La muerte de Diego Armando Maradona dejó recuerdos y tristeza en cada lugar donde jugó y dirigió. Pero no solamente en sus colegas y fanáticos, también en los colaboradores más cercanos con los que compartió momentos únicos dentro y fuera de la cancha. Tariq al Sharabi es palestino, pero creció y vive en Dubái. Trabajó a su lado durante un año y medio como traductor en sus conferencias de prensa, y forjó una relación personal muy afectiva con él.
En el Al Wasl, Pelusa dirigió 23 partidos entre 2011 y 2012 (con once victorias, tres empates y nueve derrotas), con una efectividad del 52%. Maradona fue destituido un año antes de la finalización de su contrato, tras una temporada en la que su equipo terminó octavo en una liga compuesta por doce participantes. “Si fuera por él, quería un contrato de por vida. Era muy apasionado cuando entrenaba a Al Wasl. Una cosa que quería hacer era mejorar la calidad del fútbol y de los deportes en general, en Emiratos Árabes Unidos”, contó su fiel colaborador en un mano a mano imperdible con Infobae. Luego Pelusa permaneció en el país como embajador del deporte Y condujo al Fujairah FC a la élite del fútbol emiratí (lo dejó en promoción).
Desde su casa en Dubái, el ex traductor reveló detalles sorprendentes sobre Maradona. Cómo fue su paso por el Al Wasl, la relación con la prensa local, sus críticas a Pelé, el encuentro que tuvo con Peter Reid, ex jugador inglés que fuera rival de Diego en el Mundial 86, y por qué “quería ser el Arsene Wenger del club”.
—¿Qué es lo primero que recuerda de Diego Maradona?
—Tantas cosas para recordar. Fue una de las personas más interesantes que he conocido en mi vida. Nunca había un momento aburrido cuando estabas cerca de él, porque estaba lleno de sorpresas. Por ejemplo, ¡era una persona completa! Debido a toda la atención que tuvo en su vida, era retraído, pero era muy complaciente y cálido con todos. Además, tenía un gran sentido del humor. Sabía cómo cautivar a una multitud y entretener. Hay una cosa que siempre recordaré de él: su aura. En cualquier situación o escenario, su aura era imperdible.
—¿Cómo fue su relación?
—Mi interacción fue durante las conferencias de prensa anteriores y posteriores a los partidos a lo largo de una temporada y media. Créame, eso fue suficiente para conocerlo realmente. Mi relación se fue construyendo lentamente, semana tras semana. Cada rueda de prensa duraba, como mínimo, media hora o, a veces, una hora, porque tenía más tiempo antes de los encuentros. Con el paso del tiempo, se sintió más cómodo conmigo. Me permitió que estuviera sentado a su lado en la mesa principal, traduciendo sus palabras a la prensa. Nos hicimos amigos, y confió en mí. No era fácil manejar a Maradona en presencia de los periodistas, pero agradeció la forma en que lo hice y se sintió cómodo al tenerme a su lado. Siempre entendía cómo transmitir sus mensajes y sus respuestas, creo que eso es lo que más le gustó de mí. Lo entendí a él y sus emociones. Comprendí su manera de pensar, y me aseguré de que esto se entendiera cuando tradujeran sus palabras. Fuera del club, si había un evento o visitas a lugares determinados, lo acompañaba. Un par de veces lo visité en su casa, y puedo decirle, con seguridad, que fue muy amable, hospitalario y humilde.
—¿Qué tal se manejaba con la prensa local?
