Germán Adrián Ramón Burgos, a sus casi 52 años, es el tipo querible de siempre. El mismo que llegó a Buenos Aires desde Mar del Plata allá por mediados de los 80. El mismo que aprovechó todas las enseñanzas que le dio Carlos Timoteo Griguol en aquel Ferro que todavía mantenía su esencia en Primera División. El mismo que fue a River, el club del corazón, a ser campeón y lo logró. El que cada vez que defendió el arco de la Selección lo hizo con su estilo irrepetible. Y el que desde que pisó este suelo español no pasó inadvertido y se transformó en una gloria del Atlético de Madrid.
Es cierto que últimamente dejó en el camino algunos kilos, pero nunca la alegría y la pasión. Es cierto también que, luchador, como siempre lo fue, persigue un sueño, una ilusión: ser entrenador principal de un equipo. Y aquí está el Mono, en Madrid, al tanto de todo el fútbol, tanto de España como de Argentina, México y otras ligas de Europa y Latinoamérica. Se prepara, se enciende cuando habla del proyecto que tiene y espera el llamado que se ha retrasado un poco.
Cuando hace un año decidió que se iba a separar del cuerpo técnico que comanda Diego Simeone, sabía que se embarcaba en una aventura más peligrosa pero a la vez vibrante. Burgos, entonces, dice que tiene todo armado para arrancar, que pudo haberse ido del Atlético a mitad de la temporada pasada pero que no quiso. Mientras, acepta charlar de su presente con Infobae y toca varios temas, como la posibilidad de volver a la Argentina, cómo es el fútbol en la era de la pandemia y la relación actual con el Cholo.
—¿Cómo llevás estos meses sin estar en un campo? ¿Y sin ir al estadio?
—La estoy llevando bien porque con mi cuerpo técnico estamos ocupados, trabajando. Soy de 24 horas. Así que es una paciencia activa (risas). Lo que pasó fue que al optar por seguir en el Atlético de Madrid para terminar la Champions, ocupé el espacio de las habituales pretemporadas. Yo sabía que este pasaje de espera podía pasar. Y tenía preparado qué iba a hacer en el mientras tanto. Si bien tuve contactos con equipos que me decían que saliera del Atlético para que comenzara a trabajar, era imposible. Hablé con dirigentes que me decían “habla con Miguel Ángel (Gil Marín, el dueño del club)”. Yo decía “no, ya está hablado que me tengo que quedar”. Porque no podía hacerle algo feo al club que es mi casa. En la historia del fútbol nunca vi a un entrenador que lo despidan de la manera que me despidieron a mí. Entonces esas cosas siempre hay que tenerlas en cuenta en la toma de decisiones. La única opción que yo les daba era difícil: que nos desmembráramos y que empezara a trabajar parte de mi cuerpo técnico y luego yo me incorporaba tras la Champions de Lisboa. Pero no se dio porque esos clubes querían contar con el primer entrenador desde el minuto cero. Lo cual me parece bien. Entonces, ante esa elección, yo sabía que al menos en España esto me iba a pasar.
—¿Cómo te estás preparando para cuando te den la oportunidad de arrancar?
—Nos preparamos en este tiempo por si teníamos que intervenir. Yo soy un apasionado de esto. El jugador de fútbol es de 2 horas, pero nosotros somos de 24 horas. A los míos los enloquezco, no podemos apagar el teléfono. Tengo los ojos hinchados de ver partidos. No paro, siempre nos estamos reuniendo. Trabajamos con varios sistemas, 4-4-2, 4-3-3 y 3-5-2 o 5-3-2, que son los sistemas nobles con los que se juega en gran parte del mundo. Entonces nosotros estamos preparados para lo que necesiten. Hay que saber qué necesita ese club. Porque uno tiene muchas ideas y mucha ilusión, pero cada club necesita lo suyo. Salvarse del descenso, entrar a las copas. Nosotros ahora hemos abierto todas las posibilidades para todos lados. Hace poco lo más cercano que tuve fue para entrar en el América de México, y la verdad que me hizo feliz eso. Porque seguís en contacto. Ahora buscamos un proyecto de inicio, aunar las ideas, entender cuál es la genética de los clubes. Por ejemplo: no es lo mismo lo que necesita Ferro que lo que necesitan River, Boca, Independiente o San Lorenzo. Eso es lo que hay evaluar y pensar a la hora de hablar con los directivos. Nosotros nos preparamos para la identidad de los equipos. Manejar la posesión, ser protagonistas y pelear el campeonato. Por ejemplo: si vos vas al vestuario de San Lorenzo, no podés decir “bueno, vamos a ver”. Así durás tres días. Porque vos ya sabés que San Lorenzo tiene en su idea el campeonato, hay una historia detrás. En Huracán, Racing, Independiente, pasa lo mismo. Nosotros estamos preparados para intervenir. Más el conocimiento de los jugadores, lo esencial.
