Son las dos de la madrugada en Arabia Saudita y se escucha la voz de un exhausto Manuel Andújar. Está sentado en la habitación de un hotel y antes de terminar ese día histórico en el que ganó el Dakar en cuatriciclos, de forma muy amable se prende en el mano a mano con Infobae. Más allá de la adrenalina de la carrera más dura del mundo, tiene un tono tranquilo y se lo advierte muy humilde. Habla como si estuviera en su querido Lobos, su ciudad natal y lugar en el mundo donde vive rodeado de animales. Tiene una historia para contar en la que el deporte le cambió la vida. Su fuerza de voluntad lo llevó a superarse y tener un convencimiento de poder ganar.
—¿Cómo nace la pasión por los cuatriciclos?
—Tengo 24 años. Me gustan los cuatriciclos desde que tengo tres, cuando mi papá me regaló un cuatriciclo Suzuki de 50 cm3 y color amarillo. Yo era obeso de chico. Pesaba 108 kilos a los 15 años y un día fui a ver una carrera, el Enduro del Verano en Villa Gesell (N. de la R: una de las carreras de motos y cuatriciclos más importantes de Latinoamérica), y le dije a mi viejo que me veía corriendo esa carrera y me veía andando bien. Mi viejo me dijo “sí, pero tenés que bajar de peso”. Y un amigo de mi viejo me dijo “ni en pedo gordo, mirá cómo estás, no vas a poder correr nunca” (risas).
—¿Y cuándo empezaste a correr?
—Pasó el tiempo, bajé de peso y me puse a entrenar. A los 16 años corrí mi primera carrera de motocross en la que fui quinto, en Zárate. Y a partir de ahí no paré nunca. Corrí dos años en la Argentina hasta llegar al nivel de “Principiante Libre”, que es una categoría donde podíamos preparar los “cuatri” un poco. Y cuando cumplí 18 años me fui a correr a los Estados Unidos donde aprendí mucho. No fueron muchas victorias, pero sí gané experiencia con corredores de primer nivel como Chad Wienen, que es campeón del motocross americano y aprendí en la forma de cómo trabajan y entrenaban. Y el segundo año estando allá me lesioné el hombro que me impidió seguir corriendo en motocross. Me intervinieron el brazo y me operaron. Fue un año y medio de rehabilitación sin poder correr una carrera. Entonces vino un amigo y me dijo, ¿por qué no corrés en el rally raid? Y me anoté en una fecha en Marruecos y terminé octavo. Me gusto porque no fui el más rápido, pero sí me sentí muy astuto. Esta clase de carreras no depende de los sobrepasos, como ocurre en una pista. No hace falta ser el más rápido para ganar. Si sos inteligente podés hacer una gran carrera.
—¿Ahí decidís correr en el Dakar?
—Claro, en 2018 corrí mi primer Dakar que fue en Perú, Bolivia y Argentina, donde tuve millones de problemas. Terminaba las etapas a la una de la mañana, se me rompiero motores y chasis rotos, pero lo pude terminar (28º) detrás de los camiones. En el segundo Dakar ya conocí gente del ambiente que me dio una mano como Sergio Lafuente, Javier Pizzolito y Daniel Mazzucco (ex pilotos que corrieron el Dakar), toda buena gente que me agarró desde el principio y me explicó cómo era el tema.
El Dakar es una carrera especial. No es solo una competencia deportiva. Se trata de sobrevivir. Rodearse de los mejores es clave, por eso Manu valoró la ayuda de los experimentados. En el mundo dakariano todos son iguales. No hay privilegios. Es la vida misma. Madurar a los golpes y formar una coraza mental. Andújar supo ponerse el chip para ser protagonista. Pero no se conformó con eso y su convicción lo llevó a ganar y darle a la Argentina el séptimo triunfo en cuatriciclos, luego de los tres de Marcos Patronelli (2010, 2013 y 2016), dos de su hermano, Alejandro Patronelli (2011 y 2012); y uno de Nicolás Cavigliasso (2019). En esta edición nuestro país por primera vez tuvo dos vencedores en una clasificación general ya que se suma el éxito de Kevin Benavides en motos.
Y continuó con su relato.
—En Perú en 2019 me fue mucho mejor y terminé quinto. Pero no estaba muy convencido de lo que había hecho porque habíamos tenido problemas y sabía que estábamos para mucho más. Volví al país y me entrené mucho más fuerte, aunque también tuvo que ver mi edad. En ese momento tenía 22 años y para correr un Dakar necesitás un poco más de experiencia porque tenés situaciones de vida que no se viven en otro lado. Entrené duro y el Dakar se fue de Latinoamérica. Decidimos venir a Arabia Saudita y me fue mucho mejor. En 2020 fui cuarto, a un pasito del podio. Me quedé con la espina en el ojo de no poder subir al podio.
