Lo emocionante de Maravilla no fue ni su actuación ni su predecible triunfo; fue y es recuperar la gloria perdida.
El combate ante el finlandés Jussi Koivula quedará reducido a un registro estadístico, a una anécdota irrelevante o al cumplimiento de un obligatorio paso hacia el verdadero objetivo que es volver a pelear el año que viene por el campeonato del mundo.
Su caso se asimila al de George Foreman y se diferencia ampliamente del ofrecido por Mike Tyson. Es que después de perder su corona contra Muhammad Alí en el Congo cuando tenía 25 años, Big George se retiró en el 77′, volvió 10 años después y tras realizar otras 33 peleas contra los mejores contra quienes perdió y ganó –Holyfield, Ellis, Frazier, Jimmy Young, entre tantos–, recuperó la corona al vencer a Michael Moorer en el 94′ con 45 años. Más estoico aún: debió pedir un recurso de amparo a la Justicia para que lo dejaran combatir pues el estado de Nevada le negó el permiso y Foreman subió al ring del MGM de Las Vegas gracias a una orden del juez .
¿Qué fue lo que impulsó a Foreman a semejante hazaña?: la fe. Tal como me lo confesara alguna vez en una charla inolvidable: “Quise dejar de ser un hombre malo y ser un hombre bueno; tenía que dejar de ser un pandillero, un agresivo, un soberbio que se llevaba el mundo por delante para pasar a ser alguien digno de habitar este mundo”. Y para lograrlo se convirtió en un reverendo de la Iglesia del Señor Jesucristo en Houston, Texas.
Fue desde la fe que Foreman logró recuperar aquel título perdido contra Alí y el intento por volver a alcanzar el éxtasis le exigió sobreponerse a obstáculos y derrotas. No era el dinero aquello que lo impulsaba pues George ya era un exitoso empresario que ganaba más de un millón de dólares por año distribuyendo carnes.
Maravilla ha emprendido un objetivo similar con diferencia de matices pero con similar vocación y romanticismo. Tanto la pelea contra José Miguel Fandiño a quien noqueó en 7 plácidos asaltos (22 de agosto de 2020) o como la de ayer de sencilla resolución contra el incómodo finlandés Jussi Koivula de 36 años –6 derrotas en sus últimas 10 peleas– fueron emprendimientos personales. Martínez invirtió no menos de 100.000 euros para pagar el alquiler del estadio, las bolsas de todos los púgiles de la cartelera, los oficiales de los combates, sean éstos referís, jurados, médicos, operativos de emergencia sanitaria, seguridad, controles, etc. con sus respectivos tickets y viáticos.
Tal cómo puede advertirse, a Sergio lo impulsa el propósito de volver a pelear por la corona mundial, la misma que resignara sin estoicismo ante Miguel Cotto el 7 de junio de 2014 en el MSG por abandono en el 10° asalto. Y para alcanzar semejante oportunidad a los 45 años ha hecho todo: bajar de peso, entrenarse intensamente, generar sus combates preparatorios, invertir su propio dinero, auto gestionar su chance con la Asociación Mundial de Boxeo y profundizar los contactos con el promotor Bob Arum por ser éste quien conduce la campaña del campeón mundial, el japonés Ryota Murata. Resulta fácil colegir que está realizando un enorme esfuerzo en la búsqueda de una gloria perdida con el respaldo de Gilberto Mendoza (presidente de la AMB) y del CEO de la Top Rank
Se trata de un caso distinto al de Mike Tyson quien volvió a subirse a un ring a los 54 años con el único fin de ganar dinero. Aquella parodia consumada hace tres semanas con Ray Jones (51 años) resultó un negocio brillante para las plataformas Triller y FITE pues el inédito evento lo compraron 1.600.000 personas a razón de 50 dólares cada uno, lo que generó un volumen recaudatorio de 80 millones de dólares.
No fueron ni estéticas ni atléticas las imágenes de los veteranísimos boxeadores quienes pactaron ocho asaltos de dos minutos sin cabezal ni fallo, aunque hubo tres jurados internacionales ridículos y ociosos que se expresaron mediáticamente. Tampoco se vieron sobre el ring agresiones desmedidas aunque Tyson no se apartó de su naturaleza ofensiva y egocéntrica…
Pero la calva, las arrugas, la respiración acelerada, los movimientos forzados y el lento transitar sobre el tapiz nos devolvieron a cada instante la imagen de lo que fue y ya no será transformando en vana la inexorabilidad del espejo.. Todo parecía fatalmente absurdo, hasta los tatuajes de Mike en un rostro al cual el abuelazgo le quitó severidad.
Obviamente no es el caso de Maravilla quien dio imagen de atleta entero. Se predispuso a mostrar variantes de ataque, alternativas estratégicas por cambiar los focos de descargas, no dejó de transitar el ring con pasos dinámicos… Y aunque sus movimientos ya no resulten tan armoniosos y veloces como lo eran antes, sigue habiendo en ellos fragancia de clase…
Lo de Maravilla como lo de Foreman son actos de nobleza; tienen la oculta intención de reencontrarse con ellos mismos y el principio deportivo moviliza el esfuerzo. Pudo apreciarse que en interior de ambos dominaban fuertes dosis de empirismo, vocación, orgullo y la aceptable dosis de egocentrismo.
