Hacia fines de 2020 quedó cerrado el caso de los atletas rusos que conmovió al mundo deportivo internacional. El llamado “dopaje de Estado” demandó 5 años de investigaciones. Tras las primeras confesiones y testimonios recogidos en un documental, se puso al descubierto una red de espionaje dedicada a manipular y encubrir los resultados de la base de datos del laboratorio de Moscú, encargado de analizar y controlar las muestras antidopaje de los deportistas.
En diciembre pasado, el Tribunal de Arbitral del Deporte (TAS) redujo de 4 a 2 años la suspensión propuesta para Rusia, enviada un año antes por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), basada en el informe del catedrático y abogado canadiense Richard McLaren, publicado en julio de 2016.
En ese informe de 96 páginas se dio por acreditada la connivencia del Estado ruso, a través del Ministerio de Deportes y el Servicio Federal de Seguridad (FSB), al idearse un plan sistemático para falsificar los controles antidopajes y hacer que desaparezcan centenares de informes positivos.
“El laboratorio de Moscú operó para la protección de los atletas rusos dopados con un sistema promovido por el Estado, descripto en el informe como “Metodología para la Desaparición de Positivos”. El ministro de Deportes dirigió, controló y supervisó la manipulación de los resultados de los atletas, o los cambios en las muestras, con la activa participación del Servicio de Seguridad Federal de Rusia, el Centro de Preparación Deportiva para los atletas rusos y los laboratorios de Moscú y Sochi”, son algunas de las conclusiones del informe McLaren.
A través del “dopaje organizado”, se había creado una herramienta para abrir los tapones de los frascos sellados de las muestras. Era como un instrumental de dentista, de unos 10 centímetros de largo, con mango y parte fina metálica flexible en varios ángulos, pero que dejaba pequeñas señales o marcas (arañazos) visibles en el envase.
Entre 2011 y 2015 se detectaron más de 1000 atletas rusos en 30 deportes se vieron involucrados en casos de doping, pero sus nombres se mantienen bajo reserva. En 2016, fallecieron en forma coincidente y repentina Nikita Kamayev y Vyacheslav Sinev, presidente y director ejecutivo de la RUSADA (Agencia Rusa Antidopaje).
Tras conocerse el laudo, el polaco Witold Banka, presidente de la AMA mostró su satisfacción, pero también deslizó su crítica: “Estamos decepcionados de que el Panel del TAS no haya aprobado todas y cada una de las recomendaciones para el período de cuatro años que solicitamos. Creemos que eran proporcionales y razonables, pero en última instancia la AMA no es el juez sino el fiscal y debemos respetar la decisión”. En tanto, la agencia RUSADA anunció que no impugnará el laudo, considerando que el expediente está cerrado. Así, los deportistas rusos no podrán participar de competiciones olímpicas o campeonatos del mundo hasta el 16 de diciembre de 2022.
Durante ese lapso Rusia tampoco podrá organizar en su territorio campeonatos del mundo, aunque la sanción no afecta los 4 partidos de la Eurocopa programados en la ciudad de San Petersburgo, por tratarse de una competencia continental. La agencia RUSADA deberá pagar 1,27 millones de dólares a la AMA por el costo de las investigaciones.
Por su parte la AMA anunció que tampoco apelará la decisión ante el Tribunal Federal Suizo por considerar -siguiendo el consejo de los asesores jurídicos- que esa vía de objeto limitado, no habilita a modificar la cuestión fondo, y que por lo tanto “el recurso no habría servido de nada”.
Dentro del período de prohibición se incluyen los JJOO de Tokio (julio 2021) y los de invierno de Pekín (febrero 2022). Sólo podrán hacerlo como “independientes” o “neutrales” y sin utilizar ninguno de los símbolos de su país en las camisetas, tal como ocurrió en el reciente Mundial de balonmano disputado en Egipto.