—Muy gentil, respondía todo. Cuando solíamos asistir a ciertos eventos o ir de visita a otros lugares, aceptaba mis instrucciones y recomendaciones sobre lo que tenía que hacer, de eso me siento muy honrado, de haber logrado una relación afectiva con él. También, recuerdo algunos momentos risueños compartidos. El proceso de traducir del español al idioma árabe e inglés era largo. Resulta que en una de las tantas conferencias de prensa, mientras yo hablaba, él simuló que se había quedado dormido. Empezó a roncar, y yo lo escuchaba. ¿Pero qué podía hacer, si él había hablado durante cinco minutos? Su foto durmiendo salió en el diario Al-Ittihad. En ningún momento abandonó el personaje. Cuando terminé, tuve que darle un sacudón y decirle “¿Diego?”. Se despertó y me preguntó en castellano: “¿Terminaste?”. Con él siempre pasaba algo divertido. Un par de veces tuve que filtrar algunas cosas que dijo, pero solo un par de veces.
—¿Por qué lo hizo?
—Este fue uno de mis mayores temores cuando comencé a trabajar cerca de Maradona. Me preocupaba no tener control sobre lo que diría, pero, sorprendentemente, en el transcurso de un año y medio es posible que solo haya necesitado filtrar o reformular tres o cuatro respuestas como máximo. Incluso, esas no fueron revisiones importantes, fueron solo ciertas palabras que no eran aceptadas culturalmente en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y no habrían recibido cobertura. Con total honestidad, sí, se salía del tema y hablaba sobre asuntos mundiales y la industria del fútbol, otros jugadores y equipos, su familia y su vida, pero siempre fue muy apropiado, entretenido y cautivó a la audiencia. Convirtió cada conferencia de prensa en un evento en sí mismo.
—Las veces que hablaba de Pelé llamaba mucho la atención, ¿verdad?
—Sí, había pica entre Diego y Pelé. Cada vez que el brasileño declaraba algo ante la prensa sobre Messi, Neymar o la Argentina, Maradona se encargaba de responderle. Si ningún periodista presente en la rueda de prensa le preguntaba, él me pedía que antes del cierre le diera pie para hablar sobre lo que había dicho, y lo mataba con sus declaraciones. La primera vez que le respondió fue cuando el brasileño criticó a Messi y dijo que Neymar era mejor. Entonces, Maradona, frente a los periodistas, sostuvo: “Pelé está envejeciendo. No hace nada durante todo el día, y se la pasa sentado en su casa. Está aburrido, y por eso dice esas tonterías. Pelé toma una pastilla por la mañana y otra por la noche. Cuando dice esas estupideces, definitivamente mezcla las pastillas, y le hace mal”.
—¿Era una persona fácil de traducir?
—No fue muy fácil de traducir. En los EAU tenemos medios en árabe y en inglés. El traductor a su lado, para su interacción y comunicación con los jugadores del equipo, estaba en árabe, y este no hablaba inglés. Entonces, mi trabajo consistía en traducir del árabe al inglés. Lo que significa que cada pregunta y respuesta en una conferencia de prensa tuvo que ser contada en tres idiomas: español, árabe e inglés. Si alguien conoce a Maradona, sabía que tenía mucho para decir. A veces una pregunta tardaba cinco minutos en traducirse del árabe al inglés. Cuando Maradona comenzaba a hablar, arrancaba la traducción al árabe, y tuve que asegurarme de tomar nota y escuchar todo lo que se decía, porque sabía que siempre se aseguraría de leer las noticias para que su mensaje llegara bien. Entonces tuve que traducir literalmente todo y, a veces, cada respuesta duraba cinco minutos, lo que lo hacía bastante complicado. Yo no soy traductor de profesión. Cuando tuve que organizar la primera conferencia de prensa previa al partido, me di cuenta de que teníamos muchos medios en inglés, y lo hablé con el gerente de medios de la institución. Ahí me di cuenta de que era la única persona que podía traducir en poco tiempo. Y eso fue todo, no podría haber estado más feliz. Si hay algo que haría voluntariamente, fuera de la descripción de mi trabajo, era sentarme junto a Diego en cada una de las conferencias de prensa. Con el paso del tiempo, la traducción se hizo más fácil, a medida que entendí su fluidez y estilo.
—¿Era de enojarse por las preguntas que le hacían?
