El palco que Santiago García había comprado en el estadio de Nacional permaneció iluminado por 48 horas. Las ofrendas que los fanáticos acercaron al club pasaron a homenajearlo en ese sitio, “el lugar del Morro en el Gran Parque Central”, según ilustró la institución en sus redes sociales. El brazalete que lució el Bolso en el triunfo 3-0 ante River de Uruguay por el Torneo de Primera División local llevó su imagen. No es para menos: el delantero tenía que estar vistiendo su casaca, la que lo vio florecer en la élite, dentro de unos días. En consecuencia, el impacto por su muerte se hizo más hondo y doloroso en la familia del club montevideano.
Para el Morro, Alejandro Balbi, vicepresidente de Nacional, era el Boga. Así lo llamaba, cariñosamente, a partir de la confianza construida. El directivo lo había visto debutar en Primera en 2008, cuando no había cumplido 8 años. Y era el encargado de las gestiones para intentar repatriarlo. Quiso el destino que resultara una de las últimas personas en tomar contacto con el futbolista, que fue encontrado muerto el sábado en el piso 11 del Complejo El Bosque de la calle Hipólito Yrigoyen 148 del departamento mendocino de Godoy Cruz. Porque según las declaraciones de la fiscal Claudia Ríos, con base en los informes de los forenses, el punta perdió la vida en la madrugada del jueves 4. Y fue el miércoles por la tarde cuando Balbi cruzó mensajes en medio del proceso de seducción para volver a cobijar sus goles en el Bolso.
“Fueron audios por WhatsApp desde mi teléfono. Siempre mantuvimos alguna comunicación, por ahí no periódica, pero sí cada un tiempo. Teníamos mucha afinidad. Cuando jugaba la selección en Argentina, o Nacional, siempre se aparecía por el hotel de visita. En el estadio compró su palco; era una persona muy allegada”, describe Balbi ante la consulta de Infobae.
Su celular aún atesora ese ida y vuelta que incrementa la incredulidad ante la decisión consumada. “El miércoles nos comunicamos, como lo conozco de cuando surgió en Nacional, le mandé un mensaje cariñoso y me contestó enseguida. Estábamos hablando con su representante para contratarlo, si Godoy Cruz no lo iba a usar...”, explica con el dolor en cada sílaba.
La familia de García, con su madre Claudia Correa a la cabeza, apuntó contra José Mansur, presidente del Tomba, por el desenlace. El delantero había sido separado del plantel por orden de la dirigencia y su vínculo finalizaba el 30 de junio. “Mansur lo iba a hacer correr por el pasto durante seis meses y eso es lapidario para la emoción, la estima y el deporte”, subrayó Correa, quien indicó que la situación contractual empeoró el cuadro de depresión que sufría, y por el que estaba bajo tratamiento. “Me llamó el lunes para mi cumpleaños y me dijo que el sábado estaba en casa, pero a Mansur se le ocurrió pedir el otro 50% de su pase, que lo tenía alguien llamado Daniel Fonseca, que le debe miles de dólares a mi nieto por los pases que nunca pagó. Sabía que Santiago estaba desesperado por irse y eso lo tenía muy mal”, agregó.
Balbi coincide en que las negociaciones se advertían enredadas: “Este señor Mansur pedía cosas inverosímiles por cuatro meses de contrato”. Pero en el último contacto con el Morro lo notó optimista. “Me dijo: ‘Quedate tranquilo boga que dentro de poquito estoy ahí, andá preparándome la camiseta’. Era muy gracioso”, recuerda el directivo con una sonrisa melancólica. “Era muy querido, histriónico, irónico; siempre con una palabra picante. Le pueden preguntar al Muñeco Gallardo quién era el Morro, que fueron compañeros en Nacional”, detalla el perfil.
Por ese lazo eterno con él y con Nacional, Balbi entiende que ningún reconocimiento es suficiente. “El partido con River fue a puertas cerradas, pero el dolor estuvo ahí, en Parque Central, con el palco iluminado en homenaje a él. Esto que pasó fue muy inesperado”, se lamenta. Y expresa su percepción sobre los hechos: “El representante nos informa de los pormenores de los detalles que se van sabiendo; el gerente deportivo de Godoy Cruz prestó toda su colaboración; hacia ellos tenemos un enorme agradecimiento. Yo creo que lo que más le dañó fue la mala relación o el destrato del club para con él, más que nada de parte del presidente”.
Sin embargo, cuando pronuncia esas palabras, resurge el descreimiento, la sensación de que García un día de estos golpeará la puerta del vestuario del Bolso para pedir su camiseta, o se sentará en su palco como un aficionado más. “Él era fuerte. En Nacional debutó a los 17 años, porque tenía una entereza increíble, todos pensábamos que esta mala película con el presidente estaba llegando a su fin. Si hasta había quedado contento con la charla con el técnico de Godoy Cruz, Sebastián Méndez, que ya lo había dirigido y lo conocía bien...”, concluye, con la voz del Morro que conoció, el inquebrantable, el pujante, todavía resonando en su cabeza.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: