“La relación éxito y fracaso es una cuestión que para mí ha sido central en mi vida. Como primera medida, creo que éxito y felicidad no funcionan como sinónimos. Hay gente exitosa que no es feliz y gente feliz que no necesita del éxito para serlo. Los seres humanos de vez en cuando triunfan, pero habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan y ganan de vez en cuando, muy de vez en cuando”. La conocida frase de Marcelo Alberto Bielsa invita a la introspección y a debatir sobre interrogantes que él mismo varias veces abordó en sus esporádicas apariciones públicas: ¿Se siente exitoso? ¿Es feliz o persigue constantemente ese estado de felicidad?
El Loco bien podría ser catalogado como un influencer sin redes sociales, a las que les escapa. Sus ideas, una vez expuestas, toman notoriedad y repercusión en todas partes del mundo. Con el éxito deportivo ligado a los fríos números, como le sucedió en la pasada temporada con el Leeds United (lo promovió a la máxima categoría del fútbol inglés después de que el equipo penara 14 años en el ascenso), de vez en cuando se codea y lo disfruta. Aunque el éxito también es, para él, que sus principios, convicciones y doctrinas persistan independientemente de un resultado. A lo largo de su dilatada trayectoria, el fútbol lo hizo penar más que celebrar, con la oscura mancha del Mundial de Corea-Japón 2002. Pero siempre contó con bastiones que lo mantuvieron de pie más allá de cualquier fracaso. Su círculo íntimo, su familia, sus mujeres, sus hijas, su esposa. Las incondicionales.
LA HISTORIA DE AMOR CON LAURA
¿Bielsa tiene hijos? ¿Se casó alguna vez? ¿Con quién vive? ¿Quién o quiénes lo acompañan diariamente? De la familia del hermético Marcelo solamente son conocidos sus hermanos: el mayor de los tres es Rafael Antonio, abogado (igual que su padre, Rafael Pedro) y político que hoy se desempeña como embajador argentino en Chile, y la menor, María Eugenia, arquitecta, también dedicada a la política; fue ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación hasta noviembre de 2020. Justamente la rama femenina de la hermandad fue la que involuntariamente dio origen a la historia de amor del Loco.
Entre fines de los 70 y principios de los 80, cuando se apagaba su breve período como futbolista profesional, Marcelo le echó el ojo a Laura Bracalenti, coterránea que hacía la carrera de arquitectura con su hermana María Eugenia y solía frecuentar la casa de los Bielsa en Rosario. El amor fue tomando forma de a poco, a medida que se fueron conociendo más y más, después de mucho estudio por parte de ambos (sobre todo de Marcelo, quien ya daba cuenta de la meticulosidad que aplicaría como DT). El obsesivo Marcelo, que no hacía alarde ni de su pinta ni de su proyección como jugador de fútbol, distinguió diversos valores de bien para enamorarse de Laura, que además de bonita y simpática era lo suficientemente independiente como para permitirle embarcarse en diversas aventuras lejos de su ciudad natal (se había instalado en Córdoba para ser jugador de Instituto, en Buenos Aires para llevar a cabo el Profesorado de Educación Física antes de convertirse en entrenador, y pronto recorrería el país a lo largo y ancho con la misión de reclutar futbolistas para las inferiores de Newell’s).
Muchos rasgos con los que se había criado (su hermana María Eugenia los había heredado de su madre Lida) también se veían reflejados en Laura, y el cóctel para el flechazo fue perfecto: rectitud, humildad, sinceridad, abnegación y completa reserva.
El tiempo pasó y la relación maduró. La pareja mostró signos de complementación, y la unión se formalizó en el año 1987 con el casamiento, cuando Bielsa llevaba cinco años trabajando como entrenador en las juveniles leprosas (al año siguiente sería campeón con la Reserva y en el 89 se hizo cargo del primer equipo). Laura se recibió de arquitecta sin dejar de despuntar el vicio por el deporte jugando al hockey en Gimnasia y Esgrima de Rosario, club con el que hasta llegó a realizar una gira por Europa para competir. Esa era una faceta con la que también se identificaban el uno con el otro.
En cada uno de sus periplos por el exterior (Bielsa dirigió en México, España, Chile, Francia, y desde 2018 está en Inglaterra) Laura le siguió los pasos aunque con idas y vueltas a Argentina para cumplir con sus obligaciones personales. Casi a la altura de la relevancia que tuvo su compañía en tierras desconocidas está el asilo que ella le ofreció en la casa que heredó de sus padres, situada en la localidad de Máximo Paz, Santa Fe. Allí el Loco descomprime, reflexiona y se desentiende del mundo. Aún más de lo que lo hace habitualmente por su personalidad ermitaña. Su lugar en el mundo es ese campo, en el que llegó a invitar a Josep Guardiola para un asado que tuvo una sobremesa de más de 11 horas.