—Nunca se enojó ni se negó a responder ninguna pregunta. Aunque a veces ignoró ciertas preguntas que no tenían nada que ver con la rueda de prensa. Él me pedía que lo permitiera. Pero no se enojaba con las traducciones largas. Bromeaba y fingía dormirse mientras yo traducía, así que yo lo empujaba para que lo despertara cuando terminaba, y jugaba con el chiste.
—¿Cómo era Diego en el vestuario con sus futbolistas?
—Siempre estaba tratando de motivarlos y hacerles creer en sí mismos. Una cosa estaba muy clara, y personalmente la encontré muy admirable: amaba a todos y a cada uno de sus jugadores como si fueran sus propios hijos. Los defendía incluso después de una derrota. Nunca culpó a ningún jugador por algún error, y siempre asumió la responsabilidad, se aseguró de que nadie afectara la mentalidad del equipo ni de los jugadores. Te puedo decir que muchos de ellos, los primeros meses, jugaban para él por el solo hecho de querer impresionarlo. Cuando marcaban un gol no corrían hacia la afición, lo hacían hacia él y lo abrazaban. Tuvo este efecto en todos ellos.
—¿Le costó a Maradona adaptarse a una cultura como la árabe?
—No, no fue difícil para él. Dubái es una ciudad muy cosmopolita, abierta a personas de más de cien nacionalidades y religiones diferentes. Dubái es una ciudad muy amigable, hecha por su gente. Diego Maradona disfrutó mucho viviendo en Dubái. Emiratos Árabes Unidos se convirtió en su hogar. Incluso, después de dejar de ser entrenador del Al Wasl Club, vivió aquí durante muchos años, y se convirtió en su casa lejos de su país de origen. Siempre expresó su amor por la ciudad y el campo. Y estaba abrumado por el cariño y la bondad de la gente. Nunca fue acosado ni pasó por una situación incómoda. Estaba muy feliz y cómodo aquí.
—¿Puede ser que usted fuera artífice de un encuentro entre Maradona y Peter Reid, ex jugador inglés que fuera rival de Diego en el Mundial 86?
—Sí, Peter Reid se convirtió en un experto en fútbol de uno de los canales de televisión locales de aquí. Un día recibí una llamado del canal diciendo que a Peter le gustaría conocer a Diego, y que sería una reunión fantástica. La última vez que había interactuado había sido durante el famoso partido de la Copa del Mundo de 1986 entre Argentina e Inglaterra. Todos recordamos el supergol que marcó el Diez cuando tomó el balón desde el centro del campo y pasó a casi la mitad de los jugadores de Inglaterra y hasta al portero. Reid fue la persona que Maradona pasó en el medio del campo antes de dirigirse a la portería, y Peter estuvo tratando de alcanzar a Diego todo el tiempo, pero no pudo. Entonces, cuando me llamaron para que se reunieran, pregunté el propósito del cónclave, porque tenía que asegurarme de que no hubiera problemas, por la sensibilidad de ese partido, que todavía existe hasta hoy. Entonces, el ex mediocampista inglés me llamó y me dijo: “La razón por la que quiero conocerlo es porque deseo verle la cara. Porque todo lo que he visto es su espalda“. Me di cuenta de que iba a ser una interacción increíble, así que le dije al argentino, y él aceptó sin hacer preguntas.
—¿Cómo fue ese encuentro, entonces?
—Peter Reid vino al club, y fue un encuentro increíble, lleno de risas, amistad, respeto. Se notó la verdadera profesionalidad de estos dos caballeros. Tan pronto como Peter vio a Diego, se pusieron a charlar, se abrazaron, el inglés le agarró la mano izquierda y deslizó: “¡Oh, esta mano!”, a lo que Diego le respondió: “¡Lo siento! ¡Lo siento mucho!”. Entonces, Reid le besó la mano izquierda y le dijo: “Déjame mirarte la cara, porque solo te había visto la espalda mientras te perseguía por ese campo de fútbol”. El argentino se rio y agradeció ese comentario.
