Si bien River Plate finalmente no logró su objetivo y quedó a un solo gol de lograr una de las hazañas más importantes en la historia de la Copa Libertadores, este partido del conjunto dirigido por Marcelo Gallardo será recordado por mucho tiempo.
Este partido no fue uno más para el Muñeco, quien vivió el partido de manera muy electrizante y pasó por todos las fases emocionales posibles durante el partido, gracias a los cambios de decisiones que tomó el juez uruguayo Esteban Ostojich, intervención de la tecnología mediante. Fue una constante sus diálogos con el cuarto árbitro Gustavo Tejera, para que le explicara lo que sucedía con el VAR.
ESPN, empresa encargada de la transmisión del enfrentamiento ante Palmeiras, colocó una cámara destinada a seguir bien de cerca las reacciones de Napoleón. Lo primero que se pudo apreciar fue el desahogo y medido festejo tras el certero cabezazo de Robert Rojas para abrir el marcador. En medio de la euforia del equipo, el director técnico se acercó al campo de juego para elogiar a Nacho Fernández por la precisión en la ejecución del córner. Ya en el tanto de Rafael Santos Borré, la alegría fue mucho mayor.
Al inicio del complemento, una verdadera locura se vivió en el banco de suplentes del equipo millonario con el derechazo de Gonzalo Montiel, lo que significaba en ese momento igualar el marcador y llevar el encuentro a la tanda de penales. Todos los relevos salieron a abrazar a Cachete, mientras que Marcelo se dio vuelta y se unió a la celebración de todo su cuerpo técnico.
Sin embargo, la alegría duró pocos instantes. Ostojich se llevó su mano al auricular para escuchar con atención lo que había descubierto el VAR. Gallardo, con gesto de desaprobación, se acercó al cuarto árbitro para entender lo que sucedió.
Luego, se pudo apreciar cómo se contuvo de decir algo ante la expulsión del Sicario Rojas y metió un puño apretado cuando el juez sancionó una pena máxima por una supuesta falta a Matías Suárez. Con la nueva intervención de la tecnología, el director técnico le pidió calma a sus jugadores, mientras gritaba “penalazo” para intentar influenciar al uruguayo en su decisión mientras revisaba la acción en un monitor ubicado dentro del campo de juego. Al ver que no logró su cometido, se contuvo de insultar al árbitro y prefirió marcharse a un rincón con una pícara sonrisa.
En la última jugada del partido, nuevamente Napoleón gritó penal e insistió por su sanción, pero nuevamente un fuera de juego detectado gracias al VAR dejó al equipo argentino con las manos vacías. ¿El DT? Abrió los brazos como no entendiendo todo lo que sucedió y los giros que se produjeron en las decisiones arbitrales.
Ya una vez finalizado el pleito, el portugués Abel Ferreira, entrenador de Palmeiras, se acercó al argentino para decirle “usted es el número uno”.
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