Claro que por más progresión que haya tenido la carrera de su marido como entrenador de fútbol, Laura jamás renunció a su vocación. Cada uno con lo suyo. Y lo de ella es la arquitectura orientada a las problemáticas ambientales, el uso del suelo y la agroecología. Bracalenti lideró varios proyectos en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario a través de los cuales se mostró en un par de videos que circulan en YouTube, donde se exhibe como una mujer instruida de gran léxico, a la que a veces se le pianta una s, como a todo rosarino o rosarina de ley (incluido su fiel compañero). Disfruta del anonimato, para no ser señalada como “la mujer de”, pero fundamentalmente por carácter propio. La familia no es propensa a las fotografías, y los archivos de este tipo son ofrecidos y expuestos solamente a los más allegados.
En más de una ocasión Bielsa respondió (incluso hasta de puño y letra) cartas a fanáticos que lo contactaron y hasta grabó videos dedicados en los que exige total confidencialidad para su utilización. El experimentado DT cuenta con un numeroso grupo de colaboradores en su cuerpo técnico que muchas veces le suelen filtrar este tipo de mensajes y lo conectan con el público, aunque sin lugar a dudas la principal encargada de esta tarea es Laura. No oficia de secretaria personal, pero su entendimiento con el manejo de mails y WhatsApp al que Marcelo le escapa la obligan a desempeñarse como asistente personal. Ella rastrilla los recados y descarta los que no revestirán interés. Finalmente él se encarga de pasar el último filtro y definir qué pedidos atenderá y a quiénes les contestará.
A Laura le gusta mucho el fútbol, por su afición al deporte y lógicamente por adopción matrimonial. Igualmente sus consejos y observaciones se limitan a lo extrafutbolístico y periférico a la dirección técnica. Como cuando en su primera conferencia en el Lille francés Marcelo reconoció: “La primera recomendación con la que llegué, más que una recomendación fue una orden de mi esposa. Fue que sonriera y que mirara a los ojos, cosa que estoy cumpliendo a rajatabla. Creo que ese ya es un buen aporte a las relaciones humanas”. Fue una de las pocas veces en las que hizo referencia a ella. El Loco igualmente no puede con su genio y en la mayoría de las conferencias en Leeds -quizá condicionado por la vergüenza que le genera su rústico inglés- volvió a mirar hacia abajo para escuchar cada pregunta y esbozar cada respuesta.
INÉS Y MERCEDES, SUS SOSTENES EMOCIONALES
“Lo único que observo cuando mis hijas fracasan en un examen es si estudiaron lo suficiente. Si no tuvieron estatura psíquica para expresar lo que sabían, si estaban nerviosas, o lo que sea. No les digo ‘mirá, todo lo que hiciste no sirve para nada porque no dispusiste de tu saber’. Lo importante no es disponer, sino desarrollar para que fructifique”. Otra frase, otro caso evidente de la importancia que tiene para Bielsa la relación entre el éxito y fracaso, ya no solo a nivel futbolístico, adoptado en cada ámbito de la vida. La interpretación que pregona ante los micrófonos cuando los periodistas lo consultan es la misma que les legó a sus hijas. Se puede ganar, se puede perder (se puede aprobar, se puede desaprobar): lo importante es la nobleza de los recursos utilizados.
La primera heredera del matrimonio Bielsa-Bracalenti es Inés, que nació en 1989. Tres años más tarde Laura dio a luz a Mercedes, quien completó la familia.
Inés (31 años) se recibió de psicóloga y en Rosario goza de cierta fama local por haberse desempeñado en el equipo de hockey femenino de Gimnasia y Esgrima de Rosario. No adoptó el legado académico, pero sí el deportivo, y específicamente en la misma disciplina que su madre. Diversas crónicas periodísticas la destacan como una de las mejores jugadoras y referentes del GER, club con el que se consagró campeona en varias ocasiones. Laura era muy buena con el stick, e Inés, dotada para el deporte, la superó en calidad. Ambas coincidieron en algo: la pasión y dedicación.
Casi por decantación Bielsa abrazó al hockey como segundo deporte. De hecho fue visto varias veces en el club al que acude la mayor de sus hijas para observar en vivo algún partido suyo e incluso tomar apuntes sobre movimientos y jugadas. El ex entrenador de Las Leonas, Sergio Vigil, dio detalles del encuentro que tuvo con Bielsa en su campo de Máximo Paz a pocos meses de la eliminación de la selección argentina de fútbol en el Mundial 2002. En ese mitin almorzaron y compartieron sus experiencias y vivencias como entrenadores en sus respectivas disciplinas.
