Desde un Fiat 128 0 kilómetro que compró en Navidad y años después apareció arrumbado en un gallinero para ser rescatado y transformado en reliquia a la mítica Ferrari negra que le torció el brazo a la fábrica italiana. Del camión Scania con el que irrumpió en un entrenamiento de Boca al Camaro que lo cautivó en su estancia en México. La vida de Diego Maradona también se puede contar desde uno de sus fetiches, los autos, que hablaron de sus momentos, de sus altos y bajos; hasta de su generosidad. Puede dar fe el Kily González, aquel volante zurdo de la selección argentina y hoy director técnico de Rosario Central, que recibió primero como préstamo, y luego como regalo, un BMW 325 descapotable de parte de Pelusa “para que no anduviera a pie en Buenos Aires” en épocas en las que eran compañeros en el Xeneize.
Pues bien, según pudo averiguar Infobae, al día en el que murió en su habitación en la casa rentada en el barrio San Andrés de Tigre, el ex campeón del mundo con la Albiceleste en México 86 poseía siete vehículos, aunque solo cuatro de ellos se encuentran radicados en Argentina. Y de ellos, utilizaba con asiduidad apenas dos. Así y todo, tal como comprobó la auditoría encargada por su círculo íntimo, Diego pagaba en el país siete pólizas de seguros de auto (algunas pertenecían a familiares y allegados).
El vehículo que más disfrutaba últimamente tenía apodo, idea, por supuesto, por el propio Diez. “La máquina” es un BMW M4 coupé que este año alcanzó a hacerse viral por un video grabado en marzo de 2020. “El nuevo chiche del Diez”, tal como se oye decir a una voz en la filmación, arriba al entrenamiento de Gimnasia en Estancia Chica, haciendo centellear sus luces y con las sirenas anexadas a pedido de Diego al máximo.
El auto alcanza una velocidad de 250 kilómetros por hora, acelera de 0 a 100 en 4,1 segundos. Y tiene un costo de 193.900 dólares. La mayoría de las veces no lo manejaba el ex enganche, pero le encantaba conducirlo. Durante el aislamiento por la pandemia de coronavirus lo tuvo estacionado primero en su casa de Bella Vista y luego en la propiedad a la que se mudó, en el barrio Campos de Roca, en Brandsen. Aún sin moverlo un centímetro, disfrutaba de sentarse al volante y darle marcha, le alcanzaba solo con el hecho de hacer rugir el motor.
La citada “máquina” y una camioneta Mercedes Benz eran los vehículos de mayor uso. A esta última se la pudo ver en los alrededores de los centros médicos en los que estuvo internado durante noviembre y en los traslados.
Además, Pelusa contaba con otros dos BMW coupé, una de sus marcas predilectas, pero algo más antiguos que el que hizo “tunear” a gusto. Uno de ellos ofrece una particularidad: en su momento, Diego le hizo colocar su firma en el capot. Ambos esperan por la sucesión de bienes en un garaje.
Los otros automóviles de Maradona son una oda a la extravagancia: llamativos y lujosos. Y se encuentran fronteras afuera. En Dubai, donde residió más de un lustro, aguardan dos piezas de colección, que no pudieron ser trasladados hasta Buenos Aires, como sí lo hicieron más de 200 objetos, que viajaron en un contenedor que hoy se halla bajo custodia en una baulera en la localidad de Beccar.
Entre los bienes hay una carta escrita y firmada por Fidel Castro. O la guitarra con la que Andrés Calamaro le compuso su canción, aquella que reza “Maradona no es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero, tiene el don celestial de tratar muy bien al balón, es un guerrero...”. O un balón de platino que la FIFA les entregó a las leyendas del fútbol. Pero los autos no entraban en el container. Al menos no enteros. Para su mudanza, los especialistas habían indicado que era necesario desarmarlos y luego armarlos en suelo argentino. El costo de la operación era incluso más cara que el valor de los onerosos vehículos. Se trata de un Rolls Royce Ghost, valuado en 300.000 euros, y un BMW i8, tasado en 145.000.
Y en Bielorrusia espera coordenadas judiciales uno de los medios de transporte más icónicos asociados a Maradona de los últimos años. La famosa Overcomer Hunta; “el tanque”, como le decía el fantasista. Se trata de la exclusiva camioneta anfibia que le regaló el Dínamo Brest en 2018, cuando asumió como “presidente del fútbol” del club, rol en el que duró apenas semanas, porque la propuesta de volver a dirigir en Dorados de Sinaloa le movió el césped.
La dirigencia del Dínamo y empresarios allegados le hicieron varios regalos en su desembarco, entre ellos, un anillo con una piedra preciosa valuado en 300.000 dólares, y el nombrado vehículo anfibio con chasis de fibra de vidrio, un tanque de combustible de 100 litros y capacidad de navegación en el agua (sí, como si fuera un barco) a razón de 8 kilómetros por hora. Pesa 2,3 toneladas y mide 2,6 metros de altura; ofrece espacio para 7 ocupantes. Se consigue a un precio mínimo de 50 mil dólares, aunque la de Diego no era precisamente la versión básica.
Tan enamorado había quedado de su “tanque”, con el que entró al estadio el día de su presentación, que había pedido que le construyeran un garaje especial para que pudiera usarla en su estadía en Bielorrusia. Claro que no era tan fácil: eso implicaba modificar la impactante mansión en Minsk que le habían alquilado, valuada en 20 millones de dólares, con piletas climatizadas en el medio de las salas, siete habitaciones, obras de arte, casi media docena de empleados a su disposición y un parque imponente. Finalmente, el “proyecto estacionamiento” quedó suspendido ante el cambio de planes de la estrella y su deseo de volver como protagonista al banco de suplentes.
Pero el lazo con el Dínamo Brest no se cortó: lo nombraron “presidente honorario” y la camioneta continuó formando parte de su patrimonio. Y hoy forma parte de los bienes más curiosos del menú de la herencia.
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