—Vos habías dicho que pretendías arrancar por acá, por España. ¿Eso lo seguís pensando ya entrando en marzo?
—Nosotros ya abrimos el mercado para todo el mundo, para ver quién necesita de nosotros. Este es un cuerpo técnico preparado.
—Entonces, ¿tenés en cuenta el fútbol argentino para arrancar tu carrera de entrenador principal?
—Yo nunca dije “no” a dirigir a Argentina. Dije que prefería empezar por España. Rechazamos algunas cosas porque no nos cerraban, ya que queremos que estén firmes las cuatro patas de la mesa, directivos, entrenadores, jugadores y gente. Si las cuatro patas están firmes, el éxito está cerca, y lo digo porque lo he vivido. Eso es lo que forma a los grandes equipos. Más el corazón, la mente, la ilusión de querer conseguir cosas. Eso es lo que buscamos. Necesito perseguir este sueño de largarme como primer entrenador.
—¿Te llamaron desde Argentina para ofrecerte dirigir?
—No, todavía no recibimos nada de Argentina.
—¿Y si lo hacen estás abierto a ir, entonces?
—Sí, sí. Seguro.
—¿Mirás fútbol argentino?
—Veo todo.
—¿Es verdad que hoy, aún sin trabajo en un club, vas a realizar ejercicios tácticos en el campo?
—Sí. Además de lo que te contaba de los tres sistemas, hemos buscado la manera de que los jugadores corran dentro de esos sistemas, no correr en redondo, no correr sobre líneas. Es algo interesante que ideamos con el profe para que el jugador mecánicamente sepa cuándo bascular, cómo presionar, cómo replegar cuando te enfrentás a un equipo mejor, cómo, cuándo, dónde, de qué manera corro. Nosotros les llamamos mediciones y las hacemos en el campo, sí.
—¿Cómo es tu planificación?
—Nosotros pensamos en períodos de tres semanas, con pautas de descanso, con todo. Hasta para informar al jardinero cuando tiene que cortar el césped, al peluquero cuando tiene que venir, a los doctores, a los fisioterapeutas, a los utileros, todo. Si vos tenés que intervenir en un club y te llaman de urgencia, tenés que conocer a los jugadores, qué hay en las divisiones menores, cuando terminan los contratos, la información es vital. Yo no puedo ir a hablar con los directivos y no saber qué hay abajo en las inferiores. Porque esa gente que ya está en el club es la que te va a ayudar. Con este plan, le ponemos cinco velocidades a la institución.
—¿Cómo es el Burgos entrenador? ¿A quién de todos los que tuvo se parece?
—Yo tengo cuatro paladines en los que resumo lo mejor que he captado de ellos. Los cuatro son Marcelo Bielsa, Luis Aragonés, Carlos Griguol y Américo Gallego. Ellos hacen lo máximo de un entrenador. Pero después lo que sos es a través de los jugadores, porque vos podés tener muchas ideas, muchas cosas, pero después para llevarlas a cabo tenés que adaptarte a lo que es el club, a lo que quiere el club. El entrenador además no se puede aferrar a un sistema, vos te tenés que ampliar, no te podés cerrar.
—¿Quiénes te acompañan en tu cuerpo técnico?
—Armando de la Morena es el segundo mío. Él estuvo 17 años en el Atlético de Madrid. Y el profe es Ángel Puebla, quien ya estuvo con Héctor Cúper y Rafa Benítez, con una larga trayectoria, y lo busqué porque sé que a los muchachos los tiene que hacer correr él (risas). Tiene que tener el peso en la espalda para hacerlos mover.
—Pero físicamente se te ve muy bien, te mantuviste...
—Sigo con lo mío. Estoy feliz de ponerme un pantalón nuevo.
El Mono cuenta que se queda hasta bien entrada la madrugada viendo fútbol argentino. Demuestra que está al tanto hasta de lo que pasa en el Ascenso cuando le comenta a este corresponsal que Christian Bragarnik se hizo cargo del fútbol de su querido Ferro. Y River, claro, el Millonario siempre es tema de atención para él.
—¿Ves a River?
—Sí y lo veo bien. El campeonato argentino, más allá de lo que muchos digan, va a estar lindo. Hubo muchos equipos que se armaron bien, hubo muchos cambios de entrenadores, todo se está potenciado. Marcelo Gallardo está haciendo historia, y seguro que la va a seguir haciendo. Por eso le deseo lo mejor. Ellos son amigos.
—¿Hablás seguido con Francescoli?
—Siempre estoy en contacto. No me gusta molestar, pero sí, somos amigos.
