selección es lo único, es lo máximo y seguramente lo es para cualquier jugador. Si hago todo lo que hago en el club, si me rompo el ojete en cada partido, cada entrenamiento, intentando estar dentro del once lleno de estrellas, competir en la Copa América o llegar a un Mundial, es difícil entender que estando en un buen momento uno no puede estar convocado”, se quejó en el programa radial Closs Continental. Y se preguntó: “¿Con 32 años estoy viejo? Muchos dicen eso, pero demuestro en cada partido que no lo parezco, sigo corriendo de la misma manera. Demuestro un nivel para seguir estando al lado de Neymar y Mbappé. Si es por el recambio. Entonces Messi no tendría que ir más, lo mismo que (Nicolás) Otamendi o Kun Agüero. Lo hace con todos o no lo hace con ninguno”. Y cuando lo consultaron sobre si Scaloni pudo haberse dejado llevar por las críticas, afirmó que “no lo sé pero creo que si sos un buen profesional y entrenador y estás a la altura de dirigir jugadores de un gran nivel, esas cosas no tendrían que importar. Si vos bancás a la persona, la bancás al cien por ciento y das lo que sea si sabés que te va a dar exactamente lo mismo”.

“Deseo con toda mi alma poder volver a vestir la camiseta argentina –insistió–. No sé si llegaré a este nivel al Mundial, pero daré todo hasta que no pueda más para estar en la Selección. Amo estar ahí. Me hago el duro con mis hijas y mi mujer, pero por dentro me mata, me liquida no estar, porque cada partido en el que hago un gol, doy una asistencia o salgo mejor jugador pienso en estar citado en la Selección. Es algo que siento desde chiquito. Estuve 12 años, pero quiero seguir estando. Me daré la cabeza contra la pared para terminar de romperla”.

Cansado de tantos cuestionamientos, Di María explotó un día y escribió en las redes sociales un texto muy sensible, en carne viva:

“¿Qué hiciste el Lunes? Fui a entrenar. ¿Qué hiciste el Martes? Fui a entrenar. ¿Qué hiciste el Miércoles? Fui a entrenar. ¿Qué hiciste el Jueves? Fui a entrenar. ¿Qué hiciste el Viernes? Fui a entrenar. ¿Hacemos algo el finde? No puedo, juego. El entrenamiento terminó, parado con el bolso bajo el brazo uno se detiene un momento y se queda mirando la cancha, tierra, piedritas, pasto, el lugar donde jugamos. Esa tierra y esas piedritas donde alguna vez nos caímos y nos raspamos las rodillas, las caderas, los codos, las manos... Esa tierra y esas piedritas que nos quedaban adentro del botín y nos molestaba durante el partido... La tierra que hizo que ensuciemos toda la casa y escuchar a mamá decir: ‘Sacate los botines y las medias afuera y vas directo a la ducha...’. ¿Qué es lo que nos da la fuerza cada año para arrancar un campeonato? Los domingos me gusta dormir, te dicen todos... Es mejor el Fútbol 5, te dicen tus amigos... No estamos nunca juntos, te dice tu novia... Pensá en estudiar y trabajar, te dicen tus parientes... Pensás por dentro y sonreís... ¿Qué saben ellos de que cosa significa el fútbol para vos? ¿Qué saben ellos de la tensión y los nervios que no te dejan dormir un día antes del partido? ¿Qué saben ellos de los partidos que jugaste lesionado o enfermo? ¿Qué saben ellos de lo que sentís cuando haces un gol y tus compañeros te abrazan desesperadamente? ¿Qué saben ellos de las veces que corriste el colectivo, o las últimas cinco cuadras para no llegar tarde al entrenamiento? ¿Qué saben ellos de lo profundo que respirás cuando el técnico está dando la citación? ¿Qué saben ellos como es cagarse de calor en febrero haciendo la pretemporada mientras que tus amigos están de vacaciones y viven de joda? ¿Qué saben ellos lo que es reunirte todos los días con las personas que marcan tu vida: tus amigos de las risas y llantos? ¿Qué saben de las lluvias que pasaste entrenando? Tierra, piedritas, pasto, 10 personas con vos, 11 del otro lado, una pelota, y un silbato largo y seco. Esta es nuestra vida, ¿Qué saben ellos? Mucha gente dice que el fútbol no tiene nada que ver con la vida, no sé cuánto saben de la vida, ¡PERO DE FÚTBOL, NO SABEN NADA!”

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