La imagen todavía impacta. A un mes de la trágica muerte de Kobe Bryant en un accidente aéreo en el que también perdió la vida su hija Gianna y otros siete tripulantes, Michael Jordan mostró una cara pocas veces vista en público. A lágrima tendida, la leyenda de la NBA se subió al escenario montado para homenajear a la estrella de Los Ángeles Lakers y dio un discurso que quedó para la historia.
Porque más allá de estar desconsolado, de sus palabras sentidas, Jordan marcó aquel día la íntima relación que habían forjado con Kobe. “Más que mi amigo era mi pequeño hermano”, fue la cruda sentencia del histórico número 23. Y para sorpresa de propios y extraños, esa frase ejemplificó la dura pérdida que significó la muerte de Bryant para Jordan.
Así fue como, más de dos décadas después del segundo retiro de Su Majestad, que marcó el final de una era gloriosa en la NBA con los míticos Chicago Bulls, época que coincidió con el despertar de Kobe como joven figura, la muerte cerró un círculo de amistad entre dos de los máximos competidores que tuvo el deporte en general en toda su historia.
Todo comenzó en el 97 cuando Bryant desembarcó en la liga de básquet más famosa del mundo con 17 años y jugó su primer Juego de las Estrellas un año más tarde. Fue titular en aquella recordada edición de 1998 que se disputó en el Madison Square Garden de Nueva York, el que en principio iba a ser el último de Jordan.
En el escenario perfecto, con todas las miradas puestas en MJ, el por entonces número 8 de los Lakers fue una de las grandes atracciones del juego. Pero a pesar de mostrar sus destrezas con el balón y de volar por el aire para marcar su capacidad atlética, Kobe buscó algo más que hacer su presentación ante el mundo. Esa fue una oportunidad valiosa para aquel joven que daba sus primeros pasos en la competición y que tenía como objetivo claro para su futuro poder superar a su ídolo máximo. Ese que lo cautivó mientras miraba por TV cómo se convertía en el dueño absoluto de su deporte.
El 8 de febrero del 98, el equipo de la Conferencia del Este superó al del Oeste por 135-114. Jordan jugó 32 minutos de la mano de Larry Bird como entrenador. Nadie estuvo más tiempo en cancha. Nadie sumó más puntos que Michael. Fueron 23 para el número 23, que se quedó con el galardón de Jugador Más Valioso del All Star. Pero además de lo estadístico, lo mejor fueron los cruces en cancha que tuvieron Jordan y Kobe. El maestro vs. su alumno. Un ida y vuelta con palabras en el parquet que no se conocieron hasta el estreno de The Last Dance, la serie que protagonizó el seis veces campeón de la NBA con los históricos Bulls.
En uno de los capítulos del documental que fue un éxito global y que se estrenó tras la desaparición de Bryant, fue el propio Kobe el que relató qué se dijeron con Jordan. “Tenía una pregunta sobre su clásico tiro en suspensión y le pregunté sobre eso. Y él me dio una explicación con mucho detalle sobre eso. Pero al mismo tiempo me dijo: ‘Si necesitas algo, llámame’”.
Esa referencia marcó lo que fue unión fraternal que se cimentó a finales de la década del 90 y que se afianzó con el nacimiento del siglo XXI. Tanto fue el diálogo que tuvieron Kobe y Jordan con el paso de los años que, antes de su propia muerte y sin saberlo, Bryant fue el que anunció la relación que se forjó entre ambos.
“Es mi hermano mayor… Yo realmente detesto cuando hay debates sobre quién habría ganado duelos de uno contra uno… O cuando un fanático me dice ‘Hey Kobe, vos le habrías ganado a él en el uno contra uno…’ Y yo siento ‘Hey, todo lo que obtuviste de mí es por él’’', fue otra de las declaraciones que marcó el múltiple campeón de la NBA con los Lakers.
“Yo no habría conseguido cinco campeonatos sin él. Porque él me guió tanto, me dio tantos grandes consejos”, explicó el hombre que perdió su vida el pasado 26 de enero cuando se disponía a ir a entrenar al equipo femenino de básquet en el que jugaba su hija Gianna.
Esas últimas palabras de Bryant fueron las de un jugador que comprendió que necesitaba dejar atrás la sombra del número 23 para crear su propia leyenda. Y así lo hizo. ¿Cómo? Gracias a su propia capacidad logró convertirse en el basquetbolista que más se pareció dentro de una cancha al que intentó imitar. Desde su jarabe mandibular contra los adversarios, pasando por los tiros en suspensión al mejor estilo MJ o su faceta de gran definidor en los finales de los partidos, Kobe dejó su marca en la NBA. Fue fiel a su estilo, similar al de Jordan, pero no igual.
Como le sucedió al propio Jordan cuando no encontraba el rumbo para liderar a Chicago al campeonato, Phil Jackson fue decisivo en la formación mental y basquetbolista de Bryant que convirtió a la franquicia angelina en la ganadora de tres títulos consecutivos entre 2000 y 2002. También lo fue el particular encuentro que tuvieron Michael, a pocos meses de su segundo retiro, y la Mamba Negra en noviembre del 99. Por expreso pedido del histórico entrenador, MJ charló con Kobe para guiarlo en su camino a lograr el éxito deportivo.
Pero, más allá de los pedidos y de la calidez humana, hubo sólo una cuestión que terminó de unir las piezas de una relación que superó al ser competitivo de estas dos grandes estrellas del deporte: su pasión por el juego. Así de simple y de complejo a la vez.
“Esa actitud de competidor, ese dolor en el culo, habla de su pasión, era un desafío permanente. No sólo como deportista, sino como padre, como esposo”, confesó Jordan sobre Kobe en su discurso a corazón abierto en el Memorial que se realizó en 2020 a un mes de su muerte “Me ayudó a ser mejor persona. Podíamos hablar de cualquier cosa relacionado con la vida a las 2 de la mañana”, agregó.
Además de su vida privada, las palabras de Su Majestad fluyeron también hacia el costado deportivo y esa fraternidad que lograron con el tiempo por el simple hecho de compartir las mismas necesidades de ser, cada uno en su momento, la mejor versión posible dentro de una cancha de básquet.
“Kobe lo dejó todo en la cancha. Fue como mi hermano menor. Y los pequeños hermanos siempre quieren meterse en tus cosas; en tus zapatos, tu closet. Quieren saber todos los detalles de la vida. Solía llamarme, escribirme, 23.30, 0.30, 3.30 en la mañana. Quería saber de movimientos, este chico tenía pasión, una pasión como nadie sabe. Si amas algo, si tienes una pasión fuerte, puedes ir al extremo, para tratar de intentarlo. Y Kobe Bryant fue una inspiración sobre la forma de querer jugar el juego, quería ser el mejor basquetbolista que podía ser. Bueno, yo quería ser el mejor hermano mayor que podía ser”, dijo Jordan.
La temprana muerte de Bryant dejó un espacio vacío muy grande para todos los amantes del deporte. Casi como en un altar imaginario, Jordan utilizó sus dichos para iluminar una historia que pocos conocían. Sólo ellos y sus familias. La historia de dos competidores que nacieron con un ADN parecido y que, gracias a su amor por el juego, se encontraron en la vida.
Kobe murió. Y para Jordan, una parte de él también murió con la desaparición de su imitador predilecto. Ese al que le dio consejos. Ese con el que compitió por el bien más preciado que ambos tuvieron en su carrera deportiva: la victoria. Esa que los llevó a convertirse en hermanos.
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