Todo empezó el 2 de diciembre de 2014, cuando la televisión alemana puso al aire un documental sobre la práctica sistemática del dopaje de atletas rusos. Bajo el título “Dossier secreto doping: cómo fabrica Rusia a sus ganadores”, durante 60 minutos se revelaron grabaciones secretas: audios, videos y textos del sistema de doping que fuera patrocinado y encubierto por el Estado ruso.
Richard Pound, ex nadador y abogado canadiense, presidente de la Comisión Independiente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) declaró sobre la investigación del periodista Joachim Hajo Seppelt: “Es un caso en extremo preocupante”. Seppelt había recogido testimonios de los propios atletas y miembros de las redes dedicadas al dopaje. La investigación periodística apuntó contra el laboratorio de control del doping en Moscú, la agencia antidoping (RUSADA) y la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF).
Los testimonios del documental muestran el contexto de una gran maquinaria fraudulenta orientada al monopolio del éxito a favor de los deportistas rusos. “Me dijo que todos los atletas rusos se dopan y que sin doping no serían posibles los resultados que obtienen”, sostuvo Vitali Stepanov, ex director del programa de entrenamiento de RUSADA, basado en los dichos de su mujer, Yulia Rusanova, ex corredora de 800 metros.
La propia Rusanova (hoy llamada Stepanova), suspendida en 2013 por dos años, aportó su visión al canal ARD de la TV pública alemana: “Es algo que se mete en la cabeza de los entrenadores y ellos se lo meten en la cabeza a los deportistas. Por eso cuando un deportista toma un preparado prohibido no cree estar haciendo algo malo”.
Rusanova denunció al médico ruso Serguéi Portugalov, (suspendido de por vida y “de oficio” por el Tribunal Arbitral del Deporte de Lausana en 2017), encargado de colaborar con la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo para crear un equipo de trabajo antidoping, asegurando que le había dado sustancias para doparse. “Me dijo que todo el mundo lo hacía”. La atleta confesó que había filmado en secreto una de sus visitas al médico, dando detalle de las tarifas que cobraba: 50.000 rublos (940 dólares) por la victoria en 800 metros, 30.000 o 20.000 por la segunda o la tercera plaza: “Tuve que pagar las medallas ganadas”.
En el año 2013, la agencia RUSADA había señalado en su informe anual 23.110 pruebas antidoping realizadas en el país, con más de 500 positivas. Sin embargo, Stepanov fue contundente a la hora de denunciar encubrimientos luego de 3 años en la agencia: “Entendí muy claramente que los funcionarios intentan asegurarse de que los atletas ni siquiera sean sometidos a pruebas”, advirtiendo sobre lo ocurrido en natación, ciclismo, biatlón, atletismo, halterofilia y esquí nórdico.
Rusanova y su marido Stepanov debieron abandonar Rusia tras el reportaje con el canal ARD. “Creo que Rusia no nos lo perdonará”, dijo Rusanova sobre sus declaraciones públicas.
El entrenador de lanzamientos Oleg Popov ratificó dicha versión: “El deportista no tiene alternativa”. La lanzadora de disco Yeugenia Pejerina aseguró que “la mayor parte de los atletas se dopan, un 99 por ciento”.
Mariya Savinova, medalla de oro en los 800 metros en el Mundial de atletismo en Corea del Sur (2011) y en los Juegos Olímpicos de Londres (2012), aparece en un video tomado desde un teléfono móvil hablando sobre sus propias prácticas dopantes, incluida la ingesta del esteroide anabólico oxandrolona, (ayuda a aumentar la cantidad de proteínas, sirve para engrosar músculos y masa corporal), incluido en la lista de sustancias prohibidas de la AMA.
Otro de los acusados fue el director del laboratorio de control antidoping de Moscú, Gregori Rodchenkov (hoy exiliado), que según Stepanov había diseñado programas de doping “para que los atletas no dieran positivo”. Por entonces, Rodchenkov había salido a desmentir las acusaciones del documental: “Debería tener mucho cuidado antes de creer a impostores”, negando ante el canal ARD el haber recibido dinero por ocultar casos de doping.