Lo de Tyson marchó por la vereda opuesta, nada de lo que declaró previamente resultó cierto pues ningún centavo de lo recaudado fue destinado a obras de caridad, se olvidó de los familiares de las victimas del Covid a las que había invocado y puso en marcha otra idea generadora de recursos como el “boxeo de las leyendas”, otra locura. Además pidió y logró que le permitieran fumar marihuana –de hecho, lo hizo confesamente– y aceptó compartir la cartelera con el youtuber Jake Paul quien junto a su hermano Logan tienen 32 millones de seguidores en sus cuentas de Instagram.
Todo fue tan extraño durante esa velada que Floyd Mayweather, rápido para hacer negocios, pidió un estudio con el fin de saber quién atrajo más entre los compradores del PPV Y al conocer los resultados de la consulta tomó inmediato contacto con Jake Paul, el youtuber que había noqueado al jugador de la NBA, Nate Robinson en el 1° asalto aquella bizarra noche.
Fue así que a través de un tuit posterior Floyd desafió a los Paul instalando universalmente el tema y surgió de inmediato un enfrentamiento exhibición entre Mayweather y Logan –el mellizo de Jake– que fue programado para el 20 de febrero de 2021. Puede leerse pues que el youtuber Jake Paul atrajo más compradores de PPV que Mike Tyson. Y su hermano mellizo Logan que será el próximo partenaire de Floyd tiene una sola pelea realizada; fue el 9 de noviembre de 2019 y perdió en decisión dividida contra William Olajide, quien proveniente de la UFC con el seudónimo KSI, también debutaba esa noche en el Staples Center de Los Ángeles. Todo resulta fantasioso. Por eso lo de Maravilla es emocionante: invierte su dinero y su imagen para reivindicar el pasado…
Por cierto que ya están a la venta los PPV para el tremendo dislate de la exhibición Mayweather-Logan Paul... El primer millón de personas que lo compre pagará 24.99 dólares; a partir del millón quien lo adquiera pagará 39.99 hasta llegar a los dos millones de personas. El precio subirá a 59.99 pero hasta el 29 de diciembre; luego de esa fecha y hasta el 11 de Febrero de 2021 habrá que pagar 69.99 dólares. O sea que la empresa Fanmio –la vendedora– se tiene una enorme fe en lograr más de 3 millones de compradores para tan impresentable show que en algún sentido ofende a la historia del boxeo.
Y para afirmar tal concepto, veamos qué pasó con la última gran pelea, la que realizaron Errol Spence Jr. y Danny García. La misma se realizó hace 15 días (5-12-20) en el AT&T de Arlington, Texas. Fue un combate vibrante y Spence retuvo sus coronas en fallo unánime. Esa pelea la compraron 250.000 personas a razón de 68 dólares per cápita lo que permitió recaudar 17 millones de dólares. Y podría decirse que dadas las actuales circunstancias vender a 250,000 adherentes el pay per view debería ser considerado como un muy buen mercado temporal. Tal vez la pelea entre Canelo Alvarez y Callum Smith celebrada anoche podría superar los 250.000 adquirentes: lo sabremos en los próximos días cuando se den a conocer los numeros, pero el universo del boxeo internacional oscilará siempre alrededor de esa cifra.
El mundo de Tyson, quien obviamente despertó el nostálgico interés por volverlo a ver no es el de Maravilla.
Tampoco lo es el de los mellizos Paul de 25 años, a quienes sus seguidores de YouTube veneran y admiran por las extrañas cosas que proponen a través de las redes sociales, especialmente en Instagram, aunque de boxeo, cero…
El argentino liquidó su pelea contra el finlandés Koivula en el octavo asalto. Lo castigó y lo envió al rincón con una profunda herida en el párpado de su ojo izquierdo. Su rival salió a batallar en el noveno, pero duró unos pocos segundos hasta que el juez paró la pelea y decretó el triunfo de Martínez, que acumuló el 53 triunfo oficial de su trayectoria (29 por KO).
No es posible afirmar que los distinguidos destellos de Maravilla mostrados ante Jussi Koivula alcancen para recuperar la gloria perdida. Pero si le tocare la bendecida hora de poder intentarlo nuevamente, una fuerza sin palabras partirá desde la boca de su contraído estomago impulsándolo hacia el bello espacio donde las utopías floran.
Será a partir de marzo del 21′ y será en Japón contra Murata.
Será frente a un hombre 13 años menor con la piel sin huellas y el cinturón de campeón adherido al cuerpo.
No habrá locura por comprar el Pay Per View, ni youtubers en la cartelera, ni tuits desafiantes, ni millones de dólares en danza; tampoco habrá que padecer la huequedad de insoportables declaraciones marketineras.
La ilusión no razona, el protagonismo no tiene lógica y ser digno de la felicidad requiere de una incesante lucha.
Tal como lo hiciera el sábado en Torrelavega al final de la pelea, imaginando los aplausos que no fueron por la vaciedad del escenario, una amplia sonrisa solitaria lo acompañará en su sueño… Para Sergio Maravilla Martínez recuperar la gloria es justificar la vida.
Aún las utopías floran…
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