—Germán, volvieron varios de tu época de jugador a la Selección: Roberto Ayala, Walter Samuel, Pablo Aimar, Diego Placente, ¿te gustaría que te llame la AFA para sumarte ahora, o no es el momento?
—En este momento estoy en otra dirección. Pero jamás le cierro la puerta a la Selección, para nada.
—¿Qué te parece el trabajo de Lionel Scaloni?
—Lo veo bien porque está encontrando la forma para que los compañeros de Lionel Messi lo ayuden a jugar mejor, que él no tenga que hacer todo. Porque siempre se le carga el peso sobre la espalda de que dentro de la Selección todo lo que tiene que hacer Lionel. Yo siempre digo que los demás también tienen que ser, no es solamente él. Yo creo que el DT le está encontrando la vuelta para rodearlo bien.
—Mono, ¿no hay más arqueros como vos?
—Yo creo que es al revés. Te explico: las reglas transformaron el puesto, pero nosotros ya éramos así sin esas reglas. El arquero tiene que saber cómo jugar. Ahora tenés que salir jugando dentro del área. Eso lo hacíamos libre, no se practicaba. Salvo con Griguol, que a mí me hacía jugar en el medio cuando tenía 16 años. Un día entonces le pregunté “Carlos, ¿por qué me pone por acá?”. “Para que veas qué pasa cuando se pierde la pelota”, me dijo (risas). Siempre estuve jugando de jugador y de arquero a la vez, yo antes de Ferro ya jugaba al medio. Entonces no tuve problemas a la hora de los cambios. Pero nosotros ya lo hacíamos, por Amadeo Carrizo, por Hugo Gatti, por verlos a ellos. Ahora todo eso se practica y son mucho mejores. Le pegan con las dos piernas, sacan más fuertes. Ahora son jugadores con guantes.
—Pero en la manera de achicar, ¿ves a alguno como vos?
—La verdad que en cuanto al estilo, no. Aunque en el uno contra uno, el agacharse lo veo, eso de hacer la de Dios que empezó a usar Gatti. De Fillol también se ve el andar gateando, porque Fillol en el uno versus uno, también atajaba bien, pero Hugo soltaba más los brazos. Yo lo que hice fue modificar la de Gatti. Te cuento: yo abría el pie. Noté que a Hugo le pasaba que contra Ricardo Bochini le costaba siempre porque le metía goles a 2 o 3 metros de distancia dándole de puntín. Yo veía eso y me di cuenta de que tenía que empezar a abrir el pie. Entonces, arriba tenía las manos e inclusive la cabeza (abre los brazos y estira el cuello) y abajo tenía controlado todo con la apertura del pie izquierdo para que no me pasaran. La verdad es que no se dio cuenta nadie, lo estoy revelando ahora (risas). Si ves todas las mías, vas a notar que mi pie zurdo queda abierto. Eso el delantero no lo ve, porque eso lo hacía cuando el delantero agachaba la cabeza y ahí se encontraba con esa situación. No es fácil definir bien si te achico así.
—¿Este secreto no se lo pasaste a nadie?
—A vos, ahora... Jajaja.
Hace unos meses, Burgos llamó la atención con una propuesta para modificar el sistema de puntuación en el fútbol. El ex arquero pidió castigar el empate 0 a 0 y que no sume un punto. En tanto que a medida que esos empates tengan goles, se sume de a medio punto. Todo con la idea de premiar al que intenta atacar y castigar al amarrete.
—¿Te llamó alguien de la FIFA o de alguna federación por tu idea cambiar los puntajes?
—Lo llevé a la Real Federación Española de Fútbol para darle entidad, me atendió el presidente Luis Rubiales, con su grupo de abogados. Me acompañó mi hija, que es abogada, para hablar con ellos. Les pareció interesante la propuesta, pero no se puede hacer de un día para el otro. Esto hay que ensayarlo en las categorías menores, para que los chicos vayan viendo cómo se desarrollan los resultados, siempre pensando en darle beneficios al que hace más goles. Si se instala en los niños, se favorece el espectáculo. No sé si los puntajes que di son los acertados, pero lo importante es la idea. La base es que el 0 a 0 no puede valer lo mismo que un empate con goles. Si entendemos eso, entendemos la idea. Eso es lo que hablamos con la gente de la RFEF. Fue muy positivo que me recibieran. Lo mismo cuando pedí que instalaran el día del arquero acá en España por el día de cumpleaños de Iker Casillas (20 de mayo), que lo hice porque me acordé de que en Argentina se hizo lo mismo con Amadeo (12 de junio), entonces propuse eso y se institucionalizó esa celebración por Iker.
Germán Burgos atajó en el fútbol español cinco temporadas repartidas entre el Mallorca y el Atlético de Madrid. A eso se agregan los nueve años como segundo entrenador colchonero, por lo que es palabra autorizada para opinar sobre el presente de La Liga española, la Champions, cómo se vive el fútbol en la era del coronavirus, si el Atleti podrá ser campeón y si ve a Messi fuera de Barcelona.
