Tom Brady se burla del pasaporte y del paso del tiempo; se ufana en parecerse al personaje de Brad Pitt en la película El curioso caso de Benjamin Button. Con sus jóvenes 43 años, se convirtió en el deportista más longevo en disputar el Super Bowl. Pero, competidor del más alto nivel, no se conformó con dicha marca: guio a Tampa Bay Buccaneers a que venciera a Kansas City Chiefs y así consagrarse vencedor de la temporada de la NFL. Así se colocó el séptimo anillo de campeón en su carrera. Sí, uno más que el mítico Michael Jordan, emblema de los Chicago Bulls multiganadores en la NBA.
“Michael es uno de mis ídolos deportivos. Creo que es increíble, pero para mí se trata de ser parte de muchos grandes equipos”, dijo el lunes Brady, palpitando que podía dejar atrás a Su Majestad. “Somos campeones para siempre, nadie no los podrá quitar. Gracias muchachos”, subrayó, mientras alzaba el premio al jugador más valioso de la final.
Es que Brady se siente en el trono del mito entre los mitos del deporte estadounidense. Con el título logrado en el Raymond James Stadium de Tampa, quarter. ¿Más? Llegó a la gran definición de la NFL, el Super Bowl, en el 45% de sus participaciones. Casi la mitad de las veces en las que defendió a sus equipos, arribó a la final. Si eso no es ser ganador, pues entonces, ¿qué es?
Sus seis títulos anteriores se habían dado con New England Patriots. Tras su mudanza a Florida, la misión pasaba por llevar a los Buccaneers de vuelta al Super Bowl tras el único triunfo de la franquicia en 2002. Y una vez más se erigió como el héroe de la película.
Nacido en 1977 en San Mateo, California, Brady practicó otros deportes durante su etapa en el instituto Junipero Serra y llegó a ser drafteado por el equipo de béisbol Montreal Expo, entonces miembro de las Grandes Ligas.
Finalmente decantó su carrera hacia el fútbol americano, pero cuando tocó a la puerta de la NFL, su físico y escasa velocidad de piernas no llamaron la atención de los equipos, por lo que tuvo que ver cómo otros 198 jugadores fueron escogidos antes que él en el Draft de 2000.
“Soy la mejor decisión que jamás ha tomado esta franquicia”, le dijo el joven Brady a Robert Kraft, dueño de los Patriots, exhibiendo ya la autoconfianza y mentalidad de hierro que lo impulsaría en cada reto.
Tras presenciar su primera temporada desde el banquillo, Brady se hizo con el puesto de titular en 2001 por una grave lesión de Drew Bledsoe.
Desde el puesto de mando, el desconocido quarterback dirigió a los Patriots hasta su primer título de Super Bowl ese mismo 2001, cuando Patrick Mahomes, líder de los Kansas City Chiefs, rival de los Buccaneers el domingo, era un niño de seis años.
Este éxito inauguró la dinastía de los Patriots, siempre a las órdenes del técnico Bill Belichick, su gran mentor, en la que Brady fue alcanzando asombrosas marcas en el deporte más popular en Estados Unidos.
Sus cifras personales superan las de prácticamente las 32 franquicias de la NFL ya que únicamente una de ellas, los Patriots, cuentan con más participaciones en Super Bowl (11) que el mariscal de campo y solo este equipo y los Pittsburgh Steelers le igualan por ahora en títulos.
En el apartado de premios individuales cuenta en sus vitrinas con tres MVP (Jugador Más Valioso, por sus siglas en inglés) de la temporada de la NFL (2007, 2010 y 2017) y otros cinco del juego de Super Bowl (campañas 2001, 2003, 2014 y 2016 y 2021).
Para sortear las restricciones de entrenamientos por el coronavirus, Brady no dudó en convocar a sus compañeros a prácticas fuera de las instalaciones de los Bucs. El COVID-19 también le hizo vivir momentos angustiantes. Su padre y su madre sufrieron la enfermedad, y su progenitor incluso debió pasar por una internación que duró 18 días.
Nada detuvo a Brady, casado con la modelo brasileña Gisele Bündchen, con la que tiene dos hijos. Y volvió a hacer historia. Y a alimentar su ya de por sí millonaria cuenta bancaria. Obtuvo medio millón de dólares por lograr el Campeonato de la Conferencia Nacional. Según ESPN, el quarterback recibirá otros 500 mil dólares por ganar el Super Bowl LV. Ya había percibido 1,25 millones de dólares en incentivos durante la postemporada con los Tampa Bay Buccaneers: 500.000 dólares por clasificar a playoffs, 250 mil más por el triunfo en la Ronda de Comodines en Washington, y otros 500 mil por el triunfo en la Ronda Divisional ante los New Orleans Saints. Los números de sus ingresos también hablan de lo que representa en el mundo del deporte: una leyenda.
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