—¿Cuál fue la clave para ganar este año?
—Me entrené muy duro con Matías, mi entrenador físico. Hice muchas horas de hoja de ruta para practicar la navegación y me preparé realmente para ganar la carrera. Yo no soy un pibe agrandado, pero cuando me preguntaron en junio de 2020 cuál era mi objetivo, yo dije que iba a venir a ganar el Dakar. Me preparé mucho mejor, no tuve problemas con la navegación ni con el cuatriciclos y pude vencer.
—¿Cómo se gana un Dakar?
—Desde el primer día que me subí a un cuatri de rally raid supe que tenía condiciones para andar. Quizás lo que me faltó fue tiempo, soy el ganador más chico de la categoría con 24 años. Nadie la ganó tan joven. Siempre supe que lo podía hacer. Este año se dieron cosas que tal vez antes no se me habían dado. Tuve más experiencia y lo que pasa es que cuando un chico corre por primera vez el Dakar, quiere ganar etapas de una y esta carrera va más allá. Es una carrera de doce días y sesenta horas y media. Va más en desempeñar una carrera y cómo se va planeando la estrategia durante el transcurso. Este año empezamos complicados con un pinchazo en una rueda y 25 minutos para atrás. Pero bueno, esto es el Dakar y tiene esos giros inesperados. No importa que seas quinto en todas las etapas, seguramente terminarás en el podio. El Dakar es así, un día te da y otro te saca por dos. Entonces hay que aprovechar los días que el Dakar que da y hay que estar atento y estar ahí y tratar de pisar fuerte.
La regularidad que apunta Andújar es otra clave. A bordo de su Yamaha 700 del equipo 7240, en las doce etapas siempre terminó en los diez primeros. Ganó dos tramos y desde el séptimo día se mantuvo adelante en la clasificación general. Supo controlar la carrera y no perdió la cabeza.
—¿Cómo se dio el patrocinio de Boca?
—Soy fanático de Boca de toda la vida. Desde que tengo tres años soy socio y fui a todos los partidos que pude ir a la cancha. Por la pandemia hace un año que no voy a La Bombonera y tengo muchas ganas de volver a pisar el templo. El año pasado trabajamos con ellos (dirigencia) y se dio por medio de contactos y gente bien predispuesta que me dio una mano y que confió en mí y en lo que iba a hacer. Poco a poco, fue mucho laburo, no es algo que surge de un día para el otro. Mi viejo se movió mucho también y se dio la posibilidad de representar al mejor equipo del mundo.
A él y a todos los hinchas del fútbol el COVID-19 les pidió ir a ver a su equipo. Pero entiende la situación y la trata con respeto. “Por circunstancias de la vida y por esto de la pandemia no se puede ir a la cancha. Hay que respetar porque la verdad que hay mucha gente que la está pasando mal. Hay que tratar de ser compañero y acompañar a esa gente. Si la manera es no salir y no hacer cosas, bueno, ese es el camino”.
El Touareg, el mítico trofeo por ganar el Dakar, pronto estará en Lobos que lo describe como “un pueblo hermoso que está a 99 kilómetros de la Capital por la ruta 205. Tiene una laguna. Allí tengo a todos mis amigos y toda la gente que me apoya. Y también tiene eso que tiene el Dakar, lugares de libertad, para escaparte y estar tranquilo y no el ahogamiento de la ciudad. Soy muy allegado a los animales y me gustaron de toda la vida. Tengo a mi perro llamado Dakar y una burra criada como un perro llamada Ofelia. Ellos me transmiten mucho amor siempre”.
—¿Y otras cosas fuera de las carreras?
—Estudio administración de empresas en la UADE, igual hago la carrera bastante tranquilo porque no me da el tiempo para todo. Me gusta ir a la cancha, los animales, me gusta estar con mis amigos, ir a pescar. También me gusta mirar partidos de todo, de futbol, de básquet, de tenis y carreras de lo que sea, de autos, de motos, de bicicletas, de todo. Soy un fanático de la competencia y trato siempre de ser el mejor, aunque no siempre lo soy, pero siempre trato de dar lo mejor de mí para eso.
—Dijiste que ganar el Dakar el sueño de tu vida. ¿Y ahora?
—Hasta horas antes de iniciar la última etapa mi máximo sueño era ganar el Dakar y ahora se me cumplió. El sueño de seis años de laburo, el sueño de mi viejo, de gente que me acompaña como Pablo, que es mi entrenador de cuatriciclos, que siempre confió en mí desde el día uno. Ahora estoy en un hotel sentado y no sé qué más. Mi cabeza necesita descansar un tiempo para volver a retomar fuerzas. Por ahora quiero disfrutar este momento y hacerlo con la gente que quiero.
Seguí leyendo