Finalmente, después de los cuatro días de audiencia a puerta cerrada que se realizaron a comienzos de noviembre, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) dio a conocer su sanción para Rusia por su famoso escándalo de dopaje: no podrá usar su nombre, bandera e himno en las próximos dos ediciones de los Juegos Olímpicos o en cualquier campeonato internacional, como la Copa Mundial de la FIFA, durante los próximos dos años.
Hace un año, en diciembre de 2019, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) había impuesto a Rusia prohibición de cuatro años y este castigo fue apelado en el máximo tribunal, que ha bajado el veto a dos años en los que ni siquiera podrán presentar ofertas para albergar importantes eventos deportivos. Oficialmente, estará afuera de las competencias internacionales hasta el 16 de diciembre del 2022, según especifica el fallo.
De esta forma, Rusia queda excluida de los Tokio 2020 –que se pospuso para el próximo año por la pandemia de coronavirus– y también de los Juegos de Invierno de Beijing y del Mundial de fútbol de Qatar, ambos en 2022, entre otros certámenes internacionales de importancia.
Esta sanción es un duro golpe al deporte ruso porque lo exilia de todo certamen internacional, sea cual sea la disciplina deportiva. Sólo podrán competir deportistas rusos neutrales, que no podrán usar el nombre del país, ni ver ondear su bandera o escuchar el himno en caso de victoria, tal como ocurrió en los Juegos de Invierno de PyeongChang 2018.
Todavía no está claro qué ocurrirá en el caso de los Mundiales o incluso para la Eurocopa, para la que Rusia ya está clasificada. Desde Moscú esperan que el castigo de la AMA y la sanción del TAS no incumban ni a la UEFA ni a la FIFA.
Las sanciones son la consecuencia de la falsificación de los datos y alteraciones de controles antidopaje que tuvieron lugar en 2016 y 2017 en el Laboratorio de Moscú. Esto hizo imposible comprobar si cientos de deportistas rusos violaron las reglas antidopaje sistemáticamente entre 2012 y 2015.
Todo comenzó hace ya una década, cuando atleta rusa Yuliya Stepanova y su marido Vitaly, antiguo controlador de la Agencia Antidopaje de Rusia (RUSADA), alertaron a la AMA del dopaje institucionalizado en su país y lo denunciaron en la cadena alemana ARD, que sacó a luz el caso a partir de diciembre de 2014 con una serie de documentales esclarecedores.
El escándalo se magnificó cuando Grigory Rodchenkov, forzado a dimitir como director del laboratorio de Moscú y refugiado en Estados Unidos, reconoció en 2016 haber orquestado durante años el encubrimiento del dopaje ruso en coordinación con el ministerio de Deportes, entonces dirigido por Vitaly Mutko, un hombre con la confianza de Vladimir Putin.
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