Sin embargo, este químico ruso que desde hace 5 años vive oculto en EE.UU, está sindicado como el inspirador del “cóctel Duchesse” (cóctel de la Duquesa), una mezcla de esteroides anabólicos casi indetectable por encubrimiento y manipulación de los análisis de orina.
En 2020 cambió de postura y se decidió a publicar el libro titulado: “El caso Rodchenkov, cómo derribé el imperio secreto de dopaje de Rusia”. Según él mismo, los encargados de asegurarse que ese cóctel no fuera detectado en las pruebas antidopajes eran los espías del Servicio Federal de Seguridad. El método empleado no era muy sofisticado: por las noches, usaban un hueco en la pared del laboratorio de Sochi para canjear las muestras que contenían esteroides por otras con orina limpia.
“El deporte forma parte de la política de Putin y de mostrarle a Occidente lo buena que es Rusia. No es posible confiar en Rusia. Uno no puede confiar en las autoridades que certifican, y no se puede permitir que los laboratorios (antidopaje) reanuden sus actividades en el futuro previsible”, sostuvo Rodchenkov durante una entrevista con AP.
Años después, el presidente ruso, Vladimir Putin, admitió que fue “un error” nombrar a Rodchenkov como jefe del laboratorio antidopaje de Moscú, acusándolo de haberse infiltrado y trabajar para el FBI.
El periodista alemán que realizó la investigación, Hans-Joachim “Hajo” Seppelt se inició en 1978 como independiente en una radio y en 1992 se convirtió en comentarista deportivo de la cadena de televisión pública alemana ARD, donde cubría competiciones de natación. Esa cadena dio visibilidad a variados casos de dopajes en el deporte. En 2007 suspendió las retransmisiones del Tour de Francia en plena carrera, (a igual que en las ediciones entre 2012 y 2015 de forma íntegra) tras la multiplicación de doping positivos.
“Comencé a interesarme en los asuntos de dopaje en 1997. Era la época de los juicios contra el dopaje de Estado en la RDA” (antigua República Democrática Alemana), contó Seppelt a la agencia AFP. Ese mismo año dirigió el documental titulado: “Secretos de Estado sobre el dopaje de los niños”.
“Los periodistas deportivos tradicionales, yo mismo lo era antes, contribuyeron en el pasado a desviar la mirada y alejar a la gente de la verdad, ya que muchos de ellos se consideran amigos del deporte”, se sinceró Seppelt, apodado “el cazador del dopaje” por la prensa alemana.
Entre agosto de 2015 y junio de 2016, sus reportajes habían sembrado dudas sobre medallistas y campeones olímpicos rusos, acusando a Rusia de violar las normas antidopaje.
En 2016, su documental subtitulado “Cómo Rusia fabrica campeones” fue considerado por el Tribunal Arbitral del Deporte (para suspender a 68 atletas rusos en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. A pesar de la sanción, algunos calificados como “limpios” pudieron competir sin himno y sin bandera a representar.
Consultado sobre las consecuencias de su prédica periodística contra el dopaje dijo con algo de resignación: “Hay ataques, estoy acostumbrado a ellos desde hace veinte años. Recibí amenazas personales que no eran muy agradables”.
Días pasados, a modo de parábola, se conoció que el ruso Serguéi Shubenkov, subcampeón mundial de 100 metros en vallas, publicó en Instagram: “Toda la información acerca de que consumí furosemida (potente diurético conocido como “píldora del agua”) y que lo detectaron en un análisis es una burda calumnia fabricada por una “fuente” anónima. Eso nunca ocurrió”.
Como si fuera un enorme carrusel que gira y gira sin parar, en los oscuros extramuros del mundo deportivo todo parece volver a empezar.
*Daniel Roberto Viola es abogado y director de Iusport.com Latinoamérica.
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