—¿Es cierto que una vez Maradona no aceptó los términos del contrato y fue a reprender a los jeques del club Al Wasl?
—No sé qué pasó entre él, la dirección y los propietarios del club. Pero lo que puedo decirles con seguridad es que nunca hubo problemas importantes. Había respeto mutuo y, desde mi perspectiva personal, siempre sentí que Maradona estaba muy feliz de estar en el club, y tenía una relación fantástica con el mandamás de la institución.
—¿Por qué lo despidieron de su cargo como entrenador?
—Fue una pena lo que pasó. Su equipo terminó octavo en una liga de doce equipos al final de la temporada. Sin embargo, fue la Copa GCC la que lo llevó a su final en el club. La fase definitoria fue de ida y vuelta contra un equipo de Bahréin. El Al Wasl había vencido a su rival por 3-1 de visitante. Cuando disputaron la revancha en casa, la emoción y la ilusión de ganar este torneo y de conseguir un trofeo tras mucho tiempo con Diego como técnico fue una sensación de euforia. Las esperanzas eran muy altas porque habían ganado de visitante. Lamentablemente, el guardameta del Al Wasl fue expulsado en el minuto diez tras dar un cabezazo a un jugador rival, y después paso lo mismo con un mediocampista en el minuto 75, lo que permitió que la visita rematara el encuentro con un triunfo por 3-1, llevando la definición al punto penal. Al Al Wasl sin su portero principal le resultó muy difícil ganar, y perdió en la tanda de penaltis. Hubo mucha tristeza por todas partes. El presidente del consejo y sus miembros dimitieron unos días después, y tomaron la decisión de dejar ir a Maradona. El nuevo consejo se lo comunicó a la distancia mediante las redes sociales.
—¿Tuvo una ceremonia de despedida?
—Lamentablemente, no. En ese momento se encontraba en la Argentina, y cuando se dio a conocer la noticia de su baja, Maradona afirmó que no estaba informado por el club y que se enteró a través de Twitter. Entonces, nunca hubo una despedida.
—¿Cuánto hay de cierto de que Pelusa quería ser el Arsene Wenger (dirigió durante doce años consecutivos al Arsenal) del Al Wasl?
—Si hubiera sido por él quería un contrato de por vida. Definitivamente, le encantaba estar en Dubái, por varias razones. Era muy apasionado cuando entrenaba a Al Wasl. Una cosa que quería hacer (y lo mencionó muchas veces) era mejorar la calidad del fútbol y de los deportes en general en Emiratos Árabes Unidos. Dejó muy en claro que apoyaría y trabajaría con quien fuera para desarrollar los talentos del fútbol, porque creía que había potencial futbolístico en esta parte del mundo.
—¿Anhelaba dirigir el seleccionado de EAU?
—Le preguntaron varias veces, y hubo afirmaciones de los medios de que le iban a ofrecer el cargo de entrenador del equipo nacional de los Emiratos Árabes Unidos. Nunca lo rechazó, siempre dijo que sería un honor dirigir al seleccionado local. Sin embargo, no tuvo la oportunidad.
—¿Tuvo una vida agitada en Dubái?
—No tuvo una vida agitada en Dubái. No logró los resultados que quería con Al Wasl en ese momento. Sin embargo, fue admirado no solo por los fanáticos de ese club, sino también por los de los otros. Jugó un papel positivo, su presencia definitivamente potenció la marca de la ciudad. Fue tratado con mucho respeto, y recibió amor de dondequiera que fuera en Dubái, en todas sus interacciones y eventos. Estoy seguro de que realmente amó cada minuto de su vida en Dubái.
—¿Cómo era Maradona caminando por las calles de la ciudad? ¿Lo reconocían?
—No tenía que hacer nada. En general, las personas en los Emiratos Árabes Unidos son bastante respetuosas con los límites de las celebridades, y no las estorban. No lo reconocían, Maradona en Dubái era uno más.
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