El 13 de diciembre de 1981, Flamengo de Brasil se alzó con la Copa Intercontinental tras vencer por un contundente 3-0 al Liverpool de Inglaterra en Japón. Aquel día, Zico fue reconocido como la figura del partido y se llevó un premio muy especial: un lujoso auto Toyota Célica 0 kilómetro entregado por uno de los sponsors de la competencia. El tiempo desde aquella conquista pasó, pero el icónico automóvil aún tiene un lugar en el garage del brasileño.
Aquel Toyota Celica, que es su momento costaba unos 8 mil dólares, se ha convertido en una especie de reliquia con la que muchos fanáticos estarían gustosos de contar. Sin embargo, para el ex futbolista es uno de los tesoros más preciados de su carrera: no solo lo conserva en su hogar, sino que lo usa a veces para desplazarse por Río de Janeiro y hasta ha rechazado numerosas -e interesantes- propuestas que le han hecho para comprárselo. “He recibido muchas ofertas para vender el Celica, pero nunca pensé en hacerlo. Es un gran trofeo, un recuerdo fantástico, es el torneo más importante que Flamengo ha ganado hasta a fecha”, recalcó Zico en una entrevista que dio a una revista especializada de autos de su país tiempo atrás.
Pasadas casi cuatro décadas, cualquiera podría pensar que la mecánica o la estética del automóvil podrían dejar mucho que desear. Sin embargo, la leyenda del fútbol brasileño lo ha cuidado como al más preciado de sus tesoros. “El auto está en casa y funciona muy bien, todo normal. Se quedará ahí (en su casa) mientras yo viva”.
El vehículo, además, guarda una serie de historias muy particulares. La primera es que, por aquel entonces, se estilaba que quien se ganaba el premio al mejor jugador vendía el auto y luego dividía el dinero obtenido entre todos sus compañeros. Sin embargo, Zico realmente quería ese auto, entonces pagó el precio de mercado y lo repartió entre todos los integrantes del plantel.
También ocurrió que en 1981 las leyes brasileñas eran muy estrictas respecto de la importación de autos, razón por la cual lograr el ingreso del Celica a su país fue una ardua tardea para el futbolista. Para poder avanzar con los trámites debió pedir ayuda a contactos con cargos importantes en aquel entonces como el ministro de Finanzas o el presidente del Banco Central. También recurrió a un ex presidente de Flamengo. El premio de Zico recién pudo ingresar a su país en abril de 1983, casi un año y medio después de haber sido obtenido.
La espera tuvo su premio ya que desde la fábrica le enviaron un modelo más nuevo y avanzado, y no aquel que había recibido en el estadio tras ganar la Intercontinental. De todos modos, el brasileño recién pudo ponerse al frente del volante en 1985, cuando volvió a su país luego de un paso por el Udinese de Italia. Hasta ese momento, su hermano Edu había hecho buen uso del mismo.
El Toyota Celica de Zico se ha convertido en un ícono tan grande de la historia del fútbol brasileño, que hasta han salido réplicas en miniatura del mismo para que cualquier fanático pueda tenerlo en su casa, al menos en las repisas.
40 años después, el ex futbolista aún usa su premio para salir a las calles. Pero manejarlo no es fácil, ya que no cuenta con dirección hidráulica. “Es muy pesado, así que cuando estoy en Brasil y quiero hacer entrenamiento de pesas, salgo a manejar mi Celica”, bromeó Zico sobre su querido auto, que al día de hoy lleva recorrido más de 100 mil kilómetros.
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