River tuvo vergüenza deportiva, Boca fue directamente una vergüenza

El Millonario se fue de la Libertadores orgulloso, repleto de carácter. La última foto del Xeneize fue la de un equipo desganado

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La semifinal de la Libertadores dejó una nueva comparación entre River y Boca
La semifinal de la Libertadores dejó una nueva comparación entre River y Boca

Las finales no hay que mirarlas por televisión. La frase de Bilardo supera la grieta resultadista. Nadie prefiere perder en vez de ganar. La derrota no es una elección. Aunque hay formas que hacen que no todas las caídas sean iguales. Ahí es donde surge una nueva comparación entre River y Boca. No es por culpa del camiseteo que suele reinar en el fútbol argentino sino porque fueron eliminados con un día de diferencia y con caras totalmente opuestas. River se fue de la Libertadores orgulloso, repleto de carácter, con juego, con corazón. La última imagen de Boca fue un equipo desganado, que no compitió en Brasil, que regaló los cambios del entretiempo, sin alma. Al equipo de Gallardo lo aplaudieron en redes sociales; al equipo de Russo lo hicieron tendencia los cuestionamientos. River tuvo vergüenza deportiva, aun cuando el partido de vuelta no borró los errores que lo llevaron a perder en la Argentina. Fue un 0-3 que pagó caro. Boca fue directamente una vergüenza. Se puede jugar mal. Está dentro del menú de posibilidades de cualquier equipo. La gente no le perdona la desidia, no correr a los rivales cuando se pierde la pelota. La actitud no se puede negociar. En un club que hizo bandera propia la garra no se debe jugar una semifinal de Copa Libertadores como un amistoso que ni siquiera se televisa.

Puede haber sido un espejismo. O que se haya buscado poner a Boca a la altura de River antes de tiempo. Está a la vista que en el 2020 el modelo Riquelme le birló en 7 fechas un torneo local a Gallardo y que Boca ahora le ganó el pase a la final de la Copa Maradona, un torneo con mejor nombre que organización. Aunque el análisis debería ser más profundo que mirar una tabla de posiciones. Por identidad futbolística, por movimientos, River aún hoy es el mejor equipo de la Argentina. Y el top de Sudamérica aunque el 30 de enero no juegue la final en el Maracaná. Gallardo sigue en su versión póster. La gente le cree como a nadie. Russo repitió varias veces que sabía que “es Boca”, o cómo se juega “la Copa”. Pese a ese repertorio dialéctico, en el palazo histórico en Santos no fue Boca. El equipo no representó a su escudo. Va aún más allá de la frase lógica del entrenador en la conferencia de prensa, cuando asumió que Boca no debe irse de una Libertadores en semifinales. Tal vez su discurso medido -anti título- se guardó que peor aún fue irse sin luchar. Russo dejó pasar en los 15 minutos que más juega la chance de torcer el rumbo. Su mensaje con el partido 0-1 fue seguir esperando. Buffarini por Jara (lesionado) y Capaldo por Pulpo González cuando el partido pedía a Cardona y a Wanchope. Después ya era demasiado tarde... No pasará nada porque no es el camino correcto para construir y por el peso de su apellido, pero fue partido saca técnico.

No pasará nada porque no es el camino correcto para construir y por el peso de su apellido, pero fue partido saca técnico (Foto: Reuters)
No pasará nada porque no es el camino correcto para construir y por el peso de su apellido, pero fue partido saca técnico (Foto: Reuters)

River quedó molido por la derrota. Ni siquiera se excusó en las demoras eternas del VAR y algún penal que no le dieron. Se notó en la voz quebrada de Gallardo en sus pocas palabras públicas. Un sentimiento que se habrá potenciado después de la derrota de Boca. Le dio un respiro saber que el clásico rival no jugará la final. Aunque por otro lado sintió que se le escapa una de las Copas más simples de ganar. Aun en caliente, D’Onofrio le mandó un mensaje felicitándolo a Gallardo y en su reunión con Francescoli ya le habrá sumado algún cero a la cotización de Montiel. El lateral jugó el mejor partido de su carrera. Fue de Selección. Nacho Fernández conmovió a sus hinchas con su llanto con aroma a despedida. Boca, en cambio, desnudó su falta de actitud. Varios tuvieron una noche fatal. Fabra, a los pocos segundos ya había perdido una pelota que provocó un tiro en el palo y en el tercer gol volvió como paseando. Agrandó su combo con la tarjeta roja. Salvio –en otro partido de bajísimo nivel– perdió una pelota, apenas trotó en retroceso y llegó el 2-0... Soldano es valioso como jugador de equipo, corre, libera a Tevez y ayuda a los volantes. Igual es difícil que un 9 se sostenga sin goles. Cuando con uno le hacés un lío a Santos, ¿cómo se explica que Wanchope entre ya perdiendo 0-3? Igual de complejo es entender por qué Cardona pasó de ser el futbolista para unir línea de pases a no poder jugar un tiempo. A Boca hace rato que le falta juego asociado.

El sello de River está a la vista. Es intenso, inteligente, con los laterales lanzados, con medios que se juntan a jugar. Boca también tiene un modelo que identifica a Russo. Es un equipo más jugadorista, que puede prescindir de la pelota y sale rápido con sus flechas en los costados (Salvio y Villa). Entró en conflicto cuando el nivel de los futbolistas no alcanzó para desnivelar o cuando aparecieron mejores rivales. Tuvo mucha irregularidad. Boca jugó bien con Inter en Brasil; fue feo su nivel en la Bombonera y zafó por penales. Boca fue superado por Racing de visitante y disputó su mejor partido del año en la vuelta. Boca miró con cariño el 0-0 con Santos de local y tuvo su peor noche en el ciclo justo en la instancia más relevante. Son 3 de los 6 partidos mata mata. “Vos sos bueno cuando ganás la Copa”, había dicho Riquelme hace un tiempo. O sea: no alcanzará con derrotar a Banfield el domingo. Tampoco es suficiente que las filtraciones cuenten del descontento lógico con la actitud del plantel y ya se prometan refuerzos. Siempre en los días de derrotas surge un sálvese quien pueda peligroso. El Consejo de Fútbol le dio un halo distinto a Boca en su llegada. Se aplaudió desde el primer día. Ahora quedó en evidencia que el modelo elegido no alcanzó y también son responsables. No está bien elegir las caras cuando viene la mala. El objetivo buscado era la Copa. De mínima, jugar la final. No tener que mirarla por televisión y tan lejos de los aplausos a River.

El sello de River está a la vista. Es intenso, inteligente, con los laterales lanzados, con medios que se juntan a jugar (Foto: Reuters)
El sello de River está a la vista. Es intenso, inteligente, con los laterales lanzados, con medios que se juntan a jugar (Foto: Reuters)

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