La imagen llamó mucho la atención. Las luces del estadio del popular barrio de Vallecas se han ido apagando tras el triunfo ajustado del Barcelona ante el Rayo Vallecano. Es ese momento en el que encima, ahora sin público presente, todo se siente un poco más, ahí en donde se juega de verdad. El olor a césped humedecido por el rocío de la noche, los obreros que empiezan a levantar las vallas publicitarias, el frío del invierno madrileño que empieza a ascender tras el calor del partido, los cables de la TV que se levantan porque se acabó el show. Y ahí, en medio de todo eso, dos tipos hablando solos en el medio del terreno de juego por varios minutos, sin importarles mucho lo que pasó hace instantes, simplemente reencontrándose tras varios años, charlando de la vida, del presente y del futuro también. Son dos argentinos que viven en España como tantos por acá. Pero claro, uno es el mejor jugador del mundo y el otro es un ex compañero de este que se emociona por volver a verlo. Y siente nervios por ese momento.
Lionel Messi es uno de ellos. Sí, ni más ni menos que el 10 argentino que lleva puesta la camiseta térmica rosa del que por ahora sigue siendo su club, y encima de sus hombros, una del Rayo Vallecano que acaba de cambiar. A su lado está Emiliano Armenteros, ex jugador de Banfield e Independiente y campeón mundial juvenil sub-20 en 2005 junto con aquel Leo que ya insinuaba ser una gloria del fútbol mundial.
Armenteros, también zurdo, ya no viste como jugador como hasta hace poco. Hoy es una pieza clave en la Dirección Deportiva del Rayo Vallecano, y está con un buen abrigo oscuro y con su barbijo bien colocado, como indica el protocolo. Por su tarea laboral en el rival de Barcelona por Copa del Rey puede llamarse un privilegiado: claro, ante el impedimento de que haya público presente, él está autorizado a presenciar el partido en el estadio ubicado en la calle Payaso Fofó. Entonces bajó al campo, con la clara intención de saludarlo al astro argentino. Y esperó su momento con mucha ilusión según le cuenta a Infobae horas después del encuentro que llamó la atención de varios medios en España.
“Vi que se le acercaron Oscar Trejo (santiagueño, ex Boca) y también Esteban Saveljich (con pasado en Racing). Y como siempre había otros que también lo querían saludar. En eso veo que enfilaba para el vestuario, me acerqué, me bajé la mascarilla a ver si me reconocía y sí. Me miró, se mostró sorprendido, y me dijo: ‘Ey Emi’. Imaginate, ¡se me cayeron los pantalones! Te pensás que no se va acordar, y todo lo contrario: se acuerda de todo. Cada vez que lo cruzo me pasa que es como si lo viera siempre. Es cierto que vivimos un momento muy lindo en aquel Mundial juvenil en Holanda 2005, pero pasó mucho tiempo, y nos cruzamos muy de vez en cuando, pero él siempre igual. Se te pone hablar como si fueses el mejor amigo, aún después del partido, cansado. Hacía frío, había saludado a todos y se para a hablar conmigo más de 10 minutos. Yo, obviamente, estoy agradecido por esa humildad que muestra siempre. Messi es así, no un mito como dicen los que lo critican. Fue un placer haberlo encontrado”.
Armenteros, mientras charlaba con el astro del fútbol mundial, se dio cuenta de que había uno que esperaba ansiosamente que Messi dejara la charla. “Ronald Koeman me debe haber puteado en todos los colores, porque él tiene la costumbre de no entrar al vestuario hasta que no deje el campo el último de sus jugadores. Claro, yo lo entretuve a Leo, y no se metía en el túnel”, evocó.
—¿Y de qué hablaste con Messi en ese contexto?
—Me preguntó por mi familia. Por mis hijos. Por cómo se vivía lo del COVID-19 acá en Madrid. Comparamos como está esto del virus y cómo lo lleva en cada ciudad. Él es así, muy normal. Y lo demuestra siempre.
—Se lo notó más tranquilo que en los últimos partidos, más relajado. ¿Lo viste así?
—Lo noté muy tranquilo,. sí, como siempre que me lo crucé. Es verdad que no es común que se quede hablando en el campo con alguien después del partido por tantos minutos y menos con esto de los protocolos por la pandemia. Pero sí, estaba relajado. Es más ayer yo creo que se fue desnudo al hotel (risas) porque todos le pidieron que les diera algo de su ropa. Y él no tiene problemas, siempre está con una sonrisa. Las dos camisetas de partido siempre las da.
—¿Le mangueaste algo?
—No, no. No le pedí. Recién un amigo me decía “¿cómo no le vas a pedir?”. Pero es que estaba tan a gusto con la charla, que me dije “no la voy a cagar pidiéndole algo”. Cuando lo enfrenté en un partido sí se la pedí, y me la dio. Pero esta vez no quería pedir por pedir. Igual estoy seguro de que si le decía, al menos me daba las medias. Porque ya me pasó que una vez que yo estaba en el Rayo pero no había jugado, fuimos a Barcelona, me quedé hablando y le pedí su camiseta, pero como ya las había cambiado, me terminó dando el short. Pero esta vez no me dio pedirle.