—¿Qué le pasó al Barcelona? ¿Por qué está así?
—Que se haya ido Luis Suárez ya movió todo. Ahí están pasando cosas. Esto es lo que decía recién de las patas de la mesa. Ahí una de esas patas no está. De un día para otro le dicen a Suárez que no cuentan con él. Es complicado así. Lucharán hasta el final, pero están sufriendo. Igualmente Lionel lo está llevando con hidalguía y honor porque es su casa. De pibe estuvo ahí. Para él es Argentina y Barcelona. Muchos dicen que se va a ir, pero yo no creo que se vaya del Barsa.
—¿El nivel de La Liga cayó y por eso los equipos españoles pierden en Champions?
—Yo veo que debido a la pandemia que está instalada y debemos combatirla, se han hechos difíciles los traslados. Todo es complicado. Es como que te coarta la libertad por el protocolo de seguridad. Te hacen pruebas el día anterior al partido, el día después, otra vez el palito acá en la nariz, es una sobrecarga de emociones. No sabés si dar la mano, cómo saludar, si abrazar, si no. Esto la gente no lo sabe: vos llegás de viaje y al día siguiente otra vez la prueba, que está bien, eh. Pero bueno, así es todo. Después aparece uno con fiebre y lo tienen que encerrar. Te sacan uno 14 días, se recupera otro. Y la carga de partidos cada tres días con otro detalle importante, se está jugando sin gente. Hay jugadores que lo necesitan, otros que no. Pero muchos prefieren el bullicio para meterse dentro del partido. Entonces vemos que el que mejor se entrena, mejor va a jugar, porque ya el público no te va a ayudar. No está para levantarte un partido, para meter presión. Entonces sos vos solito desde el minuto 1 según lo que hayas entrenado, eso es lo que marca diferencias.
—¿El Atlético sale campeón o falta mucho? ¿Notás que hay algunos que lo ponen en duda por la necesidad de que el Real Madrid dé pelea?
—Yo les deseo lo mejor, ellos saben que voy a apoyarlos a muerte. Estoy feliz con este presente, y ojalá que les vaya muy bien. Pero falta mucho todavía por jugar. Claro, enfrente está el Real Madrid, y ahí está la genética de la que hablaba, que ya está instalada. Ellos van a pelear por más que hayan perdido algunos partidos, los tipos van, van. No te podés descuidar, y en cualquier momento te meten 6. Van a pelear porque están acostumbrados. Así como hay equipos que se acostumbran a pelear por no descender, otros que saben que están para mitad de tabla y a tratar de acceder a alguna copa; hay otros que van a pelear por ser campeones, porque se lo exige su escudo.
—¿Estás al tanto de la información de Argentina, del país, del Gobierno?
—Sí. Igual que con el fútbol. Tengo familia allá y estamos conectados permanentemente. Sé que volvieron las clases, y eso es maravilloso. Vi imágenes de pibes contentos. Esto (de la pandemia) se va a ir solucionando, y es para todos igual.
—¿Seguís ligado a la música?
—No, eso fue una parte de mi vida, pero no fue toda mi vida, que sí lo es fútbol. Esa parte igualmente, la musical, se la recomiendo a todos.
—Vos conociste a Diego Maradona, ¿qué es lo que mas recordás de él?
—Lo primero que me dijo cuando nos conocimos fue “hace mucho que quería conocerte, porque siempre hablaste muy bien de mí y nunca me pediste nada”. Maradona en estado puro.
—¿Te pasa de no caer en la cuenta de que ya no está?
—Sí, totalmente. Pero yo lo tengo acá (se toca el pecho), uno lo lleva adentro, porque guardás mensajes y cosas que hablamos, y es como que lo volvés a escuchar. Es algo nuestro, de los argentinos, porque a nuestro país se lo conoce, en buena, parte por él. Además, lo tengo en una foto en la que estamos juntos, los dos.
—¿Es cierto que él te pidió tu buzo de arquero?
—Sí, en un Boca vs. River. Me hace así (como tocándose la camiseta) y yo miré para atrás porque no pensé que era para mí. Jajajaja. Pero, sí, me dijo “sos vos, quiero la tuya”. Eso fue buenísimo.
—Germán, hace unos meses llamó la atención cuando dijiste que le mandaste un mensaje al Cholo Simeone y que no te contestó. Que él había cambiado su número y no lo tenías ¿Tenés su nuevo teléfono?
—Ya no voy a decir más nada, solamente le deseo lo mejor.
—Entonces, ¿no estás en contacto con él?
—No lo sé, eso te lo dejo a tu libre albedrío.