Este miércoles el Barcelona tuvo su mejor partido de la era de Ronald Koeman como entrenador azulgrana. No sólo por la cantidad de goles que le acertó al Granada, cinco, sino además por la adversidad que tuvo que afrontar al encontrarse dos goles por debajo del marcador e incluso haber sufrido un nuevo revés en la prórroga cuando todo parecía liquidado. La explicación para esta remontado que finalizó 5-3 y con el boleto a semifinales en el bolsillo, se explica más por una rebeldía individual que por el juego colectivo, y en este punto Lionel Messi merece un análisis aparte.
Si bien las figuras de Antoine Griezmann y Jordi Alba se destacaron en una sociedad inesperada que fue vital para el cuadro catalán y que hasta hoy no había dado signos de existencia, el capitán argentino, desde sus calidad nata y su ímpetu, fue el que tomó la bandera para levantar anímicamente a sus compañeros. Aunque en por momentos se lo notó enojado con la realidad del encuentro.
Es que cuando el marcador estaba en su contra, en varios pasajes se lo vio fastidioso y frustrado por no poder marcar, cuando en el trámite del juego el Barcelona era superior al Granada y había generado ocasiones suficientes como para al menos inflar la red del arco contrario.
La Pulga fue fundamental en tres de los goles de su equipo, dos de los cuales sucedieron en el tiempo reglamentario. El Diez le dio dos pases aéreos perfectos al delantero francés, el primero que terminó con un remate al primer palo que el arquero se metió en contra y el segundo que sirvió para que el galo le baje el esférico a Jordi Alba, para que éste remate de cabeza y grite el 2-2 en tiempo de descuento.
Hasta ese momento se había visto a Messi mucho más activo que sus compañeros, intentando con remates de media distancia y con pases filtrados que si bien no habían terminado en gol, al menos generaban peligro. Incluso hizo lucir al arquero rival en un tiro libre que de no ser por su manotazo se clavaba en un ángulo e hizo sonar el palo en un disparo fuerte sobre el final cuando el marcador aún estaba 1-2.
A su vez, se lo notó comprometido en la marca como pocas veces, a tal punto que en la primer mitad había sido amonestado por cometer una infracción. También habló en varias oportunidades con sus compañeros, sobre todo para pedirles calma e inteligencia cuando finalmente el cuadro culé se puso en ventaja en la prórroga, un gesto de líder que captaron algunas cámaras.
En el alargue, el rosarino de 32 años comandó cada intento de su equipo y generó varias situaciones, incluso tuvo un disparo al arco clave cuyo rebote largo de Escandell cayó en los pies de Frenkie de Jong que estableció el 4-3 parcial
En líneas generales, Messi completó 90 de 109 pases, logró con éxito 9 de 13 regates y se impuso en 9 de 12 duelos individuales. Si bien no fue el mejor jugador de su equipo, sí fue clave para el triunfo.
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