“Estaba medio bajón”. Así describen desde su círculo íntimo el ánimo de Diego Maradona en el umbral de la Navidad de 2019, su última Navidad. Quizás un anticipo del hondo pozo en el que cayó en 2020, en el que tuvo momentos de resurgimiento, pero que terminó derivando en la internación, la operación por el hematoma en la cabeza, la mudanza a la casa en el barrio cerrado del Tigre y su muerte, el pasado 25 de noviembre.
El 24 de diciembre del año pasado estuvo en su casa de Bella Vista, la que habitó antes de su traslado a Campos Roca, en Brandsen, cerca del predio de Estancia Chica, donde se entrena Gimnasia. Había vivido días previos agitados, en los que había renunciado a la dirección técnica del equipo porque el dirigente que lo había llevado, Gabriel Pellegrino, se quedaba sin lugar en la conducción del club. Finalmente encabezó una lista en las elecciones que ganó, con el apoyo explícito de Pelusa. Así y todo, la renovación del contrato de Pelusa recién llegaría en junio de 2020.
Pero los aniversarios, su cumpleaños y las fiestas desde hacía un tiempo representaban una daga en el corazón de Maradona. Precisamente desde la muerte de sus padres, doña Tota (el 19 de noviembre de 2011) y Chitoro (el 25 de junio de 2015). Supo organizar fastuosas celebraciones, sobre todo en su etapa en Dubái, pero en suelo argentino le rondaba con mayor continuidad por la cabeza cuánto los añoraba. Brotaba la nostalgia de la Navidad en Villa Devoto, con sus hermanos, hermanas, sus hijas, su papá y su mamá.
En el parque de Bella Vista, junto a la pileta, estuvo acompañado por Maxi Pomargo, su secretario, hasta bien entrada la tarde. También en horario vespertino pasó Matías Morla, entonces su abogado, a saludarlo. Un desamor también lo tenía golpeado. Luego de un amague con el reverdecer de la pareja tras su regreso a la Argentina postpaso por Dorados de Sinaloa (al punto de que Rocío Oliva colaboraba con el fútbol femenino del Lobo en su gestión), el lazo se cortó definitivamente.
Fueron varios los amigos del fantasista que marcaron el epílogo de la relación como un punto de quiebre. “Estaba físicamente activo, pero veía que también estaba perdiendo el amor de Rocío. El caos familiar giraba en torno a Diego, que nunca tuvo la paz. Era una persona frágil y humilde”, lo definió Stefano Ceci, el fanático del Napoli que se acercó a él en Cuba y se transformó en nexo con sus negocios en Europa.
Con el Tanito, tal como lo llamaba el astro, supo pasar más de una Navidad en Dubái (tal era la simbiosis entre ambos que supieron confundirlo con un ayudante de campo en su experiencia como DT en Fujairah FC). Hasta Emiratos Árabes, el amigo-fan viajaba con su esposa y Mara Dona, su pequeña hija y ahijada del Diez. Allá se juntaba con Diego, Rocío, a veces Diego junior o Jana, y la Nochebuena y la Navidad se hacían amenas.
Pero en la de 2019 lo notaron contrariado, apagado, más allá de algunas ocurrencias con las que solía brillar como sobre el césped, con el balón bajo los tapones del botín. Le pidió a Ana, una de sus hermanas, que le preparara una de sus comidas preferidas, el garrón en puchero, sin importar el calor de la época estival. Un homenaje que le gustó y disfrutó, claro.
En sus mejores épocas, en las fiestas transformaba en pista de baile cualquier rincón, probando sus dotes de danzarín. Sobran los videos virales en los que la cumbia lo encendía. Hubo alguna Navidad en la que fue carne de estudio de la serie Los expedientes secretos X. Lo contó la propia Rocío Oliva en el programa Polémica en el bar, por América. Después de las 12, cuando lo buscó para brindar, Diego se había marchado. “Volvió el 26, 27 de diciembre”, confirmó.
“¿Qué pasó? No sabía dónde estabas”, le dijo ella cuando lo vio ingresar a su hogar en Bella Vista, partido de San Miguel, acompañado por uno de sus custodios. “Me llevaron los marcianos. Me recuperé, me levanté y vine para acá”, fue la respuesta de Diego Maradona, que descolocó a Rocío y su familia. “Suegra, me llevaron los marcianos”, repitió el ex futbolista a la madre de Oliva. “¿A vos nunca te llevaron los marcianos?”, buscó complicidad con el padrastro de su entonces novia, con quien tenía una excelente relación.
No obstante, en las fiestas de 2019, no hubo lugar para una escapada furtiva. cuando sonaron las doce chocó las copas, cruzó mensajes con sus hijos por el teléfono móvil... Y seguramente jamás imaginó que la escena del brindis navideño ya no iba a volver a repetirla.
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