El compromiso de Marcelo con el hockey perduró. El año pasado, cuando se cumplió el vigésimo aniversario de la medalla de plata que Las Leonas obtuvieron en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y sirvió como semilla para las futuras conquistas del hockey femenino albiceleste, Bielsa envió una carta con diversas reflexiones y completo reconocimiento: “Son una propiedad popular que enorgullece al pueblo argentino”. Aquel equipo había sido dirigido por su amigo Cachito Vigil.
La más chica es Mercedes (29), quien estudió dirección cinematográfica y es dramaturga y guionista. Al igual que su mamá y su hermana estudió en la Universidad Nacional de Rosario. En el último tiempo dirigió la obra teatral Éxodos en la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de la ciudad santafesina. Está completamente enfocada a lo artístico y cultural; le apasionan las letras y la poesía. Sus distintas facetas la motivaron a conectarse con el periodismo: es redactora y columnista de la revista digital Akelarre, que aborda de lleno todo tipo de temas relacionados con la lucha del feminismo.
Pese a que la menor de las mujeres de Bielsa es la que apenas asoma en las redes sociales, las tres adoptan habitualmente un bajo perfil al igual que Marcelo. Un intento grupal de escapatoria a la falsedad, hipocresía y frivolidad que se detectan fácilmente en estos medios de comunicación modernos. Seguramente la veta artística de Mei es la que la empuja a exponerse un poco más ante el público, algo a lo que siempre le escapó un padre que explota las herramientas que le brinda la tecnología actual para mejorar metodologías de trabajo, pero al mismo tiempo se niega rotundamente a vincularse con el contacto virtual con otras personas (además está lejos de ser y querer ser un entendido de las cuestiones informáticas).
Las tres, en mayor o menor medida, le dedican espacio de su vida al deporte predilecto de Marcelo. Son futboleras y saben de fútbol. Por supuesto, las niñas heredaron los colores y la pasión por Newell’s. Y a menudo frecuentan (en realidad, cuando se permitía el público en los estadios previo a la pandemia del coronavirus) los partidos que se disputan en el estadio Coloso del Parque Independencia, que desde 2009 pasó a tener el nombre del Loco. “Mi hija va a la cancha todos los domingos. Imagínense lo que siento yo cuando pienso que va a ir al estadio que lleva mi nombre”, comentó Bielsa tiempo después de la modificación en la nomenclatura de la cancha de la Lepra.
Existe un compromiso familiar con las entidades deportivas amadas: el fútbol de Newell’s y el hockey de GER. Al punto tal que Marcelo Bielsa le donó al club que lo formó y brindó un lugar en el mundo del fútbol casi 4 millones de dólares para la construcción de un hotel en el Complejo de Entrenamiento del plantel profesional y las inferiores. Desde su estreno en noviembre de 2018 el primer equipo pasó a concentrarse allí. A la inauguración del Hotel Griffa (nombre que honra a Jorge Bernardo, mentor de Marcelo) acudieron Inés y Mercedes junto con su tía María Eugenia, quien proyectó y diseñó el edificio con su hijo Pedro, que también es arquitecto.
Bielsa adora, ama profundamente a sus hijas. Si bien no es celoso y autolimita su opinión a la hora de las preferencias por sus compañías, amistades y amores, se preocupa mucho por ellas y les está encima permanentemente, a pesar de la distancia de turno. Sea en los partidos de hockey de Inés, por quien llegó a contactar a un concurrente de una de sus finales de campeonato para que le relatara por mensaje de texto los highlights al instante, ya que él se encontraba fuera del país, como también en las obras y progresos en la carrera de Mercedes, con la que comparte la devoción por la lectura.
Cobijado por el inconmensurable cariño que le brindaron los fanáticos de Leeds United desde que pisó territorio británico, que trascendió la frustración generada por la pérdida del ascenso en 2019, y con los ánimos exacerbados tras el retorno a la Premier League el año pasado, Bielsa no perdió de foco a su círculo íntimo y los reconoció: “Mis afectos más cercanos están en Argentina. Mi mujer y mis hijas comparten el estrés que siento en el campo, y en estos momentos la ligazón aumenta”.
En sus entrañas, y aunque sea de a ratos, Marcelo deja de lado su espíritu competitivo y se convence a sí mismo de que el éxito, su éxito, pasa solamente por tener siempre a su lado a sus seres más preciados y no por el resultado de un partido.
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