—Bueno la pregunta del millón es si hablaron de su futuro, ¿qué te dijo? ¿Le tiraste un “qué vas a hacer”?
—Se la tiré, sí. Le dije “y... ¿qué va a pasar?”. Y me dijo que no sabe aún y te escapa obviamente el tema. Es normal. Me esquivó como lo hace con los rivales. Jaja. Yo se lo pregunté porque nos interesa a todos. Quizás aún no esté del todo definido lo que va a pasar. Aunque desde mi punto de vista, teniendo en cuenta este último año y lo del famoso burofax, creo que no va a seguir en el Barcelona. La situación económica del club tampoco ayuda. Pero bueno, ésta es mi opinión
—¿No le preguntaste si le gusta más París que Manchester?
—No, no. No me dio. Pero mi impresión es que está entre esos dos lugares. Salvo que el Barcelona dé un vuelco enorme en todo y entonces decida quedarse. Porque estoy seguro de que su corazón le dice de quedarse, pero él sabe todo lo que pasó puertas adentro en todo este tiempo y sobre todo por qué en el verano pasado pensó en irse. Lo cierto es que todos queremos saber lo mismo: qué camiseta nos vamos a comprar a partir de julio o acá al menos qué señal de TV o de Internet tenemos que contratar para ver la liga en la que va a jugar.
Si lo escucho decirlo con firmeza, Armenteros no lo va a reconocer, pero todo indica que el ciclo de Lionel Messi en el Barcelona se termina el 30 de junio. Aunque en lo deportivo puede terminarse antes, con una posible derrota en marzo por Champions ante el PSG. Entonces, por más que algunos hinchas culés no quieran admitirlo, por más que La Liga no quiera perder a su última joya, por más que algunos medios barcelonistas quieran contar posibles nuevos romances, el final se acerca inexorablemente. Y es comprensible. Un equipo con un entrenador sin una idea clara, compañeros que no están a su altura y las ganas de renovar el aire, de sentirse en un lugar competitivo terminaron de redondear aquel pensamiento escrito en un burofax.
Messi ya tiene 33 y quiere seguir jugando, pero Armenteros decidió dejar el fútbol hace poco más de un año tras una carrera de más de doce fuera de la Argentina y un título del mundo compartido justamente con el 10.
—De aquel Messi de la concentración del sub-20, ¿qué recordás?
—Él siempre estaba en la habitación con el Kun Agüero. Eran los dos más chicos. Nosotros éramos la mayoría categoría 85 y Leo es dos años menos y Kun tres. Eran muy tranquilos. Eran chicos. No le daban bola a nadie porque estaban en su mundo, jugando a la Play. Nosotros igualmente lo teníamos bien arriba en lo futbolístico ya, si bien recién arrancaba en el fútbol mundial. Era una bestia. Acordate de que no arrancó jugando. Entonces Leo y el Kun eran suplentes. Tengo una gran recuerdo de esas prácticas, porque no queríamos hacer titulares versus suplentes porque los dos nos mataban.
Tras haber sido jugador en dos ciclos con ascensos a Primera en el Rayo, Armenteros hoy es scouting del tradicional club de barrio del sur de Madrid. “Estoy junto con la dirección deportiva y al Secretario Técnico. Ahí ayudo a ver jugadores, posibles fichajes. Hace unos meses que se me dio esa posibilidad por la buena relación que tengo con el presidente por mi pasado acá. Y la verdad que es difícil después de haber dejado la actividad de jugador volver a meterse desde otro lado en el fútbol. Así que haber tenido la oportunidad de reinsertarme en un club profesional, más allá de que hoy esté en Segunda División, es muy bueno para mí. Estoy haciendo la experiencia de a poco. Mi trabajo entre otras cosas es ver fútbol argentino, algo del uruguayo y seguir a cinco equipos de la liga de Portugal, para encontrar nuevos talentos entre todo lo que me toca seguir”.
El ex mediocampista de Independiente dice que desde que está radicado en España no sigue mucho las noticias de nuestro país, no lee noticias por Internet ni contrató una señal especial de TV para ver los canales y explica con claridad las razones que lo hicieron quedarse y no regresar a la Argentina: “Vine a vivir a Madrid en septiembre de 2019. Había terminado de jugar en la UD Ibiza de Segunda B y decidí retirarme e instalarme en esta ciudad que conocíamos y que además está en el centro del mundo. Mis hijos ya habían ido al colegio en esta ciudad, mi mujer quería terminar su carrera de estudio acá, así que por eso nos instalamos. Con respecto a la Argentina y volver, bueno, lo que decimos todos. Ojalá pudiera volver porque significa que mejoraron las cosas, pero en verdad todo está cada vez peor allá. Quizá haya gente que no pueda entenderlo, pero si yo puedo darles a mis hijos otra tranquilidad, otra seguridad, elijo quedarme en España. Por Sofía y Tomás, de 8 y 11 años; mis hijos, por el futuro de ellos es que decidimos vivir acá”.
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